Una de las ventajas de proceder de una tradición secular exótica en la que el relato posee un cometido casi fundacional, y de haber mezclado, por una cuestión biográfica, ese origen con una cultura de adopción que incluye a uno de los más geniales fabuladores de la literatura occidental, conlleva la capacidad de mezclar tramas mÃticas de diversas procedencias y hacerlo en escenarios tan diversos como intrÃnsecamente coherentes; sin que esta afirmación pueda ser llevada a su extremo, la combinación, por ejemplo de Las 1.001 noches con Sueño de una noche de verano, y salir francamente airoso del desafÃo.
«-Pensemos en la especie humana como si fuera un solo individuo -propuso Ibn Rushd-. Un niño no entiende nada y se aferra a la fe porque carece de conocimiento. La batalla entre razón y superstición puede considerarse la larga adolescencia de la humanidad, y el triunfo de la razón su entrada en la vida adulta. No es que Dios no exista, sino que, igual que cualquier padre orgulloso, aguarda el dÃa en que su hijo pueda sostenerse de pie, abrirse paso en el mundo y liberarse de su dependencia.
El origen de este conflicto se sitúa en la rivalidad entre Ibn Rushd -latinizado como Averroes- y Al-Ghazali en pleno siglo XII, la vieja querella entre Razón y religión, atraviesa los siglos siguiendo a las generaciones de descendientes, marcados por una peculiaridad fÃsica, que tuvo el primero con Dunia, una djinn -filósofo censurado con genio femenino, el sentido del humor de Rushdie es inagotable- para concluir en un futuro próximo, en el que tendrá lugar la gran guerra de los cielos por la supremacÃa de uno de los dos principios, y las consecuencias que ese enfrentamiento celestial conllevarán para los humanos.
«Nuestro grupo asume la postura que yo denomino «posatea». Nuestra postura es que Dios es una creación de los seres humanos, y solamente existe en virtud del principio «da una palmada si crees en las hadas». Si hubiera la bastante gente lo bastante sensata como para no dar la palmada, entonces ese Dios estilo Campanilla morirÃa. Sin embargo, por desgracia, todavÃa hay millones de seres humanos dispuestos a defender su creencia en una especie de dios-hada, y en consecuencia, Dios existe. Y lo peor es que ahora anda fuera de control.»
Con posterioridad a esas Gran Tormenta sucede la Era de la Gran Extrañeza: las huestes celestiales empiezan su enfrentamiento directo en el mundo superior, y el mundo inferior empieza a sufrir las consecuencias; la principal, la irrupción de lo fantástico en lo cotidiano. Los djinn «neutrales» toman posiciones en alguno de los dos bandos porque mantenerse al margen es una opción que no se tiene en cuenta.
«Cuidado con el hombre (o el yinni) de acción que por fin desea progresar por medio del pensamiento. Un poco de pensamiento es algo peligroso.»
Rushdie hace uso de un recurso, marca de la casa, extraordinariamente bien resuelto: la instauración de un nuevo orden mediante la inclusión en la trama de una disfunción de carácter fantástico que suplanta a la realidad, la propuesta de un nuevo mapa de relaciones configurado y condicionado por la nueva situación, y la explotación narrativa de la incoherencia:
«Durante aquellas niches incomprensibles se informó de toda clase de separaciones. La separación de los seres humanos del suelo ya era mala de por sÃ. Sin embargo, en ciertas partes del mundo no habÃa sido ni el principio ni tampoco el final. En el mundo de la literatura, se estaba produciendo una notable separación entre los escritores y sus temas. Los cientÃficos informaron de la separación entre las causas y los efectos. Se hizo imposible compilar ediciones nuevas de los diccionarios por culpa de la separación entre las palabras y sus significados. Los economistas señalaron la separación creciente entre ricos y pobres. Los tribunales de divorcios experimentaron un brusco aumento de su volumen de trabajo por culpa de la avalancha de separaciones conyugales. Las antiguas amistades se terminaban de repente. La plaga de las separaciones se propagó rápidamente por el mundo.»
Por cierto, ¿alguien sabe si existe evidencia cientÃfica de que Voltaire careciera de lóbulos en sus pabellones auditivos?
Joan Flores Constans nació y vive en Calella. Cursó estudios de Psicologia ClÃnica, FilosofÃa y Gestión de Empresas. Desde el año 1992 trabaja como librero, actualmente en La Central del Raval. Lector vocacional, se resiste a escribir creativamente para re-crearse con notas a pie de página, conferencias, crÃticas y reseñas en la web 2.0, y apariciones ocasionales en otros medios de comunicación.