“Se me ocurrió que tal vez podrÃamos ir todos juntos, no para hacer un documental sino para contemplar y dar testimonio del lugar desde perspectivas muy diferentesâ€.
El resultado, la crónica Cuatro horizontes (Editorial Gustavo Gili, 2015. Traducción de Pilar Vázquez), donde se transcriben las conversaciones mantenidas entre el escritor, ensayista, poeta y guionista John Berger (Londres, 1926), el artista, fotógrafo y editor John Christie, y las hermanas benedictinas LucÃa Kuppens y Hinckley Telchilde, tras una visita conjunta a la capilla de Ronchamp de Le Corbusier, en 2009.
“No hay ni un solo ángulo recto propiamente dicho, todos los ángulos rectos están modificados de un modo u otro. Tampoco el juicio tiene ángulos rectosâ€.
Comentarios como estos, aparentemente anecdóticos, poseen un tinte palpablemente alegórico, que alude a nociones más amplias de lo divino y lo humano. La visita del autor de Formas de ver (1972) a un edificio religioso es un episodio más en la carrera de un crÃtico de arte combativo, un escritor radical y un retador consistente del poder institucional.
El libro Cuatro horizontes supone una instantánea no sólo de su relación con el arte y su mundo, sino de sus vÃnculos con la sociedad y la autoridad en general:
“… Las campanas están fuera de la capilla, entre los árboles, se mueven y suenan entre los árboles (…) la voz es la de esa campana (…) hay como unos ecos, no solo del sonido, sino también de esos árbolesâ€.
Esta obra sui generis combina el compromiso social con el espÃritu del dibujante en una serie de bocetos semi-autobiográficos, a través de los cuales Berger explora el mundo alrededor de él, para encontrar su lugar.
En el trascurso de la visita, lo oÃmos hablar con sus acompañantes, que reflexionan sobre los temas más variados, prestando voz a lo que no la tiene. Como afirma John Christie, “el horizonte fue una de las cosas en las que se fijó realmente Le Corbusier en su primera visita (…) Los cuatro horizontes le hablaron (…) incluso sin tener en cuenta las connotaciones religiosas ni el hecho de que allà ya se hubiera levantado una iglesiaâ€. Se trata, en cierto modo, de un volumen misceláneo, como todos los de Berger, ya que no es directamente un estudio sobre la arquitectura de Le Corbusier (Suiza, 1887 – Francia 1965), sino sobre el arte de mirar el mundo.
Su diseño incorpora, de forma elegante, texto, dibujos y extractos de largas conversaciones sobre la historia del arte, además de fotografÃas que hablan por sà solas. Como un libro de auto-ayuda, trata de persuadirnos para ver lo que está a nuestro alrededor, lo maravilloso y lo terrible (“La humanidad necesita continuamente del teatroâ€, afirma Berger), aunque también lo espiritual. (“… la forma de exponer [la cruz] y su sencillez transmiten de alguna manera la humanidad de Cristo más que su trascendenciaâ€, sostiene Sor LucÃa). En cierto modo, se rompen con las convenciones de la mirada, a base de conversaciones que reflejan diversas formas de ver.
“Entonces reparé en que al lado del hombre modular habÃa una huella de una mano. Una huella dejada deliberadamente, una huella que formaba parte de la decoraciónâ€.
Berger ha escrito novelas, obras de teatro, poesÃa, traducciones, crÃtica y periodismo; ha colaborado con cineastas, fotógrafos, actores, directores y otros artistas y activistas en diversos proyectos artÃsticos y polÃticos. En Cuatro horizontes, emerge como un compañero, un guÃa que distingue, de forma cartesiana, entre lo fÃsico y lo espiritual:
“Probablemente era la mano de Le Corbusier. De ser la mano de cualquier otro, podrÃa ser un monumento a su memoriaâ€.