Hay autores para los que expandir la conciencia consiste en apilar fragmentos que, como un mantra, ofrecen un consuelo privado: “Solo hay una obligación: la de encajarâ€. Distracciones. Dilaciones ociosas, sin aparente dirección, “porque lo conseguido no es útil. Y lo útil nunca es suficienteâ€. En ausencia de significados, la certeza de que “nada es lo que parece: dos chispas en la misma hoguera nunca se encuentranâ€. El poeta letón Imants Ziedonis (1933 – 2013) atrapa instantes antes de que languidezcan. Observa:
“Un camino no es mucho pero es mejor que nada. Un camino es un camino, es lo que hay. Dios dispone el camino. Es lo que quedaâ€.
Sucede algo, que también se pierde. No escribirlo es dejar constancia: “Y tú envidiabas las perlas de tu amiga. Por qué, si son granos de arena: las perlas son nada más que granos de arenaâ€. En su colección de poemas en prosa de 2019 minimisms (Imanta Ziedoņa fonds; versión inglesa a cargo de Žanete VÄ“vere –Paskvalini, que traducimos al castellano) el autor báltico acomete diarios sin disciplina, tareas en parámetros indefinidos:
“Por raro que parezca, la apatÃa, el escepticismo, el complejo de inferioridad y la indiferencia, en todas sus variantes, son el potencial oculto del espÃritu que grita auxilioâ€.
El cuaderno inestable incluye firmes resoluciones sin importancia, cuentas cotidianas con lo extraño, ya que “ocuparse en algo es la única forma humana de alcanzar la felicidadâ€. El miembro fundador de Atmoda, a favor de la Restauración de la Independencia letona, escribe echando vistazos, toma notas fugaces, se somete a la agitación del momento, acomete urgencias, (“Es fundamental seguir activo: este es el momento y el lugar. Esta es tu única oportunidadâ€), intimaciones de conexión, posibilidades (“Extraño que lo que pesas antes de ser incinerado nunca sea equivalente a sus cenizasâ€), emerge la imagen mientras el poeta de Motocikls (1965) la contempla, antes de hundirse en una insatisfacción inquieta, significativa, sustancial, regenerativa.
Se anteponen a los ciclos repetitivos del desaliento y el optimismo, el insomnio y la convivencia:
“Nos hemos perdido tantas veces, tantas nos hemos buscado de nuevo. Vivir ha de ser esta búsqueda del ser, otra certeza no tengo. Por eso tampoco temoâ€.
El diarista de Dzejnieka dienasgrÄmata (1965) se pregunta qué hacer. Nada. Se sienta en el jardÃn de su casa de campo a las afueras de MurjÄņi, (“A solas. Incontable. Una vez conté y llegué hasta uno. Comprueba: aquella es mi casa, allà moran mis ayeres numeradosâ€), escucha el oleaje alejado de los automóviles, se confina en el espacio insurgente, sin conformarse.
Se acomete la circunscripción repentina de lo ilimitado:
“El que acumula dudas es incapaz de crear nadaâ€.
Sin bloqueos, el disidente del totalitarismo, galardonado con el Premio Poeta Nacional de la Letonia Soviética, cede a la intención de garabatear, consciente de que “a nadie se accede a través de puente o vereda. Si quieres llegar a alguien, sigue su reflejoâ€. Calla a través de lo que solo tiene sentido para el autor honrado en 1995 con la Orden de las Tres Estrellas, tras la independencia de su paÃs de la U.R.S.S., se expone sin estar afuera, habla a solas sin abrir la boca.
“La fiesta nunca es tan hermosa como la noche antes de la fiesta. La palabra que decimos, nunca tan poderosa como la que no decimosâ€.
En apenas un segundo, los minimismos del autor de Epifhanies (1971, 1974, 1994), compilados por Lija BrÄ«daka e ilustrados por Ieva KrÅ«miņa, nos invitan a la prolija atención casual que transpiran sus breves soledades abstemias (“La flor es tan ancha como el marâ€), burbujas raudas, micromáquinas del descartar (“No lanzarse de cabeza al mar, no pisar la flor, no aplastar al alma, sino caminar junto a ella, rondarla, quedarse cercaâ€), memorias que no asimilan, limitadas a recordar sin ubicación en el tiempo, en el espacio. Leemos a Ziedonis dejando todo a un lado, sin terminar, para internarnos en las infinitas capacidades del futuro.