“Si los estudios del siglo XX se dedicaron a indagar la relación entre el yo y la obra, entre lo biográfico y el yo personal, yo abrirÃa un paquete prohibido: el sentimentalismo. Me apropiarÃa de todas las investigaciones hechas hasta el momento, harÃa la ruta Brontë británica, la irlandesa y la belga, pero también abrevarÃa de las fuentes desacreditadas: chismes, videntes, farmacéuticos, borrachos, fantasmas, la cuñada del guardiaâ€.
El fragmento anterior corresponde a Mis libros prohibidos, texto con el que Laura Ramos cierra su magnÃfico ensayo Infernales. La hermandad Brontë. Charlotte, Emily, Anne y Branwell (Taurus, 2019); en él, la escritora argentina revela de manera breve el origen y proceso de llegada hasta la escritura del libro. Unas palabras que definen en gran medida su fondo y su forma.
Ramos comienza con los orÃgenes de la familia de los hermanos Brontë trazando la genealogÃa de la familia de la madre, Maria Branwell, y del padre, Patrick Brontë; la muerte de la madre supondrá el primer fallecimiento de la familia que marcará unas vidas de inicios itinerantes hasta que se asientan en Haworth, en Yorkshire, en la casa parroquial que regirá el padre y que se convertirá en el centro del universo Brontë.
De manera cronológica, pero con suficientes fugas a la hora de seguir a los personajes, Ramos se adentra en la vida Ãntima de la familia atendiendo a diferentes fuentes bibliográficas, pero también recurriendo constantemente a la copiosa correspondencia que a lo largo de sus vidas mantuvieron entre sà y con amigos y familiares. Las diferentes estancias de las hermanas en escuelas potenciaron esa necesidad de comunicación, convertida en algo casi convulsivo y obsesivo por su parte. Una manera de expresión externa de unos mundos interiores complejos y no poco convulsos. Ramos ahonda en esas cartas para buscar estados anÃmicos, no solo como fuentes de información. A este respecto, Ramos se muestra exhaustiva a la hora de conformar el relato ensayÃstico, pero también muestra el deseo de componer una narración que se asemeje en tono y en fondo a las historias de las Brontë.
AsÃ, tanto en los cambios de capÃtulos, como en ocasiones en su interior, Ramos abandona tramas para recuperar y pasar a otras para, después, volver a ellas, creando un ritmo interno magnÃfico, apropiándose -dicho sin sentido peyorativo- del estilo de las Brontë. Ramos consigue aunar de manera muy personal la esencia ensayÃstica con esta idea novelÃstica para que Infernales tenga una singularidad propia: arroja, a partir de fuentes conocidas, una nueva mirada hacia sus vidas, a la par que las narra buscando una correlación con sus obras, pero no en el sentido de relacionar su intimidad con las páginas de sus novelas -algo que Ramos evita en términos generales-, sino para conseguir que Charlotte, Emily y Anne devengan, como Patrick, en personajes de una vida que bajo su aspecto normativo anidaban elementos vitales muy singulares.
Hay en el relato de Ramos de la vida de los Brontë tanto sentido de estar ante un recuento profusamente documentado y meditado, como de consciente incitación al lector a percibirlos, y a sus vidas, como personajes de una gran obra. Literaria o no. La muerte de la madre y, posteriormente, de las dos hermanas mayores, Maria y Elizabeth, debido a la tuberculosis, marcará la rectorÃa y sus vidas con un cierto halo siniestro:
“Las circunstancias que rodearon las muertes de Maria y Elizabeth, además de proporcionar a los niños una dimensión terrenal de la ficción calvinista del reverendo Carus Wilson, cristalizaron su imaginación en desvarÃos tenebrosos y fantásticos a tono con la literatura gótica de la épocaâ€.
Una atmósfera extraña que Ramos extiende en su acercamiento ensayÃstico a sus vidas y que se encuentra representado, y muy bien elaborado y atendido por Ramos, sobre la creación de los hermanos de un proyecto literario anterior a sus novelas y que tenÃa tanto que ver con su formación como escritores como con sus vidas personales y las relaciones que establecÃan entre ellos.
Esta hermandad literaria, Juvenilia, estaba compuesta por dos mundos infernales: Angria, de la mano de Charlotte y Branwell, y Gondal, de Emily y Anne. Dedicaban horas y horas a su desarrollo, y los personajes iban variando en sus circunstancias y en sus destinos al compás de la vida de los Brontë. Ramos, a lo largo de Infernales, incide en esta creación, lo cual resulta de gran interés en cuanto a que conforma un correlato de cada momento especÃfico de los Brontë, a la par que evidencia su gran capacidad de imaginación y de fabulación a la hora de conformar relatos en territorios fantásticos relacionados con su realidad.
Aunque Ramos se mueve por la vida de toda la familia, destaca en Infernales la atención a Branwell y Charlotte por motivos obvios. La segunda, la que sobrevivió a todos los hermanos, no asà a su padre, se ocupó tras la muerte de Emily y Anne de poner en orden debido a los ataques recibidos a sus obras, Cumbres borrascosas (Emily) y Agnes Grey y La inquilina de Wildfell Hall (Anne), las cuales, como Jane Eyre (Charlotte) fueron publicadas en primera instancia bajo seudónimos: Currer Bell (Charlotte), Acton Bell (Anne) y Ellis Bell (Emily). Un trabajo de Charlotte que tuvo su extensión en la aparición, en 1857, dos años después de su fallecimiento, de La Vida de Charlotte Brontë de Elizabeth Gaskell, libro que se convertirÃa desde entonces en el texto base para posteriores acercamientos a sus vidas, asentando en sus páginas los perfiles de los hermanos que Ramos se ocupa, cuando es necesario, de contrarrestar con otras fuentes y cuestionar un libro canónico surgido de la inmediatez y de un deseo de crear unos mitos que, en su momento, venÃan alentados por cuestiones públicas y de posibles ventas.
En cuanto a Branwell, quien ha sido objeto de no pocos acercamientos, continúa en un cierto espacio de desconocimiento frente a sus hermanas. Resulta a este respecto gráfico ese autorretrato familiar que llevó a cabo el propio Branwell y cuyo rostro acabó ocultando para que, el paso del tiempo, lo haya ido revelando: la figura oculta de una hermandad que tenÃa tanto de terrenal como de trascendental, insuperables en muchos aspectos, capitales para la historia de la literatura. El hermano produjo una copiosa obra de poemas, más otros tipos de textos, pero nunca consiguió alcanzar lo que lograron sus hermanas. Quienes, a diferencia de él, asumieron de manera externa el lugar que debÃan ocupar como mujeres, mientras que Branwell fracasó en todos los intentos, auspiciados por su padre, de convertirlo en un gran artista y en el vehÃculo dignificador de la familia.
Ramos ha escrito en Infernales un ensayo magnÃfico, de lectura absorbente, capaz de ahondar en espacios tratados anteriormente con una mirada personal y novedosa, tamizando lo ensayÃstico, como decÃamos, con un estilo cercano a lo ficcional. Un viaje hacia las vidas de los hermanos Brontë que, a su vez, supone una mirada hacia los procesos internos de la creación literaria y en la construcción de unas escritoras en un contexto muy particular en el que sus vidas Ãntimas y personales eran tan mundanas como, por su arte y gracia, novelescas, transcendiendo los contornos de sus realidades con su singularidad.