Suburbana (Dos bigotes, 2015) es la primera novela de Claudio Mazza (Buenos Aires, 1963). Comienzo a propósito con esta oración simple y sin valor verbal, incluidos sus paréntesis, porque me permite nombrar y poner en primer plano a la obra, a los agentes responsables de la misma, asà como alguna caracterÃstica que considero importante para su juicio. A continuación, acometeré su crÃtica, que resumiré de una manera igualmente simple: Suburbana, opera prima de un escritor mitad argentino mitad español, evidencia el gran acierto de una joven editorial y la inteligencia creativa de un escritor hasta hoy desconocido. Yendo más allá, me atrevo a plantear que Claudio Mazza ha firmado con este libro uno de los debuts literarios de 2015, convirtiéndose en uno de los autores cuya próxima publicación será tenida en cuenta, y confirmando a una editorial que apenas cumplÃa el año de vida en el momento de su publicación.
Pero he empezado la casa por el tejado, y en realidad en Suburbana hay mucha tela que cortar. Como lector, uno sale muy satisfecho del libro, y en mi caso con muchas preguntas pendientes, hasta el punto de pensar que este texto lo escribo cuando en realidad lo que quiero es realizar y transcribir la entrevista a su escritor. Todo se andará, pero ahora, plantearé los cimientos de mi introducción, los porqués de mi lectura, asà como las cuestiones y debates que la obra me provoca.
Para comenzar cabrÃa decir que la escritura propuesta por Claudio Mazza en Suburbana denota inteligencia, está ensayada y madurada; se intuye un ejercicio sometido al proceso de conocimiento literario, se puede decir que es reposada, que está bien asentada; y que esto lo consigue a partir de diferentes estrategias. Por un lado, en su primer libro Claudio Mazza no huye de la tradición literaria, más bien parte de ella. La novela tiene un inicio canónico, singular de la gran narrativa latinoamericana de sagas familiares. En apenas el párrafo y medio que mancha la primera página, preludio y presentación de la historia, se expone el tema de la misma, la historia de una familia concreta en un territorio igualmente preciso, con cierto aire casi de realismo mágico. Se remonta a sus orÃgenes para localizar en ellos un hecho trágico que, como un presagio, introduce, conecta y establece la clave y el centro de la obra, la familia de Renzo en Argentina, protagonista y principal trama de esta historia. En este sentido, el arranque destaca por su lucidez y su poder de encantamiento, muy bien ajustado si tenemos en cuenta que al ser la primera novela de un escritor desconocido hasta hoy, el manuscrito se jugaba su continuidad en estas primeras lÃneas.
No obstante, tanto el tono del libro como sus materiales narrativos cambian rápidamente para concentrarse en su personaje principal y la encrucijada en la que se halla, el combate de la identidad a diferentes niveles -personal, familiar y la nación-, un tema, ya con un estilo, que conecta de pleno con una literatura más actual. De esta forma, se produce un giro sutil y calculado entre las dos formas de expresión, buscando enganchar al lector y presentar la obra, aunque en algún punto resulta algo evidente el artefacto literario.
En segundo lugar, hay que destacar la capacidad que ha demostrado Claudio Mazza para armar una novela que organiza la realidad en diferentes estratos. Para ello, ha recurrido a diversos recursos y materiales para marcar niveles en la narración, esbozando esa triple pugna de la identidad en la que se sitúa el personaje. Por un lado, articula la voz narrativa principal (Renzo) que desde un presente narra las acciones que servirán de hilo conductor al conjunto de la obra, y que manifiesta los dilemas a los que tendrá que enfrentarse (el descubrimiento de un secreto familiar, la vuelta a su paÃs de origen, la distancia del paÃs de acogida y de la familia que allà ha creado). Un segundo nivel narrativo se encuentra de nuevo en la voz de Renzo, que a través del recuerdo, recupera la memoria familiar trazando un retrato colectivo no sólo de su grupo familiar de base, sino del conjunto del paÃs en el que nace y crece, y que ocupará la primera mitad del libro. Un tercer nivel se articula a partir de la técnica del manuscrito encontrado, el cuaderno de Alma, segunda voz narrativa en Suburbana, por el que accedemos a los puntos huecos de la historia del propio Renzo: la del secreto familiar, el retrato de su padre en los años que él abandona Argentina y apuntes sobre su paÃs de acogida en los años previos a la llegada. En este punto, Mazza demuestra un manejo brillante de las estructuras literarias, que le permiten conectar la historia privada familiar con la historia pública y el devenir polÃtico-social de Argentina, paÃs que en esos años vivió algunos de sus episodios más intensos, y conectando ambas construye, aquà sÃ, un artefacto literario tan invisible como sólido.
Uno de los aciertos fundamentales de Mazza en la composición de Suburbana -aparentemente compleja en su forma, manifiestamente liviana en su lectura- ha sido la creación de sus personajes. Por un lado, el par Renzo y Alma, las dos voces narrativas del libro, nos permiten acceder a un retrato familiar a lo largo de cuatro décadas desde una perspectiva múltiple -la nacional argentina, la de exiliado argentino en España, la de inmigrante ilegal argentino en España, la de ciudadano español de origen argentino y la de visitante en el paÃs de origen- necesaria y fundamental para alcanzar la verosimilitud y la complejidad que requieren la historia y la dureza de los hechos acontecidos en Argentina esos años.
Para completar ese retrato colectivo, que va de la familia a la nación, Mazza esboza unos personajes secundarios a modo de icebergs, que se muestran de forma sucinta pero cuyo peso en el relato es fundamental. Carla, Mauro, Jaime, Fedra, Paula, etc., personajes tremendamente atractivos, cuyos espacios en blanco ofrecen al lector nuevas tensiones y perspectivas que inciden en el sentido del libro, aunque también provocan la sensación de que a Suburbana le faltan páginas.
Una última cuestión a señalar es la mirada del escritor a la hora de abordar los temas del libro. Si bien es justo decir que es el cauce de la ficción el que toma para expresarlos, teniendo en cuenta la naturaleza de estos (lo familiar, la identidad, la nación; o en palabras de Borges, la infancia, el amor, la muerte y el exilio), lo autobiográfico se manifiesta como un recurso tan inevitable como eficaz a la hora de fijarlos. En el uso de lo autobiográfico, pero con bastante distancia entre las obras, de alguna forma intuyo una pulsión en Suburbana que ya habÃa encontrado en El viento de la luna de Antonio Muñoz Molina: el acto de creación del relato que indaga en la propia identidad está motivado por la vivencia de la muerte del padre vivida desde la distancia.
Desde esta misma revista, ya escribà la crÃtica de la primera incursión de la editorial en la literatura creada en España planteando algunos problemas, a mi modo de ver. En poco más de medio año, critico la segunda incursión en Dos bigotes en este tipo de literatura para manifestar su pleno acierto, y no se me ocurre mejor forma de celebrarlo que la siguiente: comprar dos ejemplares de Suburbana, uno para mi madre, y el otro para mi amiga Victoria Orella, que también es tan del lado de acá como del de allá.