“Dame cinco duritos, dame cinco duritosâ€. JPV se contrarresta la medicación a base de cafés en el bar del sanatorio. De la cafeterÃa del Instituto Pere Mata, para ser exactos. Quiere los cinco duritos para otro café. En la mesa de enfrente una rubia octogenaria con aire de cupletista nos grita unas estrofas de La bien pagá. “Cállate†-se revuelve JPV- “que nos van a dejar sin función por tu culpaâ€.
Corren los años 80 y el Teatro del Manicomio todavÃa está en funcionamiento. Cada tanto se representan obras para los internos e incluso se preparan representaciones en las que participan enfermos y personal sanitario. JPV se explica: Si no se portan bien, las enfermeras no les dejaran asistir al teatro.
A finales del siglo XIX Reus contaba con 27.000 habitantes y cinco teatros que ofrecÃan espectáculos regularmente. Una oferta que hay que poner en contexto para que se entienda su desmesura. Esta ciudad de provincias, situada a 100 kilómetros de Barcelona fue la principal exportadora de aguardientes del momento, comercio que le valió gran proyección internacional y muchÃsimo dinero. Llegada la revolución industrial sumó la producción textil a los excedentes y se subió al carro de las vanguardias con el Modernismo haciendo ostentación de sus posibles en la arquitectura urbana. No se puede tomar el pulso cultural a Reus sin hacer mención a La Casa Rull, La Casa Gasull, La Casa Navás, diseños todos del arquitecto Lluis Domènech i Montaner, ilustre exponente del Modernismo Catalán.
Esta fue una época en la que el buen gusto, la intelectualidad y el progreso marcaban la pauta, usos que se extendieron a todos los aspectos sociales. Es en este contexto donde se concibe el Instituto Pere Mata (también de Domènech i Montaner), centro que ha de cubrir las necesidades psiquiátricas de la zona y que se erigirá en Insignia del esplendor Modernista de la ciudad.
El conjunto cuida todos los detalles, no solo estéticos. Alberga el hospital, sus jardines, los pabellones ordinarios, los de beneficencia y el Pavelló dels Distingits, el pabellón donde los potentados colocaban a los familiares que sufrÃan algún “tipo de afecciónâ€.
Se dice que este Pabellón resultaba a veces una buena solución para esconder a la oveja descarriada e incluso apartarla del patrimonio familiar. El Centro psiquiátrico, pues, no escatima en complementos para satisfacer el modelo social y hasta se construye en él un teatro para que los internos tengan su dosis de arte dramático. El teatro al que asisten JVC y su escandalosa acompañante. Otro Teatro. La ciudad entra en el S.XX abastecida con seis teatros.
Reus esconde teatros en todas sus cavidades como si tratara de construir una gruta de refugios a salvo de la convención y los juicios de su sociedad pequeño burguesa. El Teatro Fortuny, el Bartrina, el Bravium, el Teatre de l’Institut Baix Camp, el de la Palma, el de l’Orfeó Reusenc, el del Pere Mata. Se podrÃa pensar que cada colectivo tiene su teatro. La topografÃa que dibuja la inquietud dramática se puede extrapolar al resto de artes. Cines, galerÃas de arte, escuelas de danza, literatura y centros culturales de prestigio como el Centre de Lectura, han alimentado las mentes de la localidad. Las inquietudes artÃsticas tuvieron el mecenazgo necesario, la vida cultural era intensa, importante y generadora de debate.
Es reconocible la voluntad de las élites reusenses por cultivarse. Y es este hecho el que ha marcado el perfil cultural de la ciudad. En la actualidad solo dos teatros se dedican a la oferta dramática: el Teatre Fortuny, el de abolengo, con su lámpara enorme y al que se acude abrigado con pieles y perlas y el Teatre Bartrina, su pariente modesto. El resto pone las instalaciones a disposición del folclore y aloja iniciativas amateurs que no trascienden más que a familiares y amigos. Los actuales residentes del Pere Mata utilizan su teatro para asambleas y carnavales. Las clases potentadas, que han impulsado la cultura, se rigen con los parámetros del siglo que les dio la gloria pero contrariamente al espÃritu del mismo ya no recogen las vanguardias. Esta es una ciudad que no ha vivido era pop, porque parte de una cultura acomodada que como tal no se permite influencias estéticas que rompan con los formatos tradicionales.
Las nuevas generaciones han buscado la renovación en los festivales. Como el de Cortometrajes que se organiza conjuntamente con la vecina población de Cambrils. Un modesto Festival de Jazz, uno de reggae, el Reggus, que moviliza publico alternativo y con bastante éxito de afluencia. El extinto Taca d’Oli que para ser un certamen de poesÃa llegó a celebrar seis ediciones. Y finalmente el COS (festival de mimos) y el espectacular Trapezi. Aquà están las artes escénicas destacando de nuevo.
El Trapezi es un festival de circo y acrobacia que durante 15 ediciones brindó un espectáculo exquisito. Su calidad técnica y artÃstica colocó a Reus de nuevo en la plaza cultural de referencia. Pero el formato ha tocado techo. Los recortes le han pillado enfermo de éxito y las dos últimas ediciones (16 y 17) demuestran que se van a cargar el invento.
La oferta cinéfila se ha visto relegada al circuito comercial y el intelectual Cineclub ya solo exhibe algunas de las pelÃculas que los multisalas suprimen de su cartelera. Lejos quedaron los tiempos en que Bigas Luna impartÃa su taller anual. En verano hay algunas proyecciones al aire libre pero lo cierto es que no hay estÃmulo para el cine alternativo. Ni público para tantas galerÃas de arte, de las que solo queda un par. La oferta teatral es cada vez mas limitada. La vida artÃstica en Reus adelgaza, los circuitos culturales se comercializan, pero no se renuevan. Para que se fabrique cultura se necesita patrocinio, sea privado o institucional. Blindado el uno y recortado el otro la sabia artÃstica se agota.
Aunque no lo parezca. Porque esta es una ciudad dinámica con la agenda repleta de eventos con pátina cultural: las ferias artesanales y de productos que alternativamente se instalan en las plazas, las catas de vinos, aceites o cervezas en la calle, la noche de tiendas , o el encendido del alumbrado navideño, todos ellos enfocados al estÃmulo de la transacción comercial. Estos, junto con el folclore local y sus pasacalles (el concurrido “seguici popularâ€), son los movimientos culturales más promovidos. Reus, pasada ya la época del aguardiente y del textil está condicionada por su cariz comerciante y vertebrada por el recorrido de sus calles de tiendas. Un Rodeo Drive adaptado a la provincia, otro escenario para que las señoras puedan lucir bolsos y cardados.
Pero es indiscutible que esta burguesÃa con sus excesos y defectos ha creado un caldo en el que se cuecen muchas inquietudes. ¿Que otra ciudad hubiera colocado a un doble de Elvis Presley de concejal? El Mito, encarnado en la piel de un funcionario de correos y mediante la opción polÃtica de creación propia CORI ganó la plaza de concejal en las municipales de 2007 y durante cuatro años defendió un programa electoral delirante a la vez que escenificaba los gestos, la ostentación y los vicios del poder polÃtico vestido con los mejores trajes del rey del rock. Teatro, puro teatro.
Suerte tuvo el tarambana de pertenecer a este siglo porque de haber sido un potentado de principios del XX tendrÃa su lugar reservado en el Pavelló dels Distingits. Y las alocadas cupletistas de la época tendrÃan quien les hiciera los coros.
Que a Reus no le falte teatro, su bálsamo de Galaad, porque necesita donde evacuar el alma. De otro modo las pasiones y escarceos quedarÃan relegados a la literatura, vicio que se practica en la intimidad. Y el Reusense no puede quedarse en casa, necesita entrenimiento y público para recrearse.
Texto y fotos: Mercè Prunera Mas
http://missplumtree.blogspot.com.es
Este reportaje ha sido seleccionado entre los ejercicios presentados por los alumnos del Grupo I para la Unidad Didáctica 3 (“La crónica y el reportaje. Del testimonio a la polifonÃaâ€) del Curso de Periodismo Cultural de Revista de Letras.