Botchan, Natsume SÅseki, Impedimenta 2008,
Traducción José Pazó
“Desde niño, he tenido una impulsividad innata que me viene de familia y que no ha hecho más que crearme problemas. Una vez, en la escuela primaria, salté desde la ventana de un primer piso y no pude andar durante una semana. Alguien se preguntará por qué hice semejante tonterÃa. Pero la verdad es que no hubo ninguna razón especial. Simplemente estaba un dÃa asomado a una de las ventanas del nuevo edificio de la escuela, cuando uno de mis compañeros de clase comenzó a meterse conmigo diciéndome que, por mucho que me hiciera el gallito, en realidad no era más que un cobarde y que no serÃa capaz de saltar. El bedel tuvo que llevarme esa misma noche a cuestas a mi casa. Cuando mi padre me vio, se enfadó muchÃsimo y me dijo que no podÃa comprender cómo alguien se podÃa quedar sin caminar simplemente por haber saltado desde la ventana de un primer piso. Le respondà que la siguiente vez que saltara no me volverÃa a ocurrir.
Otro dÃa estaba yo jugando con el reflejo que el sol producÃa en la hoja de una bonita navaja importada que uno de mis parientes me habÃa regalado, cuando uno de mis amigos exclamó:
– Brillar, brillará mucho. Pero seguro que no corta nada.
– ¿Que no? -le respondà yo-. Mi navaja puede cortar cualquier cosa.
– ¿A que no puede cortar uno de tus dedos? – me desafió.
– ¿Que no? -le repetà yo-. Mira. -Y entonces empujé la hoja en diagonal sobre mi pulgar derecho. Afortunadamente, la navaja era pequeña y mi hueso estaba sano y fuerte, por lo que todavÃa conservo el pulgar, aunque tendré una cicatriz mientras viva.â€
Ahà lo tienen. Encantada de presentarles a Botchan, el protagonista más entrañable, conseguido y leÃdo del escritor Natsume SÅseki (Edo, 1867 – Tokio, 1916). SÅseki es el gran clásico moderno de la literatura japonesa. Cultivó el haiku y la poesÃa china, pero es quizás su obra narrativa la que hoy es más recordada, principalmente entre el público occidental. De sus catorce novelas destacan Yo, el gato, La almohada de hierba y, sobre todo, Botchan (1906), que lo catapultó al éxito y se convirtió en un hit que lleva siendo leÃdo por los jóvenes japoneses durante décadas. Hace unos meses lo trajo la editorial Impedimenta en una fantástica edición con traducción de José Pazó Espinosa y con prólogo del especialista en literatura oriental Andrés Ibáñez. Con todo, Botchan fue Premio Llibreter 2008.
‘Botchan’ significa niño mimado y SÅseki, el pseudónimo literario del autor, quiere decir terco, cabezota. Ahà tenemos al protagonista del libro. Un niño mimado y cabezota pero increÃblemete tierno, ya que en su terquedad siempre va camino de hacer justicia, de colocarse al lado del más débil y de equivocarse constantemente. Desde el principio, y subvirtiendo los cánones del paradigma de la novela realista europea -que ya habÃa llegado a Japón en la época de SÅseki-, Botchan no va a ir a mejor, como suelen intentar los protagonistas de las grandes novelas de Balzac, Stendhal o Dickens. Las raÃces entre todos sus protagonistas en el fondo son las mismas: huérfanos, pobres y perdidos. Y abandonados, porque hasta lo que se sabe a Botchan sólo lo ha querido la sirvienta que tenÃan sus padres en el pasado, Kiyo -que, en parte, lo quiere por interés: ella siempre ha creÃdo que Botchan podrá ayudarla económicamente en el futuro-. Pero las intenciones de Botchan escapan de la escala humana: él, en lugar de ir a la ciudad a prosperar, sale de Tokio para establecerse en un lugar perdido de provincias en el que trabajará como profesor, profesión que en ningún momento ha buscado, sino que, sencillamente, le cae encima.
Una vez allÃ, el dÃa a dÃa con los alumnos y los profesores resulta en insoportable. Unos y otros le hacen todo tipo de canalladas de las que Botchan no sabe -y, sobre todo, no puede por mucho que quiera- desembarazarse. Al contrario, cada vez la lÃa más. Sus intenciones de seguir al modelo, de hacer el bien y de ser justo lo convierten en una especie de Forrest Gump -sin suerte, claro- que no tiene lugar en la sociedad, ya moderna, que relata SÅseki. Esta sociedad moderna tan bien descrita por SÅseki no puede dejar escapar, por el otro lado, una fuerte crÃtica al sistema educativo, claramente extrapolable a la actualidad. Botchan va a relatar sus experiencias desde un principio apodando a los otros profesores, los que tendrÃan que ser sus compañeros, y colocándose asà en un papel que tampoco está al lado de los alumnos. Sea como sea, Botchan pasa su vida siempre fuera de lugar.
Se ha tendido a comparar el libro con El guardián entre el centeno, por ser también novela juvenil, narrada en primera persona y con el marco de un instituto. Nada más lejos, ya que mientras que Holden Caulfield va en busca de su identidad -sobre todo sexual- sin tapujos, Botchan inconscientemente se rebela contra su yo y, siguiendo en cierta manera el modelo japonés de creencia budista, iguala mundo interno y externo para quedarse en la experiencia sensorial. No hay significados, ni metafÃsicas, ni complejidades, ni ambiciones. Botchan está más cerca del protagonista del instituto Benjamenta de Robert Walser, pero sin perversidad.
Entre la falta de imaginación, los clichés más llanos y el más noble conformismo, Botchan no quiere ser ningún Julien Sorel sino que quiere cumplir con el deber, aunque no le dejen, claro. Su carácter emotivo y torpe choca con las afinidades electivas que lo rodean. Por eso, Botchan va a permanecer en un espacio liminal, en el que es imposible llevar a cabo la realización.
Dicen que el buen humor no entiende de fronteras. Después de un siglo, el humor japonés de Natsume SÅseki no se ha agotado. Al contrario, si algo sucede en Botchan es que se rÃe mucho, como en pocos.
Ester Pino
http://pandemicaiceleste.blogspot.com
[…] Natsume: Botchan. Madrid, 2008. ISBN: […]