El texto nos recibe con un juego de palabras: voz / vos (una especie de engranaje que funciona como llave en dos posiciones). Abre una serie para disputar una zona no decible por fuera del poema. El sujeto construye un lugar nuevo para esas voces a la altura del campo enemigo. Allà están las voces no escuchadas, voces que rigen en ese sistema interno, y las segundas personas traÃdas a la misma red. El “conurbano†de Ayala es la necesidad de una voz que raja el suelo en dos vertientes. Veámoslo con estas citas:
Si bien la personalidad de la escritura es la misma y es reconocible, a estas vertientes podrÃamos definirlas como “del discurso material†y “del discurso fantasmalâ€. Reparemos en la segunda.
Esa voz puede meterse en problemas y salir, quedarse o taladrar el muro de los versos. Puede asumir un tono impropio temporariamente, volver o patear las expectativas dadas por una secuencia.
Imposible que no nos quede resonando el verso:
“¡Si la ficción se retroalimenta, no seas ficción!â€
La autonomÃa clásica del arte es una caja de cristal diseñada para que aplausos disparados de manera automática persistan y se multipliquen en el aire en proporción al deseo del artista. Ahà todo se retroalimenta y todo es ficción. En la gesta de lo incorpóreo, la poesÃa de Ayala no cumple funciones ni milita para las verdades. Atraviesa las paredes de un territorio expropiado al monocorde canto de las máquinas expendedoras de realidad.
Diego L. GarcÃa nació en Berazategui, Buenos Aires, en 1983. Es Profesor en Letras, egresado de la Universidad Nacional de La Plata. Escribe poesÃa y crÃtica. Entre sus últimas publicaciones se encuentran los libros de poesÃa 'Esa trampa de ver' (Añosluz editora, 2016), 'Una voz hervida' (Jámpster e-books, 2017), 'Una cuestión de diseño' (Barnacle, 2018) y (fotografÃas) (Zindo & Gafuri, 2018). Colabora en las revistas 'Transtierros' y 'Jámpster', entre otras.