La promesa. Friedrich Dürrenmatt
Traducción y prólogo de Xandru Fernández
Navona (Barcelona, 2009)
La editorial Navona, en un formato de lo más cómodo, como sobona que soy con los libros que llevo conmigo a todas partes, está dejando mi biblioteca chispeante de colores, y de ideas que revolotean como mariposas allà donde toma posición su colección Reencuentros. Desde lo mejor de Jack London, John Steinbeck, R.L. Stevenson, Erskine Caldwell, Joseph Conrad, Mark Twain, Eric Ambler ó el dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt, en cuya obra estoy sumergida este verano, La promesa.
No dejen pasar esta oportunidad de regalar literatura, la de llevar puesta, libros prêt-à -porter, para deleitarse en los pequeños momentos de espera, en los viajes, los desplazamientos en metro o tranvÃa y las nerviosas esperas al dentista; con el café a media mañana y con la televisión apagada al final de la tarde-noche. Pero dejemos de soñar cosas quasi imposibles, y vayamos al tema. Y el de hoy, viene de los cantones suizos y de finales de los años cincuenta. Empecemos por el autor.
Con muchas dosis de ironÃa, chorros de cinismo y sátira con las que rebañaba sus obras, Friedrich Dürrenmatt era un autor polifacético donde los haya: dramaturgo, novelista, filósofo, grafista, crÃtico de teatro, guionista y autor de piezas radiofónicas. Ninguneaba un tanto los grandes ideales humanos, y sacaba la lengua en muchas ocasiones a un Estado tan sumamente organizado como el suizo. “Suiza tiene algo grotesco en su carácter -declaró alguna vez-; sus intentos de constante neutralidad se parecen a los de una virgen ganándose la vida en un burdel que pretende, además, permanecer castaâ€. Su traductor y prologuista en La promesa, Xandru Fernández, nos adelanta que siendo una estupenda novela policÃaca hay mucho del mejor teatro de Dürrenmatt en ella: personajes fascinantes, diálogos ágiles, digresiones sorprendentes, que pretenden a su vez mofarse del género. Aunque no lo consigue, y estamos ante una estampa de lo mejor del género negro, a pesar de que junto al tÃtulo el autor haya añadido la coletilla “Réquiem por la novela policÃacaâ€.
La promesa es un encargo temático. En 1957, Dürrenmatt acepta la petición de escribir un guión o relato para posteriormente convertir en pelÃcula (de hecho Ladislao Vajda hizo El cebo en 1958 y Sean Penn llevó a la pantalla El juramento (The Pledge)en 2001, con Jack Nicholson, basadas ambas en la historia de Dürrenmatt), sobre una problemática de interés cÃvico: las agresiones sexuales contra niños.
Redactor de novelas policÃacas que se publicaban por capÃtulos en los periódicos locales, el autor suizo tuvo su encumbramiento literario y mediático en los años sesenta. Intentando romper los tópicos y prototipos del género policÃaco, La promesa es una novela de género diferente. Intenta llevar a la ficción las dificultades y el absurdo de la vida real, las jugarretas que nos hace el azar, y la genialidad que se esconde en comportamientos empecinados y algo obsesivos, representados estos en la figura del comisario Matthäi, hombre solitario, siempre puntilloso en el vestir, impersonal, formal, que domina su oficio como un frÃo funcionario implacable. No es, sin embargo, este perfecto policÃa el que se alzará como la voz del relato, sino H. su superior, personaje a través del que se trasluce el cinismo del autor.
“…Pero eso les trae sin cuidado a ustedes los escritores. Nunca intentan vérselas con una realidad que se nos escapa una y otra vez, sino que crean un mundo más manejable. Ese mundo podrá ser perfecto, es posible, pero es una trola. Dejen en paz la perfección si quieren avanzar hacia las cosas mismas, hacia la realidad, como les incumbe a los hombres, en lugar de quedarse sentados, entreteniéndose con inútiles ejercicios de estiloâ€, arenga H. a un personaje escritor, sosias del propio Dürrenmatt, que encuentra en una conferencia sobre el arte de escribir novelas policÃacas.
Rizar el rizo, el (personaje) escritor, del que apenas sabemos nada, es aleccionado por el experimentado jefe policial, a través de la dificultad de la realidad de las investigaciones, todo ello dentro de una narrativa policÃaca inusual y agridulce, la que tenemos entre las manos.
Se produce el asesinato de una niña de trenzas rubias y vestido rojo, cometido cuando iba a visitar a su abuela en medio de la exuberante naturaleza cantonal. Es verano y al igual que describe Phillipe Claudel en El informe de Brodeck, “El antinatural calor pesaba sobre los hombres volviéndolos huraños, irritables, impacientesâ€, puede traer el caos a Estados tan sumamente ordenados como el suizo. La investigación no será fácil, y cuando está a punto de trasladarse a Jordania para reorganizar la policÃa de allÃ, el comisario Matthäi hace una singular promesa a los padres de la niña: encontrar al asesino.
Un dibujo con demasiada imaginación, un buhonero que evita a la policÃa, una gasolinera, otra niña de trenzas rubias como cebo, y mucha paciencia y confianza en la eterna espera harán cambiar radicalmente al funcionario perfecto de la democracia perfecta. Pero, ¿no será este orden perfecto un espejismo?, nos recrimina Dürrenmatt por medio de esta historia que a pesar de su anticonvencional estructura nos mantiene alertas, como la mejor novela policÃaca, hasta el mismo final.
¿No es, me pregunto yo, una excusa este absurdo relato, un medio por el cual Dürrenmatt nos quiere contar cómo sociedades tan impolutas esconden en sus entrañas elementos humanos podridos hasta el tuétano?. El final es la clave, pero el recorrido de la novela es pura realidad, dogma de la narrativa, sin los trucos de escritor que convierten al detective en moderno Abraham de esperanza y fe. Ser humildes y contar con lo absurdo en nuestros cálculos, eso es la vida, acaba filosofando el viejo H. al acabar de contar la historia al (personaje) escritor. En el libro abunda el detalle sabio, la filosofÃa de viejo, y mucha información sobre la cultura suiza en notas a pie de página.
Extraordinaria novela que pone en solfa las catacumbas de las limpias, conservadoras y ordenadas sociedades perfectas, proporcionándonos a la vez una razón más por la que seguir reencontrando autores que ya se han ido.
Blanca Vázquez
El gusanillo de los libros
http://elgusanillo.blogspot.com
La pelÃcula de Sean Penn te deja con un regusto amargo como pocas. Vázquez Montalbán decÃa siempre que él, en las novelas de Carvalho, hacÃa un tipo de libro a lo Sciascia y a lo Dürrenmatt. Bien por tu comentario y por valorar tan generosamente esta novela inmortal.
[…] http://www.revistadeletras.net/la-promesa-requiem-por-la-novela-policiaca/ […]