Carlos Ríos | Foto: Lagüey Ediciones

Policial alucinado

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Carlos Ríos | Foto: Lagüey Ediciones

Carlos Ríos (Santa Teresita, Argentina, 1967), poeta y periodista, dice que trabaja la narrativa a la manera poética, es decir, con un fraseo preciso, como “un latido, silencio; otro latido, silencio”. Dice, además, que en la brevedad y la condensación encuentra “las mejores potencias”. Ha publicado unos cuantos libros de poemas, la novela Manigua (Entropía, 2009), el relato A la sombra de Chaki Chan (Trópico Sur Editor, 2011) y llega a España de la mano de la editorial chilena Lagüey con Cielo ácido, publicada en 2016.

Acá nos cuenta la historia de Lezica, un asesino a sueldo que tiene un encargo bien particular: matar a Waldo Torrico, un millonario estrella que suele aparecer en los programas de cotilleos de televisión. Pero no es un encargo fácil: el tal Waldo se mueve demasiado y Lezica no atina a reducirlo a una rutina que le permita hacer su trabajo con comodidad. Por otro lado, Lezica tiene una estrecha y por momentos ridícula relación con su madre quien ha contratado a un detective para seguirle los pasos. Este detective es un antiguo compañero de cárcel de Lezica y sospechamos que, además de para su madre, trabaja para la policía. En realidad, nada le importa a Lezica porque es un matón nato: ya desde chiquito no “pasaba un día en el que él no matase un insecto”.

“Y ahí también, en esa batalla por sobrevivir, la garra helada de la anestesia social. Entender que si alguien te pone en la mira estás listo y por esas razones hay que moverse sin parar, porque el que se queda quieto es blanco de otro y puf puf.”

Con un imaginario descabellado y similar al de César Aira, Alberto Laiseca o Pablo Katchadjian, Carlos Ríos despliega un policial poco convencional, disparatado, que opera en los márgenes del género pero que lo contiene por entero: hay cadáver, sicario, persecuciones, desapariciones, armas de fuego, amantes. Hay también una manifestación que, naturalmente, termina en represalia. Porque es un lugar común hablar del policial como del género idóneo para la crítica social, y Cielo ácido incluye todos los rasgos aunque los desfigure por entero.

En tono surrealista, alucinado por momentos y siempre humorístico, donde la ciudad tiene un cielo de colores que van cambiando y afectando al ánimo de sus habitantes que miran la tele constantemente y que también constantemente se ponen gotas en los ojos, Cielo ácido es una novela de lenguaje certero y coloquial, de frases cortas, con un ritmo que por momentos recuerda a la rapidez de los disparos.

Por lo demás, la editorial chilena Lagüey, sello perteneciente a Ril Editores, llega a España con autores como Juan José Becerra, Mario Bellatín, Felipe Polleri, el propio Carlos Ríos y Paula Varsavsky.

Verónica Nieto

Verónica Nieto (1978), nacida en Córdoba (Argentina) y afincada en Barcelona, es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Barcelona. Es autora de 'La camarera de Artaud', galardonada con el I Premio de Novela Villa del Libro 2010, reeditada en 2018 (Trampa Ediciones) y traducida al italiano (Valigie Rosse, 2015); de los cuentos 'Tangos en prosa' (Agilice Digital, 2014), y de las novelas 'Kapatov o el deseo' (Balduque, 2015) y 'Qué haces en esta ciudad' (Ril Editores, 2019). Participó en la antología de cuentos 'Barcelona-Buenos Aires, Once mil kilómetros' (Trampa Ediciones, 2019/Baltasara Editora, 2019). Edita y coordina la revista de humanidades 'La Maleta de Portbou' (Galaxia Gutenberg). También escribe en 'Rumiar la biblioteca', un blog de lecturas e impresiones literarias.

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