Filmoteca Literaria (III): «The Dead» (1987)

The Dead
(John Huston, 1987)
Basada en el relato homónimo de James Joyce
Guión de Tony Huston
Música de Alex North
Fotografía de Fred Murphy
Intérpretes: Anjelica Huston, Donal McCann, Helena Carroll, Cathleen Delany, Ingrid Craigie, Rachel Dowling, Dan O’Herlihy, Marie Kean, Donald Donnelly, Colm Meaney

El relato

Mi intención era escribir un capítulo de la historia moral de mi país, y escogí Dublín para escenificarla porque esa ciudad me parecía el centro de la parálisis (James Joyce).

Último de los cuentos que forman parte del volumen Dublineses, «Los muertos» tiene como protagonista a Gabriel Conroy quien, junto a Gretta, su esposa, asiste a la tradicional cena que ofrecen sus tías para celebrar la Epifanía junto a familiares y amigos. Tras la deliciosa velada, ya de regreso en el hotel, Gretta le confesará un conmovedor episodio que ha guardado para sí durante toda su vida.

Dublineses fue publicado en 1914. Los quince cuentos que integran el volumen sirvieron a Joyce para reflejar el tremendo conflicto que se vivía en Irlanda durante la época, en plena crisis de identidad histórica debida a su vinculación con el Imperio Británico y el surgimiento del movimiento nacionalista que, en «Los muertos», aparece representado en la figura de la señorita Ivors. La tensión, en la que también participaba la Iglesia Católica, desembocó en la declaración de Independencia de 1921.

Si el libro, en su totalidad, es uno de los grandes logros de Joyce, «Los muertos», como relato unitario, ha sido valorado por los especialistas como el más perfecto escrito en lengua inglesa.

El autor

James Joyce (Dublín, 2 de febrero de 1882 – Zúrich, 13 de enero de 1941) perteneció a una familia católica de clase media. Estudió en el colegio de jesuitas de Belvedere y en 1898 se matriculó en la National University de Dublín, interesándose por el conocimiento de lenguas y la gramática comparada. Defensor acérrimo de la lengua inglesa y alejado de los movimientos nacionalistas, en 1902 viajó a París para estudiar literatura, regresando a los pocos meses a Irlanda para trabajar en la docencia. Tras su boda, en 1904, se trasladó a Zurich y más tarde a Trieste. Publicó su primer libro, el poemario Música de cámara, en 1907. Dublineses, en 1914, sería su segunda obra, cosechando con ella un gran éxito. Ese mismo año se inicia la publicación por entregas de Retrato del artista adolescente en la revista The Egoist. Ulises, su gran obra maestra, apareció en 1922, desmontando los cimientos de lo que, hasta la fecha, se estipulaba como novela o ficción narrativa. Con Finnegans Wake (1939) concluyó una breve pero imprescindible página de la literatura del siglo XX. Falleció el 11 de enero de 1941, tras una operación de úlcera.

La película

Testamento cinematográfico de John Huston, quien la dirigió ya muy enfermo en silla de ruedas  y «atado» a una máscara de oxígeno debido a un enfisema pulmonar, The Dead, conocida en España como Dublineses, se convirtió en uno de los grandes éxitos del cine independiente de la década de los 80. Presentada como una pequeña obra de cámara, respetando el relato de Joyce, una de las grandes aportaciones del guión de Tony Huston (nominado al Oscar por su adaptación) fue el de transformar los últimos párrafos del texto en un estremecedor monólogo interior del protagonista. Aunque algunas voces criticaron el aspecto de «obra menor» del film, con diálogos superfluos y un ritmo pausado que invita a pensar que no sucede nada en la pantalla, la grandeza de la película se encuentra, precisamente, en los pequeños matices escondidos detrás de cada plano, de cada frase. Sin olvidar las soberbias interpretaciones de un reparto en estado de gracia que, en sus intervenciones individuales o colectivas, aportan a sus personajes el punto justo de ternura, haciendo imprescindible cada pieza del tablero que representa The Dead. Y, como obra final de Huston, el director lleva al extremo la fusión del creador literario con el cineasta, haciendo suyas las reflexiones de Joyce acerca de la débil existencia, el dolor y el peso de nuestras experiencias, y la inevitable presencia de la muerte, temas, por cierto, que ya había abordado en anteriores trabajos fílmicos.

José A. Muñoz