En la actualidad se escribe mucho, pero no con la intensidad que las diferentes temáticas o géneros necesitan para encauzar al lector a ese estado de gracia tan preciso e importante desde el punto de vista del pensamiento y la cultura. Asistimos, por desgracia, al florecimiento de una incomprensible amnesia colectiva e intelectual que su principal protagonista, el hombre, no combate con la fuerza del saber y la palabra. Quedó, no sé dónde ni cuándo, ese deseo o voluntad de crear desde la nada, y una gran imaginación, otros mundos, otras formas de vida, otro tiempo y otro espacio.
Lamentablemente, pocos son los llamados a esta tarea de creación o recreación, de estudio sistemático, de honda reflexión, porque es más fácil dejarse llevar por la corriente del acomodo y la oportunidad, de la ortodoxia simplona y del narcisismo más atroz. Pero no importa, entre tanta estulticia siempre hay alguien que destaca por su rigor y coherencia, por la honradez y la imparcialidad crÃtica, concluyente solo si a la verdad y la justicia, en esta ocasión literaria, defiende, desde el derecho que asiste al hombre de expresar libremente sus ideas y hallazgos.
En los últimos dÃas he tenido la ocasión de comprobar todo lo dicho en extraordinarios ensayos literarios, libros que me han sorprendido por su rigor y su sentido crÃtico: El unicornio en el café Libertad, de Pedro RodrÃguez Pacheco, La huida de la imaginación, de Vicente Luis Mora y El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Pues bien, como no hay dos sin tres, tampoco tres sin cuatro, como lo viene a confirmar el libro Los lÃmites de la singularidad, al cuidado editorial de Carena y cuyo autor es el periodista, escritor, profesor y poeta español afincado en México Antonio RodrÃguez Jiménez (Córdoba, 1956). Una extensa obra poética, narrativa y ensayÃstica avala la trayectoria literaria de RodrÃguez Jiménez, amén de haber sido durante 23 años (1986-2009) el coordinador de uno de los suplementos literarios más importantes de España, Cuadernos del Sur (Premio Nacional al Fomento de la Lectura 2009), del diario Córdoba.
En esta ocasión, el profesor RodrÃguez Jiménez, gran conocedor de la poesÃa contemporánea española, analiza con rigor a pesar del extenso periodo objeto de estudio y con equilibrado sentido crÃtico esa intrahistoria en un ensayo esencial y necesario si se quiere comprender, desde el más absoluto respeto a las corrientes poéticas y a los poetas integrantes de ellas, el acontecer de la poesÃa española más significativa del siglo XX hasta nuestros dÃas. Dado que, como hemos dicho, el perÃodo objeto de estudio es muy extenso, RodrÃguez enfoca o determina dicho análisis en lo que él llama “diferencia†o “singularidadâ€, estableciendo asà los lÃmites, que bien podrÃan resumirse, en palabras de Verlaine, al escribir: “El poeta debe ser absolutamente uno mismoâ€, o en aquello otro que decÃa Heidegger: “La misión del poeta es hallar un nombrar nuevo, visionarioâ€. El profesor RodrÃguez se aparta asà de quienes se afanan por conseguir representación y prestancia mediática dentro de un sistema intoxicado y moribundo, para construir un espacio nuevo o quizá recuperarlo, restituirlo en lo que vale, diferente y abierto a la pluralidad creativa, donde la calidad y la singularidad sean los pilares fundamentales para conseguir la trascendencia y la armonÃa creadora suficiente.
Asà RodrÃguez Jiménez estructura su estudio o análisis de la poesÃa española del siglo XX y lo que va del XXI, en nueve apartados o capÃtulos, en los expone tanto desde la praxis como desde la teorÃa aspectos tan fundamentales como la esencialidad y autenticidad de la obra, la trascendencia y armonización del acto creativo, ahonda en la determinación de la singularidad, donde la infancia juega un papel extraordinario (influencias de las poéticas de Boudelaire, Rimbaud, Lautrémont, Mallarmé, Verlaine o Bretón, Bécquer, Hölderlin o Rilke), la generación del 27 (Gerardo Diego, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre o Rafael Alberti), para pasar a la poesÃa social a la esteticista, con parada en la poesÃa experimental (Juan Eduardo Cirlot, Carlos Edmundo de Ory, José Antonio Muñoz Rojas, José Hierro, Leopoldo de Luis, Pablo GarcÃa Baena, Ricardo Molina, Concha Lagos, Mario López, Julio Aumente, José de Miguel, Vicente Núñez, Juan Bernier o Manuel Ãlvarez Ortega, entre otros), en el siguiente capÃtulo (número VII), el profesor RodrÃguez se detendrá en los poetas “desheredados y marginados†de la segunda mitad del siglo XX (Antonio Gamoneda, Claudio RodrÃguez, Enrique Badosa, Antonio Gala, Rafael Soto Vergés, Rafael Guillén, Ãngel GarcÃa López, Pedro RodrÃguez Pacheco, Rafael Ballesteros o Antonio Hernández).
“El esteticismo de los que fueron reyes por unos instantes†es el tÃtulo del capÃtulo VIII, y en él dicta una relación muy variada de poetas, no obstante se ocupa sólo de algunos como Rosa Romojaro, Antonio Colinas, Jaime Siles, Ricardo Bellveser, Antonio Carvajal, Carlos Clementson, Pedro J. de la Peña, Domingo F. FaÃlde o Eduardo Scala. Concluye este ensayo con el capÃtulo IX, que titula Los expulsados del paraÃso o el Unicornio en el café Libertad. Son muchos los poetas citados, entre ellos, Miguel Galanes, José Gutiérrez, Luis MartÃnez de Merlo, Francisco Morales Lomas, Basilio Sánchez, José Antonio Santano, Ãlvaro Valverde, Francisco Ruiz Noguera, Alejandro López Andrada, MarÃa Rosal, Miguel Casado o Miguel Rico. Por ser muchos los poetas, como se ha podido comprobar, y aún faltan los más jóvenes, el profesor RodrÃguez, ante tal circunstancia menciona particularmente a Manuel Ruiz Amezcua, Luis Alberto de Cuenca, MarÃa Antonia Ortega, Concha GarcÃa, Antonio Enrique, José Lupiáñez, Fernando de Villena, Manuel Gahete o Juan Malpartida.
Una extensa nómina de poetas contiene el presente ensayo del profesor RodrÃguez Jiménez, y en insuficientes páginas, pero es evidente que su labor de aproximación a esa poesÃa singular y diferencial es oportuna y bien recibida, por cuanto todavÃa siguen silenciados muchos de los poetas aquà nombrados y de una esencialidad indiscutible. Es este, pues, un trabajo necesario y preciso que aporta la otra cara de la moneda, de un estado de la cuestión, la poesÃa, que venÃa siendo solo uno y ortodoxo, en el cual no cabÃan otra poesÃa diferencia o singular, otros poetas de marcada significación y valÃa.
Este libro, Los lÃmites de la singularidad está llamado a ser un referente fundamental para conocer el desarrollo de la poesÃa española del siglo XX y lo que va del XXI, y por ello, merecedor de ser celebrado, por su honestidad, rigor e imparcialidad. Acabo con las siguientes palabras del autor de este ensayo, el profesor RodrÃguez Jiménez, y que viene a resumir de alguna manera lo dicho:
«Todo lo anterior que se ha leÃdo en estas páginas es poesÃa auténtica, original, esencial. Cuando se escribe una composición poética, a ella le importa poso si se la comprende o no, pues la poesÃa en sà aspira a algo más que ser comprendida, porque ella se convierte en materia espiritual y es ajena a la historia, a la moral, a los convencionalismos. A ella no le importa el diálogo ni la claridad ni lo comprensible. Nace de las cavernas onÃricas de los sentimientos, de lo profundo del ser humano y está por encima de los gemidos del amor».