Un joven de diecisiete años vive junto a su familia en el barrio de Drovinja, en Sarajevo. Su madre está enferma al mismo tiempo que en las noticias hablan de la guerra. Un dÃa de abril de 1992 se marcha a Grbavica a visitar a un amigo. Una decisión en apariencia sin consecuencias que acaba teniéndolas: la capital de Bosnia y Herzegovina es tomada durante esa tarde por las tropas yugoslavas tras un asedio considerado como el más brutal sufrido por una población en la historia reciente. Debido a esta situación, el joven no pudo regresar a su casa en tres años, atrapado en la ciudad, obligado a trabajar en un pelotón que se dedicaba a enterrar a los muertos caÃdos durante el conflicto. Tras esta terrible experiencia, el escritor natural de Sarajevo, Damir OvÄina, trabajó a lo largo de veinte años en Plegaria en el asedio, recuento de aquellos tres años que sufrió.
La primera novela de OvÄina resulta impresionante en su ambición tanto narrativa y estilÃstica como en su deseo de extenderse (más de setecientas páginas) para convertir en literatura el horror cotidiano de esos tres años. OvÄina lleva a cabo esa escritura mediante un estilo directo, de una objetividad descriptiva que, a su vez, logra no anular la subjetividad de la mirada: existe en Plegaria en el asedio una perfecta unión entre la mirada del joven y cómo vive esa experiencia, es decir, las sensaciones personales, con la reconversión de esta mirada en una detallada descripción que persigue, y consigue, transmitir con la mayor claridad posible lo que sucedió durante el asedio. AsÃ, la experiencia personal deviene en narración casi documental. OvÄina ofrece página tras página un ritmo orgánico en su avance, esto es, transmitiendo al lector el dÃa a dÃa durante el asedio en sus variaciones, con sus tiempos muertos, pero también con sus momentos de zozobra y su crueldad.
OvÄina opta por apenas usar los tiempos verbales creando frases de una sencillez absoluta que son pura narración sin necesidad de conjugarlas, en muchos casos para reducir los hechos a su esencia más perfecta. AsÃ, el lector avanza en la lectura de manera vertiginosa introduciéndose en un horror que OvÄina utiliza para ahondar en una cotidianidad Ãntima en la que se manifiesta de manera más clara la barbarie. El marco amplio, general, del conflicto bélico se introduce en los cuerpos que habitan una ciudad asediada y controlada por francotiradores. Una ciudad que en una sola tarde pierde su libertad y se convierte en una gran cárcel donde las ejecuciones se suceden y la vida, según avanza el tiempo, va perdiendo sus caracterÃsticas más humanas. La atrocidad surge en los gestos pequeños, el miedo desdibuja a las personas que van apareciendo en una narración que nos recuerda cada página una de las grandes vergüenzas de la Europa reciente: la guerra de los Balcanes. Y OvÄina lo hace a través de una enorme fisicidad descriptiva que se adentra en unas figuras humanas que se diluyen en las calles de Grbavica.
En tiempos de creaciones dirigidas por las agendas y temas de moda, una novela como Plegaria en el asedio nos sitúa en otros discursos, en otras coordenadas. Pone de relieve cómo una novela polÃtica comienza con su forma, con la manera en que articula su mirada desde lo artÃstico y lo estilÃstico. De esta manera, el escritor compone una novela de épica Ãntima que, con el tiempo, deberÃa ser considerada como unas de las grandes obras sobre los relatos del horror bélico y, en particular, sobre la guerra de las Balcanes. Acerca del infierno, pero también mostrando que, incluso en él, es posible encontrar entre los escombros de todo tipo el amor y la amistad y signos de una humanidad que, a pesar de estar herida, se manifiesta como contrapunto de una guerra salvaje.