Trayectoria caótica del problema de los tres cuerpos

El problema de los tres cuerpos

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Trayectoria caótica del problema de los tres cuerpos
Trayectoria caótica del problema de los tres cuerpos

El problema de los tres cuerpos (2007) es el primer volumen de la Trilogía de los Tres Cuerpos, que completan los títulos (provisionales en traducción) Bosque oscuro (2008) y Final (2010). El hecho de ser un producto genuinamente chino y de haber conseguido, por primera vez para un libro no anglosajón, el Premio Hugo en 2015 le ha rodeado de un halo de excepcionalidad global, aparte de haber contado, por lo que parece, con «ilustres» lectores, que ha acabado por ser considerada uno de los títulos de referencia de la SF de las últimas décadas.

«El problema de los tres cuerpos» es un concepto físico, un «problema teórico fundamental de la estabilidad del equilibrio», que establece la imposibilidad de determinar matemáticamente, en cualquier instante, las posiciones y velocidades de tres cuerpos, de cualquier masa, sometidos a atracción gravitatoria mutua; la incertidumbre sustituye a la certeza y el caos a la regularidad. La relación de este concepto con la trilogía descansa en la existencia de una civilización extraterrestre que, sometida a un sistema trisolar y, por tanto, incapacitada para prever las sucesivas extinciones de su civilización cuando las condiciones solares son adversas, planea buscar otra ubicación en el universo próximo.

La novela de Cixin Liu arranca en Pekín en 1967, en plena Gran Revolución Cultural Proletaria. El sistema, con una frágil implantación pero con gran poder emergente, se halla en pleno proceso de purga. Los físicos teóricos, partidarios de la Teoría de la Relatividad y de la Mecánica Cuántica, contaminaciones occidentales, son perseguidos y eliminados. En un tiempo en que las denuncias, tan interesadas como injustificadas, son más efectivas que una lettre de cachet, desaparecer de escena es la opción con mayores posibilidades de supervivencia; en la elección que escoge Ye Wenjie, astrofísica, hija de un profesor represaliado, antes de ser reclamada por un ex-alumno de su padre y reclutada para un proyecto secreto denominado «Costa Roja». Wenjie será uno de los hilos conductores de la historia, que se traslada a un presente difuso y desarrolla en él su trama principal: un mensaje mandado al espacio es captado por los Trisolianos, que ven en la Tierra, tras su invasión y posterior conquista, la posibilidad de supervivencia de su civilización.

Como toda buena obra de ciencia-ficción, El problema de los tres cuerpos, inscrita en el subgénero de ciencia-ficción hard, plantea, bajo la forma de ficción especulativa, una serie de interrogantes con respecto al futuro y al papel de la ciencia y de la técnica en el progreso de la Humanidad: ¿qué pasaría si en los experimentos físicos más avanzados, los que tienen lugar en los aceleradores de partículas, por ejemplo, se descubriera que las leyes de la física no permanecen invariables a través del tiempo y del espacio? ¿Cuáles serían las consecuencias del contacto con una especie extraterrestre notablemente más avanzada que la terrícola?

Nova
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La novela plantea también una serie de dilemas morales de difícil solución; por ejemplo, la posibilidad de colapso de una raza: el progreso técnico -la locomoción autónoma gracias a los hidrocarburos- soluciona cierto tipo de problemas pero crea otros -la contaminación de la biosfera-; por lo que parece, a mayor complejidad técnica, mayor relevancia de los problemas que suscita; así pues, ¿sería posible que se llegara a una etapa en la que la imposibilidad de solución de los inconvenientes colapsara el progreso, llegando incluso al colapso de la raza? No falta tampoco el mensaje ecologista, aunque no en el sentido estricto del tema, sino en una visión extrema: la posibilidad de que la única manera de que la Tierra «sobreviva» sea mediante la destrucción  de la raza humana; la Organización Terrícola-Trisolariana, un movimiento radical de apoyo a la invasión, sostiene que ya que la humanidad no es capaz de redimirse a sí misma, es necesario que un elemento exterior preserve la Tierra, aún al precio de que se destruya la raza si ello es necesario para hacer que el planeta vuelva a ser un lugar próspero en el que no exista el mal.

«Una vez desvelados los misterios más profundos del Universo, ¿sería la Humanidad capaz de seguir existiendo?»

Tampoco falta una mirada crítica a la visión religiosa. La Utopía Terrícola-Trisoliana es un movimiento que acaba desarrollando un sentimiento religioso -recuérdese que la acción se ubica en China, un país laico por ley-, cuyo Ser Supremo serían los Trisolianos, y que se compone de tres facciones: los adventistas, los desafectos por la civilización terrestre en razón de sus muchos defectos; los redencionistas, aquellos que anhelan pertenecer a una civilización más avanzada; y los supervivencialistas, los que abogan por un pacto con la especie dominante a fin de que sus descendientes sobrevivan al enfrentamiento decisivo.

La concepción de ambas civilizaciones como elementos-espejo, no sincronizados pero, debido al contacto comunicativo, sí interdependientes, sirve a Cixin para evidenciar algunas paradojas a las que confiere un carácter eminentemente crítico (existen varias evidencias de esas situaciones-espejo, como los descubrimientos respectivos, en la Tierra y entre los Trisolarianos, de las variaciones en las ondas que recogen el ruido del universo, y que significan que se ha mezclado al ruido de fondo una comunicación inteligente). En primer lugar, el desenmascaramiento de las razones supuestamente puras de la disidencia; en la Tierra, esa oposición se manifiesta en el Movimiento Terrícola-Trisolariano, un grupo de presión favorable a la invasión; entre los Trisolarianos, se encarna en una corriente pro-terrícola, que se resiste a destruir a la Humanidad; ambas disidencias, por supuesto, son secretas, de acceso restringido y siguen, con mayor o menor fortuna, el doctrinario sectario. Las autoridades ambos planetas, a su vez, en una coincidencia nada azarosa, convienen en restringir la información procedente del otro planeta, sobre todo la cultural. También el progreso tecnológico puede dar lugar a ciertas paradojas, como la del «tiempo muerto»: aunque en el presente los trisolarianos están más avanzados técnicamente que los terrícolas, dado el tiempo que es necesario para viajar de un lugar a otro, la capacidad de evolución técnica de éstos y su velocidad de progreso, cuando se realice el contacto ya serán técnicamente superiores a sus invasores, como consecuencia de lo cual la invasión no podrá prosperar; aunque los trisolianos tiene un remedio para colapsar el progreso tecnológico de los terrícolas, o eso creen…

El problema de los tres cuerpos es una estupenda novela de ciencia-ficción que pone de manifiesto la pertinencia o inoportunidad de establecer límites a la ciencia y a la tecnología, el poder de instaurar estos límites y la capacidad y las consecuencias de sobrepasarlos. En la senda que establecieron Arthur C. Clarke en 2001: una odisea del espacio e Isaac Asimov en La trilogía de la Fundación, su mirada sobre el género humano es crítica y reprobadora, pero, a diferencia de las distopías más estrictamente desfavorables, deja abierta una ventana a la esperanza. Ventana que supongo que Cixin Liu explorará en los dos volúmenes restantes.

Joan Flores Constans

Joan Flores Constans nació y vive en Calella. Cursó estudios de Psicologia Clínica, Filosofía y Gestión de Empresas. Desde el año 1992 trabaja como librero, actualmente en La Central del Raval. Lector vocacional, se resiste a escribir creativamente para re-crearse con notas a pie de página, conferencias, críticas y reseñas en la web 2.0, y apariciones ocasionales en otros medios de comunicación.

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