Stefan Zweig (Austria, 1881-Brasil, 1942) no consiguió cambiar el mundo escribiendo. Quizás lo pretendiese durante cierto tiempo, pero más tarde debió claudicar ante la imposibilidad de aquella tarea. En realidad, el escritor austriaco se veÃa a sà mismo como un intermediario entre las distintas corrientes culturales existentes en Europa y no cesó de explorar el panorama artÃstico europeo. Su asombroso intercambio epistolar con los intelectuales más influyentes de su época –más de 20.000 cartas privadas– no deja lugar a las dudas. En otras palabras, Stefan Zweig fue un gran europeÃsta, viajero entusiasta, acérrimo defensor de la comunidad cultural europea y enemigo de las doctrinas nacionalistas.
De esta manera, como hombre de letras comprometido, tradujo por primera vez al alemán obras de escritores totalmente desconocidos en Austria como Émile Verhaeren o Romain Rolland, con quienes mantuvo una estrecha amistad. También escribió biografÃas y ensayos sobre autores que, como él, transmitÃan un “pensamiento europeoâ€.
Estas convicciones cosmopolitas se vieron sometidas a una dura prueba cuando, en 1914, estalló la Primera Guerra Mundial. Movilizado por el ejército austriaco por un perÃodo de tres años, no llegó a pisar el campo de batalla puesto que fue declarado no apto para el combate. En 1917, aprovechando un permiso de dos meses, se trasladó a Suiza en donde se exilió. Ese mismo año la editorial Insel publicó su obra dramática JeremÃas, de marcado carácter antibélico. Sus ideas pacifistas, otro de los rasgos que definieron su personalidad, se habÃan consolidado en su interior como respuesta a la turbulenta realidad europea de aquellos dÃas.
En 1918, terminada la Gran Guerra, regresó a Austria. Pero no eligió Viena (su ciudad natal) como destino, sino Salzburgo. En 1920 se casó con la escritora Friderike von Winternitz, a quien habÃa conocido ocho años antes. Comenzaba para Stefan Zweig una década de escritura incesante y fructÃfera pues Friderike ejercÃa de factótum posibilitando que su célebre marido gozase de una tranquilidad para trabajar que este no desaprovechó, publicando durante estos años gran parte de sus mejores obras, destacando de entre todas ellas las historias breves Amok y Carta de una desconocida (ambas de 1922), las “catorce miniaturas históricas†(según sus propias palabras) que componen Momentos estelares de la humanidad (1927) y las biografÃas de escritores, tres excelentes trÃpticos titulados respectivamente Tres maestros: Balzac, Dickens, Dostoievski (1920), La lucha contra el demonio: Hölderlin, Kleist, Nietzsche (1925) y Tres poetas de su vida: Casanova, Stendhal, Tolstoi (1928), en los que el escritor encubrió hábilmente su fondo erudito tras una equilibrada composición y un lenguaje preciso y profundo, de gran agudeza psicológica.
Sin embargo, no tardaron en volver a torcerse los acontecimientos en Europa. En 1933, Adolf Hitler fue nombrado Canciller de Alemania. Stefan Zweig, de origen judÃo (aunque no fue educado en esa religión), fue estigmatizado como no ario por el régimen nazi que prohibió sus libros en 1936. Antes, en 1932, habÃa publicado la biografÃa de MarÃa Antonieta y, en 1934, sus estudios sobre MarÃa Estuardo y Erasmo de Rotterdam.
Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Zweig, junto a su segunda mujer, su joven secretaria Charlotte Altmann, se trasladó a ParÃs para, desde allÃ, viajar a Inglaterra donde obtuvo la ciudadanÃa. En 1940 emigró a los Estados Unidos, pero fijó su residencia finalmente en Brasil. En 1941 escribió Novela de ajedrez, La tierra del futuro y El mundo de ayer, su autobiografÃa, que tuvo que ser publicada póstumamente ya que el 22 de febrero de 1942, en Petrópolis, Stefan Zweig y Charlotte Altmann se suicidaron.
En las cartas que dejó preparadas, el escritor explicó los motivos de tan trágico final, fundamentalmente la desesperación y el sufrimiento por su lejanÃa de Europa en donde la guerra destrozaba sus sueños de un mundo basado en la cultura y la compresión humana. Su muerte, de este modo, constituye también un último gesto de libertad, pues Stefan Zweig, “con pleno conocimiento y lúcidoâ€, decidió quitarse la vida junto a su amada cuando fue consciente de que sus fuerzas se habÃan agotado.
Estanislao M. Orozco
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