Imants Ziedonis latvian envelope | WikiMedia Commons

Rendir cuentas con lo extraño

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Imants Ziedonis latvian envelope | WikiMedia Commons

Hay autores para los que expandir la conciencia consiste en apilar fragmentos que, como un mantra, ofrecen un consuelo privado: “Solo hay una obligación: la de encajar”. Distracciones. Dilaciones ociosas, sin aparente dirección, “porque lo conseguido no es útil. Y lo útil nunca es suficiente”. En ausencia de significados, la certeza de que “nada es lo que parece: dos chispas en la misma hoguera nunca se encuentran”. El poeta letón Imants Ziedonis (1933 – 2013) atrapa instantes antes de que languidezcan. Observa:

“Un camino no es mucho pero es mejor que nada. Un camino es un camino, es lo que hay. Dios dispone el camino. Es lo que queda”.

Sucede algo, que también se pierde. No escribirlo es dejar constancia: “Y tú envidiabas las perlas de tu amiga. Por qué, si son granos de arena: las perlas son nada más que granos de arena”. En su colección de poemas en prosa de 2019 minimisms (Imanta Ziedoņa fonds; versión inglesa a cargo de Žanete Vēvere –Paskvalini, que traducimos al castellano) el autor báltico acomete diarios sin disciplina, tareas en parámetros indefinidos:

“Por raro que parezca, la apatía, el escepticismo, el complejo de inferioridad y la indiferencia, en todas sus variantes, son el potencial oculto del espíritu que grita auxilio”.

Imanta Ziedona Fonds

El cuaderno inestable incluye firmes resoluciones sin importancia, cuentas cotidianas con lo extraño, ya que “ocuparse en algo es la única forma humana de alcanzar la felicidad”. El miembro fundador de Atmoda, a favor de la Restauración de la Independencia letona, escribe echando vistazos, toma notas fugaces, se somete a la agitación del momento, acomete urgencias, (“Es fundamental seguir activo: este es el momento y el lugar. Esta es tu única oportunidad”), intimaciones de conexión, posibilidades (“Extraño que lo que pesas antes de ser incinerado nunca sea equivalente a sus cenizas”), emerge la imagen mientras el poeta de Motocikls (1965) la contempla, antes de hundirse en una insatisfacción inquieta, significativa, sustancial, regenerativa.

Se anteponen a los ciclos repetitivos del desaliento y el optimismo, el insomnio y la convivencia:

“Nos hemos perdido tantas veces, tantas nos hemos buscado de nuevo. Vivir ha de ser esta búsqueda del ser, otra certeza no tengo. Por eso tampoco temo”.

El diarista de Dzejnieka dienasgrāmata (1965) se pregunta qué hacer. Nada. Se sienta en el jardín de su casa de campo a las afueras de Murjāņi, (“A solas. Incontable. Una vez conté y llegué hasta uno. Comprueba: aquella es mi casa, allí moran mis ayeres numerados”), escucha el oleaje alejado de los automóviles, se confina en el espacio insurgente, sin conformarse.

Se acomete la circunscripción repentina de lo ilimitado:

“El que acumula dudas es incapaz de crear nada”.

Sin bloqueos, el disidente del totalitarismo, galardonado con el Premio Poeta Nacional de la Letonia Soviética, cede a la intención de garabatear, consciente de que “a nadie se accede a través de puente o vereda. Si quieres llegar a alguien, sigue su reflejo”. Calla a través de lo que solo tiene sentido para el autor honrado en 1995 con la Orden de las Tres Estrellas, tras la independencia de su país de la U.R.S.S., se expone sin estar afuera, habla a solas sin abrir la boca.

“La fiesta nunca es tan hermosa como la noche antes de la fiesta. La palabra que decimos, nunca tan poderosa como la que no decimos”.

En apenas un segundo, los minimismos del autor de Epifhanies (1971, 1974, 1994), compilados por Lija Brīdaka e ilustrados por Ieva Krūmiņa, nos invitan a la prolija atención casual que transpiran sus breves soledades abstemias (“La flor es tan ancha como el mar”), burbujas raudas, micromáquinas del descartar (“No lanzarse de cabeza al mar, no pisar la flor, no aplastar al alma, sino caminar junto a ella, rondarla, quedarse cerca”), memorias que no asimilan, limitadas a recordar sin ubicación en el tiempo, en el espacio. Leemos a Ziedonis dejando todo a un lado, sin terminar, para internarnos en las infinitas capacidades del futuro.

José de María Romero

José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es crítico de narrativa, poesía, ensayo y novela gráfica. Es miembro de la AAEC-Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literario. Colabora con sus reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional.

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