Entre otras cosas, un diario es un vasto archivo de ansiedades y ambiciones frustradas. Más de 40 años después de haber sido escritas, las entradas de la segunda entrega de Los diarios de Emilio Renzi (Anagrama, 2016) de Ricardo Piglia (Adrogué, Buenos Aires, 1940) nos siguen pareciendo subversivas, cuando no amenazantes. El escalofrÃo que uno siente al leer esa “sucesión de aventuras†de alguien “que envejece y no aprendeâ€, es dolorosamente real. Este libro de libros, donde “la forma y los procedimientos se hacen visibles por medio de la violación de las normasâ€, se rÃe de nosotros, de nuestro conformismo pequeñoburgués, mimados como seguimos por las comodidades modernas.
“La historia literaria es siempre una condena para el que escribe en el presente, allà todos los libros están terminados y funcionan como monumentosâ€.
En este segundo volumen de sus diarios, Los años felices, asistimos al viaje de Piglia/Renzi hacia el auto-conocimiento. Se decide el protagonista a seguir sus deseos a expensas de pareja y fortuna; huye de la sociedad convencional y del trabajo intelectual para dedicarse a sus fantasÃas, este “relato de no ficción†que tiene “la tensión de un juicio abierto en el que hay decidir quién es el responsable de la derrotaâ€. El Diario se convierte asà en un catálogo de males y esperanzas frustradas: la dura lucha contra el anonimato, las indignidades de la crÃtica, la falta de ventas, la perfidia de los colaboradores, el éxito inmerecido de los amigos.
“¿Un diario (…) repite esta técnica medieval?: dispersión, copia, libro para ser leÃdo después de la muerteâ€.
Lo que se podrÃa aplicar a la obra de Kafka (“no entender lo que está pasandoâ€) es clave en la obra de Renzi, centrada “en el anhelo de una trascendencia que fracasaâ€. Su héroe, al igual que el de El proceso, “busca el sentido y no transige ni conciliaâ€. Piglia nos vuelve a hacer conscientes de nuestros lÃmites, mientras nos pide que dibujemos de nuevo el mapa de nuestras prioridades.
“A partir del diario, escribir una novela de educación (sentimental)â€.
No es sólo que las ideas sean impactantes. Es que el interlocutor trata de seducir y convencernos, al mismo tiempo que se justifica a sà mismo, a través de ese “narrador que siempre he buscado: furioso, irónico, desesperado, elÃpticoâ€.
El proceso de convertirse en escritor es el tema de estos Diarios: sus imperfecciones e indiscreciones, su falta de organización artÃstica y temática, todo aquello que convierte su lectura en un placer. El hábito de la transcripción diaria informa la historia Ãntima, el recuento de visitas, observaciones incidentales y reflexiones. El chisme alcanza aquà la significación epigramática de la poesÃa. A diferencia de las fotografÃas, las imágenes verbales se desarrollan y cambian con el tiempo, de acuerdo con las fluctuaciones de la fortuna de las personas afectadas y sus cambiantes relaciones con el autor. En lo personal, la lectura de este volumen supone, al igual que sucede con el primero de la serie, una bofetada en el rostro, una que nos recuerda que no se trata de un libro más, sino un compendio de literatura universal.