Laurence Debray publicó en 2017 en Francia Hija de revolucionarios (Anagrama, 2018), convirtiéndose en un fenómeno literario de ventas y, a su vez, un libro muy controvertido, y atacado por la visión crÃtica hacia una época que, la propia Debray, considera que todavÃa es intocable. En él, Debray, hija del filósofo Régis Debray y la antropóloga Elizabeth Burgos, recupera la historia de ambos cuando siendo muy jóvenes marcharon a Cuba para unirse a la guerrilla castrista. La detención de Debray y todo lo que supuso, tanto a nivel Ãntimo como general, teje una narración que busca plantear más preguntas que dar respuestas y, sobre todo, entender unas decisiones que, en su posición de hija, por lo sufrido, siguen siendo en muchos aspectos un misterio para ella.
Durante las Converses Literà ries a Formentor tuvimos la ocasión de poder hablar con Debray sobre Hija de revolucionarios.
Preguntas y respuestas: “Buscaba tanto respuestas como crear un diálogo a través de esos sucesos. Pero no lo hubo, sobre todo ataques. QuerÃa una conversación entre generaciones. Pero me atacaron por tocar a sus héroes, a sus mitos. No están acostumbrados a que se cuestione esa época, porque es cuestionar muchos elementos que sustentan su ideologÃa. Por otro lado, querÃa entender el aspecto Ãntimo y personal, y para ello busqué en la medida de lo posible salir de las ideologÃas. Como hija, querÃa comprender lo que habÃan hecho, los motivos de aquellas decisiones que tomaronâ€.
Proceso de escritura: “Fue un proceso largo de digestión, y, en ocasiones, de indigestión. Primero, actué como historiadora, documentándome en archivos y periódicos, buscando información general, más objetiva. Después, a nivel familiar e Ãntimo, preguntando a quien querÃa responder a mis preguntar. Combinar dos tipos de información. Cuando lo tuve adopté una escritura distanciada, como si estuviese viendo una pelÃcula con cierta épica, con sus héroes, con su acción y sus dramas. QuerÃa ser parte del relato, pero también su espectadora. Adoptar una mirada externa en la medida de lo posible para poder llegar a lo Ãntimo, a lo oculto en la historia. Su escritura me ayudó a entender bien lo que significaba el apellido de Debray. Cuando mostré el manuscrito a mis padres, no se lo tomaron bien, tampoco demasiado mal… Mi padre me pidió que quitase cosas que no querÃa que saliesen a la luz; mi madre, en cambio no, pero fue duro para ella. Pero pensaba también en mis hijos, en que tengan un testimonio sobre quiénes eran sus abuelosâ€.
Preguntas y silencios: “Mis padres no contestaban a mis preguntas y tuve que hacerlo yo en muchos casos. Durante el proceso de escritura me di cuenta de que el problema era el silencio. Me educaron en el silencio. Y romper ese silencio fue complicado. Imposible, en realidad. Mis padres siempre tuvieron un pacto de silencio que no quisieron romper ni conmigo. Y si no lo he conseguido con este libro, no creo que lo haga nunca. Muchas cosas, por desgracia, quedarán en ese silencioâ€.
Dos padres: “Recrear literariamente todo el encarcelamiento de mi padre resultó muy emocionante para mÃ, con diferentes fases a la hora de enfrentarme a esa historia. Pero sobre todo porque la figura pública de mi padre es muy diferente a la que tenÃa en mi casa. He tenido dos padres y quise entender a ambos a través de Hija de revolucionarios. También intentar unir ambas figuras en una sola. Pero no lo conseguà del todo, en gran medida porque fue imposible que mi padre me hablase de muchas cosasâ€.
La figura de su madre: “Mi madre no tenÃa ese personaje público que sà tenÃa mi padre. Cuando mi padre deja la cárcel era un héroe, un personaje público, admirado y aplaudido, pero mi madre no tuvo nada de eso. Incluso a nivel Ãntimo, no fue casi reconocida por todo lo que hizo, por lo que sufrió. Pero habÃa en su comportamiento más coherencia y flexibilidad. También 1uerÃa comprender cómo ella aceptó casarse con un hombre que en principio estaba en la cárcel para cuarenta años. No entendÃa esa decisiónâ€.
Figura admirada: “Durante toda esa época, en Francia, se hablaba de él en diferentes entornos, no solo los intelectuales de izquierdas. Su caso trascendió, en gran medida, porque mi padre hizo lo que los demás no tuvieron agallas de hacer: ir a la revolución. Él si estuvo allÃ, mientras el resto hablaban de la revolución sentados en los cafés parisinos. Se jugó la vida literalmente y eso le valió esa figura heroica a su regreso. Pero fue a hacer la revolución y, en cambio, no quiso hacerla en casaâ€.
Homenaje a una izquierda utópica: “Quise entender la historia de mis padres para poder entenderles a ellos. Lo que hicieron fue una entrega total de su juventud, casi de su vida. Pero no querÃan poder ni dinero. QuerÃa en el fondo homenajear un momento en el que las luchas eran más puras. La polÃtica de izquierdas era otra cosa en esa época. No habÃa la corrupción actual. Eran más idealistas, más utópicos, tenÃan algo que se ha perdido en la lucha actual. Por eso busqué que mis páginas fuesen también un gran homenaje a esa generaciónâ€.
FotografÃa de las cubiertas: “La fotografÃa de la cubierta la elegà yo, sÃ. QuerÃa mostrar hasta qué punto mis padres no respetaron ni mi infancia. Mostrar hasta qué punto su lucha y su ideologÃa estaba por encima de absolutamente todo. Por otro lado, querÃa que el lector, al ver esa imagen antes de abrir el libro, me legitimara a hablar de lo que hablo. Porque yo vivà la revolución desde dentro y desde fuera. Tengo derecho a contarlo y a que me den respuestas, aunque no las haya obtenido. Cuando regresé a Francia de ese campamento militar, fue brutal para mà regresar a mis ambientes burgueses y tener que integrarme de nuevo en una realidad tan radicalmente diferente. Me afectó muchoâ€.
El haber sido educada con profundos silencios y omisiones es una complicada situación. Durante mi infancia recuerdo haber sido espectadora, para luego no poder expresarme de manera alguna. Ni siquiera ante el dolor fÃsico, y menos aún el emocional.