Volver al agua

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 Luis Eduardo Aute | Fotos: Centroamérica cuenta | Mejía y Bendañae
Luis Eduardo Aute | Fotos: Centroamérica cuenta | Mejía y Bendaña

El editor de Pigmalión pide, en 2005, un texto a Luis Eduardo Aute que, de alguna manera, encierre la esencia de toda su escritura. Esos versos darán título a su Poesía completa, reunida en un único libro. Cinco años más tarde, cuando publica el álbum Intemperie, Volver al agua se convierte en canción. Consciente, o inconscientemente, el cantautor regresa una y otra vez al concepto de presocrático de arché, el principio del cosmos.

—Necesitaba volver a los orígenes que me motivaron a componer poemas, a aquella “matemática del espejo” que de alguna forma era la “matemática del agua”.

Tales de Mileto | Ernst Wallis
Tales de Mileto | Ernst Wallis

El agua en calma es el espejo donde se produce el primer encuentro con la subjetividad a través de la “reflexión”, nos dice Aute. Sin duda conoce a Tales de Mileto, político y astrónomo, considerado el primer filósofo de la Historia, y que ya en el siglo VI a.c. intuye lo que los científicos contemporáneos corroborarán después. Somos fundamentalmente agua. El cuerpo es agua (el 75% de nosotros lo es), no hay vida sin agua, y habitamos la Tierra gracias a la que la mayor parte está compuesta de agua (no se ha descubierto ningún otro planeta con vida porque, entre otras cosas, no han hallado suficiente cantidad de agua).

Tales es un gran observador. Sabe que todo de lo que se nutre es húmedo (las semillas, por ejemplo), y que el calor mismo nace de la humedad. Por eso habla de “principio”. Principio de vida y de naturaleza. Todo viene del agua y todo retorna al agua. Lo dice alguien que vive junto al mar, y que no deja de preguntarse sobre los mecanismos que mueven el mundo.

En el poema que da título a toda su obra Aute habla de “la inaplazable sed / de volver al agua, de volver al agua… / al origen del mismo donde se fraguara”. Parece una descripción de lo que nos advertía, veintisiete siglos atrás, el sabio de Mileto.

—Así es… Tales de Mileto, tal cual… Del agua venimos, no por evolución, sino por reflexión, y que Darwin me perdone. El agua es la fuente de toda vida, sin duda.

Es curioso que lo primero que nos diga Aute (y que está en su poema) es eso que denomina “matemáticas del espejo”. El propio Tales de Mileto es, también, uno de los matemáticos más respetados de la época. El músico explica cómo esa idea ha recorrido todo su proceso de creación:

—Aunque las matemáticas son el exponente de la racionalidad más objetiva, no existirían sin la subjetividad del matemático que las “descubre” y las desarrolla. Sin la consciencia del “yo” nada existiría, ni siquiera la razón más empírica.

Volver al agua
‘Volver al agua’

En el poema Luis Eduardo Aute también hace referencia, hasta en tres ocasiones, al poder del fuego. Canta  a “los fuegos ahogados”,  describe los “tiernos incendios de olas” y, al final, asegura que tendrá “que quemar, con lágrimas, todas las fotografías”. Eso nos hace recordar a otro presocrático, Heráclito, que sitúa el fuego en el origen del universo. El músico lo conoce bien porque cuando lo mencionamos le llama por su apodo, “El oscuro” de Éfeso. Las reflexiones del pensador han sido una “fuente iniciática” para el autor de discos con nombres tan sugerentes como Aire, de 1998, Humo y azar, un directo de 2007, El niño que miraba el mar, de 2012, además de sus conocidos tres volúmenes de Autorretratos.

También Heráclito afirma que todo está en constante movimiento, que “no es posible descender dos veces al mismo río”. Aute, a su vez, escribe: “Es oro que baña los restos heroicos”, conectando el fuego y el agua, de nuevo.

—Es un ciclo eterno de contradicciones: el fuego vaporiza al agua y ésta apaga el fuego, juntos se repelen, aunque se necesiten para crear la vida.

En el primer párrafo alude a “las liturgias del desorden”. Otra vez los presocráticos asoman la cabeza, aunque sea sigilosamente. Y es que Anaximandro sitúa el arché en el áperion, que significa “aquello sin límites”. El caos, y el desorden, son aquí el primer motor… Es Aute quien da voz a eso:

—Heráclito hablaba del “conflicto de contrarios”, y Anaximandro de “la armonía de contrarios”. Conflicto y armonía, armonía y conflicto en el principio de todo.

Y es que hemos insistido en nuestro diálogo con Aute y su poema en que el agua es el origen de los orígenes. De ahí la necesidad de volver. Pero el agua también representa el abismo, los “naufragios por venir”, que el autor incorpora en el texto. No se trata, pues, de dar una visión cándida de la naturaleza. Ahí radica sus múltiples potencias:

—El agua da vida, pero también mata.

Es verdad. Pero también abre puertas al deseo. Sus canciones están repletas de esa mirada. Como en su disco Espuma, una selección de canciones eróticas escritas en 1973. También allí hay muchas referencias al agua.

—Es cierto, aunque, la verdad, creo que muchas más a los fluidos del cuerpo… Y otras humedades.

Reímos. De hecho, será otro presocrático, Empédocles, quien concluirá que esos principios (agua y fuego, pero también aire y tierra) constituyen un mundo armónico sólo cuando son sometidos al movimiento del amor.

Se vuelva o no, después, al mismo arroyo.

Este artículo pertenece a Agua y Cultura, sección patrocinada por la Fundación Aquae.

Albert Lladó

Albert Lladó (Barcelona, 1980) es editor de Revista de Letras y escribe en La Vanguardia. Es autor, entre otros títulos, de 'Malpaís' y 'La travesía de las anguilas' (Galaxia Gutenberg, 2022 y 2020) y 'La mirada lúcida' (Anagrama, 2019).

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