La oreja de Murdock. Castle Freeman Jr.
Traducción de Cruz RodrÃguez Juiz
Mondadori (Barcelona, 2009)
Se ha comparado la obra de Freeman tanto a Cormac McCarthy como a los hermanos Coen. Quizás aún sea un poco pronto para equiparar la poética del escritor de Vermont con los próceres de la literatura y el cine americanos, aunque sà hay argumentos para augurar y esperar una prometedora carrera. Narrada en tercera persona y con un ritmo trepidante, La oreja de Murdock, nos presenta la historia de Lillian, una joven acosada por un “out of law†del pueblo en el que vive desde que huyó de casa.
La trama de la novela es sencilla. Lillian tiene problemas con Blackway, el ayudante del sheriff, al que acusa de tráfico de drogas. Éste es despedido, la toma con ella y la comienza a acosar. Ante la impasibilidad del sheriff decide pedir ayuda a Whizzer y sus amigos que aconsejan a la joven. Finalmente Nate, Les y Lilian emprenderán una particular travesÃa en busca de Blackway para hacer justicia, al menos la suya. Los puntos que hacen pensar en McCarthy tienen que ver con las semejanzas entre Blackway y Chigurh, el asesino de No es paÃs para viejos. Se podrÃa decir que la novela plantea los mismos temas, a saber, la muerte, Dios, la justicia, el destino, la desfiguración del mito de Prometeo, etc., pero la brevedad de la obra sólo permite acceder a un pequeño entremés de lo que podrÃa ser. Sorprende la contraportada en la que se describen a Les y Nate como un “dueto de formidables imbéciles†o como “auténticos ineptosâ€. En esta manÃa que tienen las sinopsis por dar un visión de sesgo sobre la realidad de lo escrito se tiene que decir a favor de los personajes que no son unos “formidables imbécilesâ€. Más bien estamos ante el retrato de unos personajes que acaban situándose también fuera de la ley para poder hacer justicia. Cumplen a la perfección aquello para lo que son convocados en la trama de la novela, ayudar a Lillian.
Quizás lo que mejor resume el sentido de la novela lo da el grupo de Whizzer cuyos diálogos funcionan como los estásimos de los coros de las tragedias griegas. Nos dice sobre la incertidumbre que nos ha tocado en sino de nuestro tiempo y de la que los personajes parecen estar exentos: “están todos sentados en una nave espacial. En un cohete espacial. Están sentados dentro y la nave va viajando. Se mueve. Avanza muy veloz. Va a la velocidad de la luz. Y asà los hombres que van dentro no envejecen… Para ellos no pasa el tiempo… Están fuera del tiempo.†Este “fuera del tiempo†es el que acerca los personajes de Freeman con los de McCarthy y los Coen. Resumiendo, una novela aceptable de un escritor prometedor que se lee de un tirón.
Diego Giménez
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