La madona del futuro y otros relatos sobre artistas (Ediciones Cátedra, 2021), con edición a cargo de Juan Antonio Molina Foix, reúne cinco relatos de Henry James que giran alrededor de la creación artÃstica.
La madona del futuro, El mentiroso, Lo auténtico, La pátina del tiempo y El holbein de Beldonald componen esta antologÃa de relatos, si bien, los tres primeros, por extensión y estructura, se acercan más a la forma de la nouvelle. James publica La madona del futuro en 1873, El mentiroso, en 1888, Lo auténtico, en 1891, La pátina del tiempo, en 1900 y, finalmente, El holbein de Beldonald, en 1901; es decir, estamos ante una serie de relatos escritos a lo largo de varios años que, después, irán apareciendo en diferentes colecciones de relatos. Reunidos en una misma antologÃa sirven no solo para encontrar, en unos y en otros, ideas sobre el arte que James expresó de manera directa en ensayos, también para apreciar esas ideas, o esa mirada hacia el gesto artÃstico y la significancia del arte, a través de unas ficciones con las que el escritor norteamericano experimenta con la forma literaria a pesar de exponer sus historias desde una aparente sencillez.
Influenciado por la cultura europea, la cual conoció por sus numerosos viajes y estancias en el Viejo Continente, James despliega en estas cinco piezas una visión hacia un pasado cultural y artÃstico al que mira con cierta nostalgia, pero siempre tamizada por cierta ironÃa al pensar en el arte como un ente orgánico, que no atiende al paso del tiempo, pero que, sin embargo, y contradictoriamente, vive anclado en el pasado intentando, de alguna manera, manifestarse en el presente. Esto conlleva que estos relatos, de muy distintas y sutiles maneras, linden con un tono fantástico: no tanto porque en ellos acontezcan sucesos que puedan calificarse como tales, como en una cuestión de tono. También hay algo que juega con la idea de lo mortuorio, en ocasiones, casi desde una visión siniestra sobre la viabilidad del arte, en estos casos la pintura, de captar y crear unas imágenes que quedan adheridas para la eternidad en sus lienzos. Hay, a su vez, una atmósfera extraña, a veces enfermiza, que James trabaja de manera maestra para trascender los contornos del realismo literario: sus excelentes descripciones nos trasladan a una realidad ficcional bajo la cual hay siempre algo que parece trastocar su propia construcción.
Cada relato nos propone un acercamiento distinto al arte y lo hace, además, con el juego de puntos de vista o de perspectiva narrativa que tanto gustaba a James, algo que en estos casos sirve para un propósito no solo literario, también como vehÃculo reflexivo: el lector deberá fiarse o no, en algunos casos, de los narradores y de aquello que nos relatan, siempre sujetos a cambios drásticos en la historia, a variaciones o giros oportunos que, de forma sutil, conducen las historias hacia otros derroteros y nos sorprenden. Una manera de obligarnos a que nos planteemos la construcción del arte, de la ficción, como forma de representar lo real, cómo es modelado por lo literario -o cualquier arte representacional, sea cual sea su forma expresiva- partiendo de una realidad que, en sà misma, es cambiante e imposible de aprehender: al fin y al cabo, cada punto de vista desglosará, a partir de un mismo elemento, una visión diferente. Esto conduce a James a preguntarse a través de sus historias sobre su forma de narrar, sobre ese realismo literario que se encargó de transformar en algo totalmente diferente.
La autenticidad del arte, la imposibilidad de la perfección, la belleza de lo real frente a la belleza de lo representado, el doble, el cuadro que cobra vida y se manifiesta en el presente como memento mori que recuerda, con su presencia, la fugacidad de la vida, el deseo frente a la imposibilidad de saciarlo, son temas que recorren estas cinco obras que, aunque contextualizadas, acaba abrazando una cierta abstracción atemporal sobre aquellos temas sobre los que giran. Unos relatos que muestran una faceta de gran relevancia en la literatura de James: no se trata tanto de si el arte debe o no imitar a la realidad; o si está mita al arte. Para el escritor norteamericano, en el fondo, lo anterior no tiene demasiada importancia. O ninguna. El arte debe olvidarse de la autenticidad para abrazar la belleza, sea cual sea esta.