José Ovejero | Foto: Galaxia Gutenberg

Mi sangre es vuestra esperanza

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José Ovejero | Foto: Galaxia Gutenberg
José Ovejero | Foto: Galaxia Gutenberg

Mictecacihuatl. Así llaman en la mitología mexicana a la reina del inframundo, la que vigila los huesos de los muertos. Ella rige el destino de los hombres, que es el mismo para todos: morirse algún día. Pero las cosas están empezando a cambiar. Leed los periódicos. La ciencia avanza. Y el poder le respira bien encima para que todo siga bajo control. Si algún día existe la vida eterna, ellos serán los primeros en enterarse. Lo mismo sucede aquí, en la última novela de José Ovejero, Los ángeles feroces: han descubierto el secreto de Alegría, una joven callejera que ni enferma ni envejece, y cuya milagrosa sangre la hace poseedora del don de la eterna juventud. Alegría nació en el cerebro de Ovejero, un día de viaje por los Estados Unidos. De pronto imaginó a una mujer en la ventana de un rascacielos y ya no se la pudo quitar de la cabeza. ¿Quién era esa mujer?

Todo el mundo la persigue. Desde la hipocresía del poder, la sangre de Alegría es un preciado bien común. Pero Cástor es un político en horas bajas (encended la televisión) y la quiere sólo para él:

“Si tuviese la sangre iba a hundir a todos esos que trepan por mis piernas”.

El caso de Arnaldo (el Loco) es diferente: adorador de la Santa, una escultura de goma que sujeta una guadaña (recordad: Mictecacihuatl), hará todo lo posible por acabar con el sacrilegio. Sencillamente no puede permitir que Alegría viva para siempre.

Galaxia Gutenberg
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Conocemos la trama por el cuaderno de AM, el tipo de ojos achinados que protegerá a la joven en esta historia (más adelante se enamorará de ella). La ha conocido en una manifestación, recibiendo palos de la policía, escupiendo un coágulo de su preciada sangre sobre una baldosa. Y aunque cierta violencia explícita está presente en toda la novela, Ovejero se centra en otra más sutil y estructural: aquella que se ejerce sobre marginados y subalternos en las ciudades del capitalismo global.

Siempre ha habido vías de escape, empezando por aquel Club de la lucha de la novela de Palahniuk. Pero al autor le interesa la esfera pública, el lugar donde jóvenes con capucha negra portan barras de metal en las manos (detalle: Ovejero escribe con capucha), el lugar donde se visibiliza el hambre y la pobreza. Es ahí donde sentimos la tensión (estática, como en el poema de Ginsberg) hasta que empezamos a respirar el humo. Y entonces aparece el narrador, nos agarra por la solapa y nos dice:

“Esto ya está pasando, esto no es Blade Runner”.

Dejad de imaginaros el futuro.

Ovejero no nos da fechas, pero este presente distópico recuerda a Hijos de los hombres, la película de Alfonso Cuarón. En este caso la humanidad arrastra 18 años de infertilidad y está al borde de la extinción. La persona más buscada en la faz de la tierra se llama Kee y está a punto de dar a luz. Año: 2027.

Los ángeles feroces no es una novela amable. Más bien es un despiece de sucesos por el que pasan personajes sin raíces, nostalgia ni pasado. No os empeñéis en comprenderlos:

“La identificación es un camino demasiado fácil”.

El estilo tiene claros referentes: Jelinek, Onetti, o el McCarthy de Meridianos de Sangre. Aquellos a los que Ovejero dedicó un excelente ensayo titulado La ética de la crueldad (Premio Anagrama, 2012). Y de esta literatura, que se aferra a una realidad cruda y sin concesiones, que se nutre de la violencia y el caos, ha de renacer después la esperanza:

“El caos es el espacio propicio para los sueños”.

De ahí la lucha de Alegría. De ahí el final abierto de la novela.

Ovejero ha dado un nuevo salto. Recela del éxito de La invención del amor (Premio Alfaguara, 2013) y se pasa a Galaxia Gutenberg para explorar terrenos menos transitados. A medio camino entre la ciencia ficción y la realidad tardía, esta novela vampírica y excesiva no atiende a ideologías ni identidades, sino a políticas personales del deseo y la supervivencia. Y a la pregunta de Jaron Lanier, Who owns our future?, Ovejero responde, a pesar de nuestras servidumbres: nosotros mismos.

Este artículo se ha realizado en el marco de las actividades del Curso de Periodismo Cultural de Revista de Letras.

Carles Masdeu

Carles Masdeu (Barcelona, 1984) es licenciado en Historia y tiene un Máster en Historia Contemporánea (UAB), a partir del cual se especializó en historia de la geopolítica estadounidense. Es coautor del libro 'El retorno de Eurasia' (Península, 2012). Ha sido librero en La Central, lector editorial y periodista cultural, colaborando en medios como Le Cool Magazine, BCN Mes, LGE Cine y Periódico Diagonal. Actualmente cursa el Máster de Edición de la UPF y trabaja en la Agencia Literaria Carmen Balcells. Mantiene el blog 'A Break in the Clouds', dedicado al cine y la literatura. Es escritor de relatos cortos.

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