«Un tema que no tolera la broma es sospechoso, y una broma que no soporta el examen serio es una muestra de falso ingenio.»
Anthony Ashley-Cooper, Tercer Conde de Shaftesbury, fue un polÃtico y pensador inglés del siglo XVII y uno de los primeros y principales representantes de la Ilustración en las islas británicas. Sus ensayos se centran en el estudio del ser humano como animal social, y dos de sus textos más representativos son Carta sobre el entusiasmo (A Letter Concerning Enthusiasm, 1707, en forma anónima) y Sensus communis, Ensayo sobre la libertad de ingenio y el humor (Sensus Communis, an Essay on the Freedom of Wit and Humour, 1709, publicado conjuntamente con el anterior, firmado). En ambos, Shaftesbury se erige como uno de los primeros apóstoles laicos, siguiendo la senda marcada por Montaigne, de la amistad y la sociabilidad, dos de los pilares que sostienen el frágil edificio de la tolerancia. A continuación, un breve examen de algunos de los principios que aporta el autor a la genealogÃa de la Ilustración.
Siendo la verdad el verdadero motor del mundo, se hace extraña la insistencia del hombre no ya en engañar a sus semejantes sino en traicionarse a sà mismo.
La ideologÃa, que proteje como el bien más preciado a su canon de cualquier desviación, es el mayor impedimento para la libertad y la crÃtica; al encerrar el razonamiento en la jaula de la norma y echar a perder la capacidad autocrÃtica, nuestra visión del mundo queda también contaminada y, consecuentemente, falseada.
Para dejar en evidencia la impostura de una ideologÃa, mejor que un ataque directo -para cuyas consecuencias la ideologÃa ha desarrollado todo un sistema de defensa basado en falsos silogismos y en pruebas espurias- es la burla -porque ahÃ, falta de sentido del humor, se muestra indefensa- contra sus convenciones y formalidades. Debemos estar en guardia contra las actitudes entusiastas (“entusiasmoâ€, del latÃn “enthusiasmusâ€, procedente del griego “enthousiasmósâ€: estado de intensa excitación espiritual en que estaban las sibilas al pronunciar sus oráculos. Inspiración divina de los profetas. Diccionario de uso del español, MarÃa Moliner), y con las estrechas relaciones entre la demencia (privación de entendimiento) y el fanatismo (posesión por un espÃritu o fervor divino, delirante y frenético). Contra la superstición y el entusiasmo, ingenio y burla.
El mayor respeto hacia uno mismo se demuestra aceptando con buen humor las crÃticas jocosas y las bromas sobre las propias opiniones. La solemnidad de una opinión no presupone ningún grado de validez; en cambio, aquella que aguanta una crÃtica irónica acostumbra a demostrar su fortaleza. En todo caso, la capacidad para argumentar seriamente parece ir pareja con la de razonar con humor; generalmente, quien no es capaz de la primera, confundiendo la seriedad con el envaramiento, no lo es tampoco de la segunda, tomando como humor lo que es simple zafiedad. En todo caso, se debe mantener una cierta templanza en el humor: si bien es cierto que no todas las cosas pueden ser motivo de broma, también lo es que cada una, sin excepción, posee partes que pueden ser risibles.
El poder de la conversación libre es fundamental para contrastar argumentos y enriquecer el entendimiento. No se razona ni con arengas ni con monólogos, sino mediante la interlocución.
Se extraña Shaftesbury de la poca importancia que le conceden a la amistad ideologÃas como el cristianismo, que con tanta insistencia se refieren al prójimo, y de por qué no aparece como virtud fundamental en la vida en grupo o en comunidad. Asà como la amistad debe ser el bien más preciado en las relaciones interpersonales, la persecución del bien común deberÃa ser el objetivo compartido en las relaciones de los gobiernos con sus administrados.
Un texto con cuatrocientos años a sus espaldas que puede leerse desde la más rabiosa actualidad.
Excelente.