Tarde perezosa de domingo. Sin nada que hacer decido escuchar un poco de música. Echo un vistazo a mi discoteca y, finalmente, me decido por Mr. M, la última entrega de los norteamericanos Lambchop. Enciendo el equipo de música, saco el vinilo de la funda, lo coloco en el tocadiscos y pongo la aguja sobre los primeros surcos del disco. El sonido de la aguja raspando el vinilo me da tranquilidad y, tras un instante, empieza a sonar la intro orquestral de “If Not I’ll Just Dieâ€; llega el redoble de la baterÃa y ya oigo la voz profunda de Kurt Wagner, lÃder del combo de Nashville: “Don’t know what the fuck they talk about / Maybe blowing kisses, blowing names / And really what difference does it makeâ€â€¦
Escuchar un vinilo sigue siendo un ritual para los melómanos. Lejos de las prisas de la vida diaria, se necesita tiempo, tranquilidad y un espacio cómodo para oÃr música en un formato fÃsico que pese a las apocalÃpticas proclamas de hace veinte años sigue vivo y con una salud más que aceptable, mientras que el CD no consigue salir de la unidad de cuidados intensivos de la industria musical.
La ciudad de Barcelona ha sido un buen referente para la industria. Hace un par de décadas la calle Tallers y sus calles adyacentes eran un hervidero de tiendas musicales, de ropa, para mirar y remirar hasta encontrar ese vinilo o esa parka que nos harÃa fardar cuando se los enseñásemos a nuestro grupo de amigos. Con la crisis, algunas tiendas de música como Castelló Overstock han bajado las persianas, otras siguen al pie del cañón como Revólver, y otras como Kebra Disc, en la calle Sitges, han abandonado los vinilos pero siguen vendiendo ropa. En la misma calle todavÃa resiste Daily Records, fundada en 1994, por Roger Geli. Ahora en pleno siglo XXI siguen deleitándonos con lo mejor de la música negra, el punk o el hardcore. Roger cree que la crisis de la industria ha reestructurado el sector y que “quien tenÃa que caer ya lo ha hechoâ€, pero reconoce que ahora el vinilo lleva una “buena trayectoria, muy positivaâ€.
Una buena trayectoria que ha hecho aparecer nuevas tiendas pero con distinta suerte. Es el caso de Luchador Records, que abrió en julio de 2011, en la calle Ferlandina, muy cerca del MACBA, y que bajó la persiana el 30 de abril, coincidiendo con la celebración del Record Store Day. En un comunicado, Pol y Esteban, los dos socios de la tienda, explican que “tenÃamos la esperanza de cubrir las necesidades de un tipo de público que creÃamos que no encontraba determinados discos en esta ciudad y que le daba mucha importancia al formato fÃsico, pero con el tiempo nos hemos dado cuenta de que no era un público suficientemente amplio†y, por si acaso, lanzan un aviso a navegantes: “Creemos sinceramente que se debe apoyar a las tiendas que quedan, a los sellos pequeños y sobre todo a las bandasâ€. Esperemos que corra mejor suerte Ultralocal Records, situada en el número 113 de la calle Pujadas. Lejos del mundanal ruido del centro de la ciudad, Ultralocal se ha especializado en sellos discográficos catalanes y además de vender discos, como si se tratara de un doble salto mortal, también organizan conciertos en directo en el mismo local.
Quien ya tiene clientela fija, y mucha experiencia en esto de los vinilos, es Wah Wah Records. Situada en la calle Riera Baixa, a pleno pulmón del Raval, Jordi Segura sigue tras veinte años erre que erre con su pasión por los vinilos. Con una media sonrisa, Jordi recuerda que cuando abrió la tienda coincidiendo con el boom del CD y con los pronósticos agoreros sobre el futuro del vinilo “todo el mundo se reÃa de mÃ, y ahora veinte años después, aquà sigoâ€. Segura coincide con Roger que el interés por el vinilo ha crecido pero añade que todavÃa “hay un vacÃo con la clientela que todavÃa no ha entrado en este mundo del vinilo y que ya no creo que se metaâ€.
Pero, ¿es Barcelona una ciudad con cultura vinilera? Roger Geli lo tiene claro: “SÃ. Tradicionalmente, en los años setenta, Barcelona era la ciudad de España que, proporcionalmente, tenÃa un mayor consumo de discosâ€. En Daily Records lo notaron también al abrir la tienda: “antes los clientes eran más militantes. Ahora se ha añadido gente joven pero es el segmento más veterano, el que va de los treinta a los cincuenta años, el que sigue comprando más vinilosâ€. Para Jordi Segura, la clave es el ambiente cultural de la ciudad: “Barcelona ha sido una ciudad muy abierta que ha tenido cultura del vinilo pero también mucha cultura musical y mucha influencia e intercambio con el extranjeroâ€. El jefe de Wah Wah recuerda que en la Barcelona de los setenta “ya habÃa mucho seguidor del jazz y, luego, también aparecieron movimientos como la Nueva Cançó o toda la música progresiva con grupos como Maquina o Ia i Batisteâ€.
Renovarse o morir
Según los datos de Promusicae, la asociación que representa a los productores musicales en España, la venta de vinilos aumentó, en nuestro paÃs, en un 45,4% en 2011 con respecto al año anterior. Las grandes discográficas vendieron 141.000 elepés, cifra menor si consideramos a todo el sector pero importante si se tiene en cuenta que fueron las mismas multinacionales las que hace unos años vaticinaron la muerte del vinilo.
En el año 2010 en Estados Unidos se vendieron 2,8 millones de elepés, un 14% más que en 2009, según los datos de Nielsen SoundScan, la empresa privada que se dedica a contabilizar los discos vendidos en EEUU. Este incremento se debió a que dos grandes razones: la reedición de vinilos clásicos de los Beatles, Jimi Hendrix, Pink Floyd o Bob Dylan, y por la apuesta que hicieron grupos como Radiohead, The Black Eyes o Arcade Fire por el formato del elepé.
Son datos que podrÃan resumir los cambios que han tenido que hacer las discográficas, sean majors o independientes. Esta profunda renovación de la industria también la ha vivido Jordi Llansamà al frente del sello BCore Disc. Nacida en 1990 con la voluntad de referenciar a los grupos de la escena hardcore de la capital catalana, en junio de 2011 abrieron tienda fÃsica en el barrio de Gracia, aunque Llansamà reconoce que “fue más un capricho y una reafirmación de nuestra manera de entender la músicaâ€, una filosofÃa basada en el DIY (Do-It-Yourself), o sea, independencia creativa respecto a los canales comerciales más habituales.
Jordi reconoce que “nos estamos adaptando a vender nuestra música online y a través de las nuevas tecnologÃasâ€. Un ejemplo de esta adaptación es regalar una descarga electrónica del disco con la compra del vinilo. “Lo hemos hecho desde el principioâ€, explica Llansamà , “somos conscientes que la gente escucha música diariamente con reproductores digitales, fáciles de usar y de llevar encima. Simplemente con la descarga creo que estamos facilitando el uso de la música para nuestros clientesâ€. Otra de las opciones es encontrarse una copia en CD del vinilo.
BCore Disc vive sobretodo de su venta online, “la tienda fÃsica básicamente no funciona†asegura Jordi, pero siguen apostando por el formato del vinilo “por la calidad del sonido, porque puedes disfrutar del artwork en un formato grande, leer las letras mientras escuchas el disco y tener el placer de verlo en tu estanterÃaâ€.
Vinilo vs mp3
De momento, el vinilo ya ha superado la prueba del CD, pero ¿podrá superar la revolución digital y las nuevas formas de escuchar música? Con más o menos convencimiento, tanto Jordi Llansamà , como Jordi Segura y Roger Geli están convencidos que sÃ. Según el jefe de Daily Records, “mientras la gente quiera formatos fÃsicos, será el formato reyâ€. Por su parte, Jordi BCore cree que el CD “aguantará todavÃa un poco con los productos mainstreamâ€, aunque “ya no funcionará para bandas con tiradas [de discos] limitadas y pequeñas†y si se tienen que decidir por algún formato será “por el LP y el formato digitalâ€. Más dudas tiene Jordi Segura que ve un futuro “incierto†y, en un dardo hacia la industria, asegura que “lo importante es que la gente consuma música al precio de acuerdo con lo que vale porque si no todo esto desapareceráâ€. Pese a este ligero pesimismo, cree que aguantará “veinte años más, o eso esperoâ€.
Texto y fotos: Albert Paris i Cabeza
Esta reportaje ha sido seleccionado entre los presentados por los alumnos de la segunda edición del Curso de Periodismo Cultural de Revista de Letras, como ejercicio de la Unidad Didáctica 3 (“La crónica y el reportaje. Del testimonio a la polifonÃaâ€).