LibrerÃa Calders
Del 25 al 30 de mayo
Primera sesión: proyección del documental Gombrowicz o la seducción, 1986. Dir. Alberto Fischerman. Presentado por Nora Catelli y Jacobo Sucari.
“Uno seduce cuando se va. Uno es seducido cuando es abandonadoâ€.
Witold Gombrowicz.
Nora Catelli lo apuntó de entrada en la presentación del documental que ayer proyectamos en la librerÃa Calders, Gombrowicz o la seducción (Alberto Fischerman, 1984): uno de los grandes temas de la literatura de Witold Gombrowicz es la seducción. Catelli, profesora de la Universitat de Barcelona y colaboradora en los diarios El PaÃs y La Vanguardia, presentó al autor como un exiliado que llegó a Argentina ya con su propio halo de escritor polaco construido, para no tardar en construirse en seguida el de escritor argentino también. Sea por su exotismo, del que también habló Catelli, sea por sus temas centrales –la seducción y la inmadurez -, que Gombrowicz fue un gran seductor es la primera idea que el espectador caza y fija al ver desfilar a los personajes (amigos suyos la mayorÃa de ellos) que trazan el perfil del escritor en este documental: un grupo de amigos que fuman, beben y cruzan comentarios sobre él; comentarios que van de torpes conclusiones sobre su obra –si escribÃa o no poesÃa, si esa poesÃa se entendÃa o no- a duras consideraciones sobre su persona –“era cruelâ€-.
Un documental maldito, pero muy avanzado a su tiempo, dijo que habÃa sido Jacobo Sucari (profesor de Arte de la UB y realizador de documentales): por lo visto Fischerman lo grabó con presupuesto cero, tirando de alumnos suyos y con el poco dinero que le cedió el Centro Cultural San MartÃn. Lo hizo, además, con la intención de impedir después su comercialización. El resultado fue que la cinta no empezó a circular hasta que en 2008, por fin, se digitalizó directamente desde un VHS y empezó a venderse en Argentina. Fue entonces cuando se vio que habÃa conseguido allá por 1986, cuando dicen que lo rodó, un perfecto equilibrio entre la cosa documentada, fiel a la realidad, y la ficción: los amigos de Gombrowicz hablan sobre él, pero leyendo papeles, a partir de discursos escritos, lo que pasa es que no se pueden aguantar el soltar la anécdota si les viene a la cabeza, el hacerse callar los unos a los otros si ven que dicen barbaridades, el dejar caer alguna sentencia si la cosa explicada les da pie. “Era cruelâ€.
La coletilla de la librera:
«El libro que te habrÃas comprado hoy seguro si hubieras venido».
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