Un hombre que duerme (UHQD, 1967) (trad. española, M. Cebrián, 2012) es una obra singular en la bibliografÃa perecquiana. El tercer libro publicado por Georges Perec después de Las cosas (1965) y ¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio? (1966) (trad. Española M. Arbués y H. Salceda 2009), cierra una suerte de trilogÃa, o de cuadro, de la juventud de la época, quizás de su propia juventud, tal y como la percibe. El retrato de una juventud dominada por los deseos de consumismo (Las cosas), incapaz de acción polÃtica (el ciclomotor), intentando ausentarse del mundo y de sà mismos (UHQD). Es un retrato sorprendente en una época, los años 1960, cuya generación asociamos más a pasiones desbocadas, deseos de aventuras y experiencias nuevas.
UHQD es una novela distinta por el tono grave y poético que adopta un autor que siempre evitó precisamente la gravedad, la grandilocuencia incluso la seriedad y las concesiones a lo que convencionalmente podemos entender por estilo literario. Por ello, no es uno de los textos más comentados de Perec, aunque probablemente sà uno de los más respetados por los escritores. AsÃ, el ensayo de Alberto R. Samaniego colma un cierto vacÃo bibliográfico adentrándose en terrenos que no son de los más transitados en los estudios perecquianos.
A Alberto R. Samaniego debemos, los fans perecquianos españoles, el habernos sacado de la semi-sombra en la que habÃamos vivido, a pesar de los generosos esfuerzos de Enrique Vila-Matas y Mà rius Serra, por divulgar la obra del francés en nuestro paÃs. La histórica exposición que comisarió para la Fundación Luis Seoane Perec (etc), en 2011, ampliamente difundida en los medios de comunicación supuso, efectivamente, un antes y un después en la recepción española del oulipiano autor. La exposición de Coruña logró incluso que algunos existencialistas deprimidos, algunos realistas sesudos, incluso un surrealista despistado, descubriesen su lado perecquiano, cuasi oulipiano. Estimuló la invención de Vila-Matas para montar a Perec y a Bolaño en un pequeño ciclomotor y ponerlos a recorrer las calles de la ciudad bajo la lluvia en busca de su casa.
La ciudad desnuda, cuidadosamente editado por Abada editores, aporta una combinación de ópticas propias de su autor, de formación filosófica muy francesa (realizó su tesis sobre Blanchot, es lector de Bataille, Foucault, Deleuze), es además un gran conocedor del arte contemporáneo y sobre todo del cine. Este ensayo no se entiende sin la manera propia que tiene Alberto R. Samaniego de cruzar literatura y artes plásticas. Para él, el arte está hecho para ser leÃdo y la literatura para ser vista. Hay que destacar en este terreno su exposición sobre Pessoa en el CÃrculo de Bellas artes y el maravilloso documental Pessoa/Lisboa que inocula al espectador toda la densidad y toda la saudade de la poética del portugués.
El ensayista parte del esfuerzo de Perec para construir una mirada propia sobre lo cotidiano, para dar densidad a lo que llamó lo infraordinario? El autor nos enseñó, en efecto, a ver lo cotidiano con otras lentes, a extraer o lo infraordinario, de su sintaxis habitual para hacernos conscientes del modo en que habitamos, de los espacios más comunes y de “lo que pasa cuando no pasa nadaâ€. El ensayo mantiene en suspenso esta pregunta a modo de guÃa: ¿Cómo puede lo ordinario elevarse al sentido, al valor o a la verdad? A partir de ahà repasa múltiples ángulos algunas cuestiones fundamentales en toda la poética de Perec: su mirada sobre lo real, el sujeto en situación, el asunto fundamental de la identidad, la relación con el lenguaje.
El sujeto de Perec es estricto sensu un hombre de alas recortadas, desposeÃdo de sus atributos, dominado por distintos sistemas (de objetos, de signos, polÃticos, lingüÃsticos). UHQD es la expresión narrativa más extrema de este sujeto desposeÃdo que programa con plena consciencia un proceso de anihilación total. El ensayista se interroga en profundidad por las condiciones de posibilidad para el sujeto de una anihilación total, de una fuga sin retorno. ¿Es en definitiva posible, para un sujeto dado, sustraerse totalemente a su contexto, alcanzar la apatÃa total, la libertad total y por tanto la suerte de poder que confiere esa libertad? La respuesta de Perec más bien negativa: “UHQD es la historia de un joven que se quiso al margen de(l) todo. Y el cruel aprendizaje de que no existe nada fuera del todo.†EstarÃamos asÃ, ante el sueño imposible de “una ausencia sin negatividadâ€. Imposible porque este protagonista, como todos los de Perec, está abocado al fracaso, o a la indeterminación irresoluble de aquello que pretende.
Alberto R. Samaniego hace bailar, con una soltura intelectual difÃcil de alcanzar, alrededor del personaje de Perec sus eventuales antecedentes en Flaubert o en Kafka y al mismo tiempo un bagaje filosófico que salta de Debord a Benjamin, Nietszche, Heidegger, Blanchot, Deleuze, Foucault. Sorprende la falta de referencias a Derrida ya que estamos ante un modo de proceder y de escribir eminentemente derridianos. Una lente esencial se la proporciona Henri Lefèvre (1901-1991) del que Perec se empapó y que realizó un análisis crÃtico de la vida cotidiana y del espacio urbano para sacar a la luz el modo en que reproduce los esquemas capitalistas de dominación. De hecho, cada uno a su manera, Las Cosas y UHQD pueden ser leÃdos a la luz del pensamiento de Lefèvre; Las Cosas, nos contarÃa un proceso de alienación y UHQD un intento desesperado y fracasado de fuga.
Buscando analogÃas y sugerencias La ciudad desnuda también repasa un abanico de filosofÃas y prácticas mÃsticas. El personaje perecquiano podrÃa ser también un yogi zen sentado frente a nada. Mejor aún nos dice Samaniego, este sonámbulo pretende ser, tal y como nos enseñarÃa el misticismo sufÃ, un muerto que anda. ¿Cómo lograr ser un muerto que anda, alcanzar la extrema apatÃa de los estoicos?, ¿cómo estar sentado frente a nada?.
Alberto R. Samaniego ofrece, en definitiva a su lector una variedad de lentes con las que ver al sonámbulo y al flâneur descrito por Benjamin.  El protagonista de Perec serÃa una suerte de flâneur extremo que recorre la ciudad sin que el tiempo haga ningún tipo de mella en él, sin que le deslumbre nunca ningún neón, como si caminase sin ser visto, absolutamente transparente, voyeur distante, “ojo-lechuza†que todo lo ve. Para este flâneur, sonámbulo radical, un paseo por la ciudad es la lista de nombres que uno se cruza, calle, acera, fachada, escaparate, semáforo, cartel…. Como el dandy el flâneur de Perec rechaza los usos comunes del espacio y de los objetos que pueblan la ciudad. Sin embargo, lo que separa al personaje del flâneur es la parte de reflexión, porque la ausencia radical del mundo obliga a silenciar la actividad neuronal.
El personaje conoce bien la ciudad, todos sus callejones y galerÃas y lo que “lleva a cabo en sus paseos no deja de ser un acto de lecturaâ€. Sobre esta analogÃa del personaje de Perec con una suerte de lector insomne tiene Alberto R. Samaniego unas frases que merece la pena retener:
“UHQD debe entenderse como la representación extrema de lo que significa leer: un texto, un lugar una ciudad. Lector cuya pureza aspira al absoluto donde la lectura ya no es meramente una práctica sino una forma de vida. Lector giróvago, a menudo nocturno, su singularidad lo convierte quizás en un visionario: alguien que lee para tratar de saber cómo vivirâ€.
Me permitiré un pequeño reproche a una obra en muchos aspectos irreprochable, es el hecho de no tener en cuenta que estamos ante otro de los ejercicios de lengua extremos de Perec. Es posible que esto se aprecie menos en la versión española, pero el El hombre que duerme, es paradójicamente una exploración de las potencialidades de los verbos de acción. La obra que relata la anihilación lo hace recurriendo a una larga lista de verbos de acción, es decir, enumera como hace Perec con frecuencia, la lista de lo que conviene dejar de hacer para dejar de estar y dejar de ser, o de lo que el protagonista hace como si no lo hiciese:
“Caminas… te pierdes, das vueltas… te asignas metas… entras… das la vuelta… te paras… firmas… te sientas… lees…â€.
UHQD es una larga letanÃa de verbos separados por comas, y también largas listas de nombres (de cosas), acompañados por nada, sobre un individuo que quiere dejar de estar. No menos paradójicamente Las cosas, el libro del deseo, explora las potencialidades de la frase nominal y repite machaconamente los verbos ser y haber. Es que el arte narrativo de Perec está hecho de un cierto desajuste entre los temas que trata y los medios retóricos que usa para plasmarlos y, en ésa disonancia, entre el uso de la lengua y la materia del relato, encuentra el tono que le es propio.
En La ciudad desnuda el ensayista descompone semióticamente cada uno de los elementos que pueden configurar el universo creado por Perec en UHQD: el sueño, lo cotidiano, la ciudad, el transeúnte, la figura del flâneur, el tiempo, la indiferencia. Su escritura tira de cada uno de ellos en un ejercicio que es a la vez reflexión, divagación, errancia, en definitiva un esfuerzo mental y estilÃstico, arriesgado para quien se entrega a él y sugerente para quien lo lee.
El ensayo combina los variados palos que sabe tocar su autor sin concesiones al academicismo, sin ninguna concesión a nada. No hay ninguna pretensión de comentar la obra de Perec dejando sentadas tales o cuales verdades. Su propuesta es una lectura en el sentido Derridiano, no un comentario, más bien una contrafirma, un relanzar el texto de Perec hacia otra escritura que no pretende desvelar verdad alguna sobre la primera sino prolongarla, hacerle eco. No es costumbre del autor comentar nada, sino contar como resuenan en su mente otras experiencias literarias, artÃsticas o visuales. Los ecos son, en este caso, filosóficos, literarios y estéticos y la experiencia merece mucho la pena.