Lofoten Islands | WikiMedia Commons

Más allá de los mares de Thule

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Lofoten Islands | WikiMedia Commons

Una de las contradicciones de la vida en este planeta es su nombre. Considerando que un 71% de su superficie se encuentra cubierta por el agua, y que de esta más del 90% está en los océanos, tal vez un nombre más apropiado sería Aqua, o incluso Hidro. Tan absortos estamos con nuestras vidas en tierra firme, que siempre olvidemos lo que Philip Hoare llama el mar interior; toda esa carga evolutiva que sirve de archivo para entender nuestros orígenes en la Noche del Tiempo. Más de la mitad de la composición química de nuestros cuerpos es H2O, vivimos nuestros primeros nueve meses dentro de una solución amniótica, y las estructuras de nuestros cuerpos, tan característicamente humanos, tienen sus orígenes en mares prehistóricos: los brazos y piernas, que hace millones de años eran tan sólo las alteas de peces primitivos; los músculos que controlan nuestra habla y paladar, que son los mismos que permiten a los peces y los tiburones mover sus branquias.

Salamandra Ediciones

El llamado del mar, para el cronista Morten Strøksnes, no se reduce a tan solo unas cuantas contemplaciones filosóficas, sino a la acción. En compañía de su amigo, el fascinante artista Hugo Aasjord, se atrevió a capturar un inmenso tiburón boreal entre las islas que forman el archipiélago de Lofoten, allá arriba en el Círculo Polar Ártico, más lejos aún de la Thule soñada y descrita por los exploradores de la antigüedad. Parecida más bien a una decisión de borracheras que a una campaña de cacería, se arman para el propósito únicamente de unas cañas de pesca y una lancha neumática, además del apestoso cadáver de una vaca escocesa que les servirá de cebo, aunque terminarán por graduarse a equipamiento y anzuelos más sofisticados conforme pasan las cuatro estaciones del año. Es con El libro del mar (Salamandra, 2018) con el que Strøksnes ganó el premio Brage, asentándolo así como uno de los mejores escritores noruegos de hoy.

Aunque lo sencillo sería encontrar paralelos con Moby Dick, la aventura de Strøksnes se asemeja más a El leopardo de las nieves, de Peter Matthiessen, a pesar de la diferencia entre los ecosistemas sobre los que escriben y los animales tras los que marchan. Sus autores se adentran rumbo a territorios que fomentan la imaginación y el intelecto, pero sujetos siempre a peligros reales que terminan por hacerse manifiestos y poner en riesgo sus vidas. Aunque en ambos libros la aventura se lleva a cabo en compañía de una segunda persona mucho más versada que el narrador, la experiencia del acompañante es tan solo un segundo, o incluso tercer, plano a las reflexiones de los autores. En el caso de Strøksnes, meditaciones que van desde la evolución de la vida, los orígenes cósmicos de toda el agua en el planeta, y las misiones robóticas que se han organizado hacia las profundidades del espacio exterior.

Entre todas estas cavilaciones se asoman personajes históricos de los países del norte, cada cual dueño de alguno de esos extraordinarios nombres escandinavos. Gente como el folclorista, y biólogo frustrado, Peter Christen Asbjørnsen, eventual coleccionista de leyendas noruegas, o el obispo sueco exiliado en Roma, Olaf Månsson, mejor conocido como Olaus Magnus, autor de la legendaria Carta Marina y propagador de toda clase de leyendas de monstruos marinos y montañeses, o Fridtjof Nansen, explorador y político que encontró una gran cantidad de animales semi devorados en las entrañas de un tiburón boreal.

Sobre este depredador ártico, Strøksnes habla como si de un muerto viviente se tratara; lento y amenazador, con una longitud máxima de siete u ocho metros y capaz de alcanzar edades de hasta quinientos años. Es casi ciego, por culpa de los parásitos que se alimentan de la gelatina de sus ojos, y su carne es tóxica, capaz de causar efectos parecidos a una espantosa embriagues conductiva a un coma. Es un ser antiguo y silencioso que se mueve por las profundidades, ingeniándoselas para alimentarse de presas mucho más rápidas e inteligentes que él. Un gigante que ha perfeccionado la finalidad única de todo organismo: preservar su existencia y alimentarse de lo que sea que se encuentre a su paso, incluso de otros tiburones boreales como él. Podría verse como un avatar del terror y el vacío existencial.

La crítica a este libro es la misma que se reserva para otros de la misma naturaleza: la falta de fotografías. Gran cantidad de peces y aves son mencionadas, junto a islas, montañas, fiordos y faros de importancia. La ventaja que tenemos hoy día es que casi todos cargamos con una pequeña computadora en nuestros bolsillos, por lo que el interesado no tendrá problemas en satisfacer su curiosidad sobre el aspecto del pez carbonero o el tiburón cigarro. El problema con esto es que, en el proceso, romperá con el encanto hipnótico de la historia de Strøksnes.

Con traducción de Kirsti Baggethun Kristensen y Asunción Lorenzo Torres, Salamandra acertó bien con El libro del mar, engrosando así el rico cuerpo de publicaciones científicas de tintes personales y literarios que tanto encantan a muchos de nosotros.

Antonio Tamez-Elizondo

J. Antonio Tamez-Elizondo (Monterrey, 1982) es arquitecto, Máster en Arquitectura Avanzada y Máster en Creación Literaria. Su libro de cuentos 'Historias naturales' ganó X Certamen Internacional de Literatura 'Sor Juana Inés de la Cruz', 2018.

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