Shirley Jackson | Foto: Editorial Minúscula

Cuentos escogidos

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Shirley Jackson | Foto: Editorial Minúscula
Shirley Jackson | Foto: Editorial Minúscula

«A tu padre y a mí no nos ha gustado nada tu cuento [«La lotería»] de The New Yorker. Parece, querida, que la gente joven de hoy en día sólo pensáis en historias sombrías. ¿Por qué no escribes algo para animar a la gente?» [Carta de su madre a Shirley Jackson].

Que yo sepa, el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Transtornos Mentales -DSM en sus siglas en inglés-, tan dado en encontrar mental disorders, no ha categorizado todavía la «jacksonitis», la disfunción mental de variada sintomatología que afecta a los protagonistas de las obras de Shirley Jackson. Lo insólito en los escritos de la autora estadounidense no es tanto las situaciones ante las que coloca s sus personajes, por muy extravagantes que parezcan, como sus reacciones; pero si los adultos tienen reacciones extrañas, es en los niños en los que la autora se recrea con especial crueldad.

«Con súbito horror, se dio cuenta de que se había olvidado de poner sábanas limpias en la cama; acababa de recibir la ropa de la lavandería y cogió unas sábanas limpias y fundas de almohada de la estantería superior del armario y deshizo la cama, actuando con rapidez para evitar pensar a conciencia por qué estaba cambiando las sábanas.»

Jackson parece hurgar en la naturaleza del ser humano no con un eficiente y preciso bisturí ni mediante un corte limpio, sino con una herramienta oxidada de filo mellado, hurgando y escarbando hasta provocar una llaga cuya cicatrización dejará un costurón indisimulable.

Minúscula
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Desigual como cualquier recopilación de relatos, estos Cuentos escogidos tienen el mérito de contener, entre los siete de la selección, una obra maestra de la narración corta, el cuento La lotería. Pero el volumen tiene una «segunda parte» en la que se incluyen cuatro pequeños ensayos sobre el género del relato en los que no sólo intenta responder a las cuestiones como de dónde sale una historia de ficción:

«El origen de cualquier obra de ficción es la experiencia humana. Esta traducción de la experiencia a la ficción no pasa por la mística. En parte es, creo, reconocimiento, y en parte, análisis. La pura descripción de un hecho difícilmente puede considerarse ficción, pero el mismo incidente, después de desmontarlo con esmero, de haber examinado su estructura emocional y su equilibrio, y luego haber vuelto a ensamblar con cuidado del modo más efectivo, sesgado y pulido y sopesado, muy bien podría ser una historia».

O las referentes a la coherencia interna de un relato:

«No hay ninguna necesidad de preocuparse por si algo de todo esto es verdad o sucedió en realidad; es tan verdadero como tú lo construyas. Lo importante es que sea verdad en la historia, y que en efecto suceda allí».

Sino que incluso reproduce la solución a diversos problemas técnicos; una «revista de prensa» con algunas cartas que le dirigieron los lectores de La lotería. Y cierra el volumen Notas para un joven escritor, una serie de consejos razonados que bien harían en considerar los aspirantes a narradores.

Joan Flores Constans

Joan Flores Constans nació y vive en Calella. Cursó estudios de Psicologia Clínica, Filosofía y Gestión de Empresas. Desde el año 1992 trabaja como librero, actualmente en La Central del Raval. Lector vocacional, se resiste a escribir creativamente para re-crearse con notas a pie de página, conferencias, críticas y reseñas en la web 2.0, y apariciones ocasionales en otros medios de comunicación.

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