Cuando Tom Stoppard situó a Rosencrantz y Guildenstern (dos personajes secundarios en Hamlet de W. Shakespeare) en el centro de la escena, sobredimensionando el detalle y cambiando la perspectiva sobre el drama shakesperiano, les dio un protagonismo que no les permitÃa ser conscientes de las circunstancias que estaban “viviendoâ€. Esto creaba cierta confusión en los personajes, que algunos crÃticos identificaron con lo “absurdoâ€, pero que no dejaba de darles más verdad que al mismÃsimo protagonista de Hamlet.
Dentro del género epistolar, el género de la posdata podrÃa ser ese cambio de perspectiva que, en este Sesenta y cinco momentos en la vida de un escritor de posdatas Ãlex Chico acomete, y es que el escritor de posdatas está siempre de viaje, siempre en la frontera, no exactamente atravesando fronteras o espejos, sino viajando por la frontera misma de los géneros literarios y las identidades; y dentro de esos géneros, la posdata -una expresión muy hispana, en otras lenguas se suele usar Post Scriptum– parece algo secundario, además de estar en desuso en estos tiempos en que la comunicación se produce generalmente a través de correos electrónicos y redes sociales; sin embargo, nos recupera una idea de texto breve muy usado no hace mucho.
No obstante, y no puede ser una coincidencia, resulta que Ãlex Chico está de viaje en todo momento, cuando pregunto por él en Barcelona habitualmente me dicen que está en otro lugar, siempre hacia alguna frontera. Ahora mismo, según me han informado, está en Chile -uno de los paÃses, por cierto, con más Nobeles de literatura per cápita del mundo- y desde allÃ, estoy seguro, irá hacia una nueva frontera y cuando se publique este artÃculo ya se encontrará en otro destino, buscando nuevos secundarios a los que dar protagonismo.
Además, la creación es un todo, y desde el mismo tÃtulo de este libro, el autor crea un personaje: el escritor de posdatas, que dentro de la obra, o en su trascurso, vendrá identificado simplemente con las siglas E.P. y al que, a la manera de un alter ego o de un heterónimo, le inventará también una vida y una bibliografÃa que iremos intuyendo, pues el personaje es autor a su vez, en ese juego de reflejos por entre los que autor y personaje se buscan mutuamente:
“Cómo logramos que un personaje viva?, preguntó él, Esperándolo, respondióâ€.
La invención del personaje y sus circunstancias vitales también implica la invención o la recuperación de lugares; por cierto, memoria y lugar son algunos de los temas propicios y omnipresentes en la obra de Ãlex Chico:
“Buena parte de mi infancia transcurrió en La Verneda, un barrio situado en las afueras de Barcelona.â€
Y en esa invención/recuperación biográfica de La Verneda del escritor de posdatas vemos una conexión directa con la infancia del propio autor, que ha referido este barrio barcelonés en muchas otras ocasiones, me atreverÃa a decir que en casi todos sus libros, como por ejemplo:
“Este es ahora el tuyo
La periferia, los alrededores,
y lo asumes.
Barrio de La Vernedaâ€
Habitación en W (La Isla de Siltolá, 2014).
Si la escritura se plantea por parte del escritor de posdatas como naufragio, como posibilidad de una escritura que nunca saldrá del género epistolar al que pertenecen, Ãlex Chico, toma esos apartes, esas reflexiones de última hora en desuso, esos detalles de épocas pasadas, para escribir de soslayo sobre, precisamente, la creación literaria. En realidad Ãlex Chico juega con la memoria real y la inventada al descubrirnos este pecio lleno de textos breves para los que ha inventado todo un mundo circunstancias. Al fin, el escritor de posdatas despareció hace tiempo y Ãlex Chico lo recupera ahora, lo saca a la superficie, lo coloca en el centro de la escena y lo revive de una manera sencilla, convincente y magistral.