En una granja galesa, una vaca preñada se ha escapado. Su propietario, Gareth, la busca mientras su esposa, Kate, se ha encerrado en la habitación con una de sus comunes migrañas. El narrador de Tiempo sin lluvia, primera novela del escritor Cynan Jones, es, principalmente, Gareth, sin embargo, en ocasiones, se rompe la “lógica†narrativa, y realista, y el lector asiste a los pensamientos de la vaca; o bien, seguimos a dos niños en su deambular por la tierra colindante a la granja cuando, en un momento dado, deben tomar la decisión de aliviar el dolor de un conejo al que se encuentran en su deambular.
Jones estructura su novela mediante capÃtulos que, a su vez, están subdivididos en breves secciones encabezadas por tÃtulos que hacen referencia a elementos o aspectos de la granja y de los personajes. La progresión narrativa es lineal a pesar de los saltos temporales con los que Jones rompe esa linealidad no tanto por capricho estilÃstico como para conformar un espacio literario que acoge a unos personajes que se encuentran en un momento de zozobra personal en un contexto en el que la falta de lluvia produce un espacio en crisis. Como en La tejonera, Jones atiende al paisaje como telón de unas vidas en un momento de inflexión mediante una atmósfera que en ocasiones posee resonancias de fábula bÃblica. La fragmentación narrativa de Tiempo sin lluvia, en cierto modo, ayuda a que ese flujo de pensamiento tenga rupturas en su avance, ofreciendo un mayor dinamismo y creando una suerte de juego literario formado por piezas que el lector poco a poco irá comprobando cómo se ordenan en un todo con sentido.
En cierta manera, Tiempo sin lluvia se presenta como un trabajo sobre la perspectiva, sobre el punto de vista y las maneras en las que, modificándolo al introducir otras miradas distintas, el lector asiste a una realidad diferente a la del narrador anterior. Y asÃ, Jones crea un presente en el que, en apariencia, apenas acontecen cosas fuera de la mente de los personajes; y, sin embargo, viven en un mundo en permanente conflicto en el que, al final, la tragedia hará su aparición. Jones suspende el tiempo con la falta de lluvia, como permitiendo a los personajes y, en especial, a Gareth, afrontar problemáticas, principalmente aquella que tiene que ver con su relación con Kate y cómo esta ha cambiado, o se ha transformado, tras un encuentro con otro hombre.
Jones enfrenta al lector a un mundo, en su superficie y en sus acciones, anodino, deprimido, como si estuviese en sus últimos momentos antes de desaparecer. Los pensamientos que narran la acción se mueven en un presente que parece que quieren esquivar en todo momento, obviando aquello que acontece alrededor. No hay pasión ni emociones en ellos, mecanizados en una rutina que, en el fondo, apenas les importa. Sin embargo, Jones es capaz de crear eta atmósfera de manera sutil, sin necesidad de ahondar en esa miseria que anida en ellos. Incluso el amor que Gareth siente por su hija Emmy parece obedecer más a una rutina que a unas emociones verdaderas, aunque las haya. De hecho, la sequÃa se erige como metáfora de una sequedad mucho más compleja, interior; de ahà esa lluvia, y esas lágrimas finales, que parecen abrir al matrimonio hacia un futuro mejor. AsÃ, Tiempo sin lluvia, con un magnÃfico trabajo de contención y concisión, se erige como una bella novela sobre el tránsito hacia un posible entendimiento y la recuperación de unos afectos que, en última instancia, son aquellos que únicamente pueden dar sentido a los personajes y a sus vidas.