No es muy común avanzarse a su época y ser consciente de ello. Sin embardo, algunos artistas y escritores a lo largo de la historia han sufrido esa, digámoslo asÃ, desdicha de ser un incomprendido en su tiempo, un rebelde, un no clasificado, un innovador: una promesa a futuro, pero un maldito al fin y al cabo. Algunos como el portugués Almada Negreiros tuvieron la suerte de escucharle decir a Federico GarcÃa Lorca: “Te doy treinta años para que te entiendanâ€, en relación a las obras de teatro vanguardistas que estaba escribiendo en Madrid entre 1927 y 1932. Algo parecido le pasó al brasileño Joaquim de Sousa Andrade (1833 – 1902), más conocido como Sousândrade, pues sentÃa que necesitarÃa cincuenta años para ser leÃdo. En realidad necesitó el doble, casi cien, pues su modernidad avant la lettre, es decir, anterior a las vanguardias literarias de principio de siglo XX no propició su redescubrimiento hasta la renovación literaria que suposo en Brasil el movimiento artÃstico y literario llamado Concretismo durante los años 50.
Y lo podemos reivindicar ahora, gracias a la osada editorial madrileña Libros de la Resistencia, que lo trae a la actualidad y para el público hispano con la reciente edición del libro Sousândrade / El infierno de Wall Street, donde se recogen diferentes textos crÃticos sobre el poeta brasileño, asà como la traducción de un poema fundamental en su obra. Y es que Sousândrade ha sido y es casi un desconocido en España, asà como en el resto de paÃses de habla hispana (como ejemplo, cabe observar que no tiene entrada en español en la Wikipedia); aunque no tanto, pues el libro recupera precisamente un artÃculo de Ãngel Crespo y Pilar Gómez Bedate, publicado en 1965 en la Revista de Cultura Brasileña de Madrid, en el que se traÃa al autor brasileño al reconocimiento de la intelectualidad hispana. Aquel primer conocimiento español tenÃa un referente cercano en el redescubrimiento en Brasil, (pues habÃa sido sistemáticamente olvidado por los estudios crÃticos y por la historia de la literatura brasileña), por parte de los hermanos Augusto y Haroldo de Campos, que buscaban sus propios referentes para enraizar el renovador Concretismo dentro de la tradición literaria de su paÃs, lo que supuso su recuperación para el lector brasileño. Además, el Concretismo llegó a ser no solo una revolución (que querÃa subvertir las normas literarias e incluir el grafismo en el poema) en las letras brasileñas, sino que también influyó en la modernización de la poesÃa en otros paÃses, como en España, donde fue presentado por el poeta João Cabral de Melo Neto, que habÃa sido cónsul de Brasil en Barcelona durante los años 50, y donde se habÃa relacionado estrechamente con Joan Brossa y el resto de componentes del grupo “Dau al Setâ€.
Joaquim de Sousa Andrade habÃa nacido en un Brasil ya independiente, pero donde regÃa un emperador, descendiente de la portuguesa casa de Bragança. Durante su juventud se traladó a estudiar a Europa y se graduó en IngenierÃa de Minas en ParÃs. Tomó partido, en la convulsa Europa de mediados del siglo XIX, por las ideas liberales y republicanas. Entre los años 1870 y 1876 estuvo viviendo en Nueva York, hasta que la proclamación de la República en Brasil le impulsó a volver a su paÃs, momento en el que fue nombrado para diferentes cargos oficiales, pero donde acabarÃa muriendo en la ruina, lo que propició la dispersión y hasta la pérdida de parta de su obra.
De su periodo de Nueva York es precisamente la redacción del poema El infierno de Wall Street, incluido en este libro con traducción del poeta peruano Reynaldo Jiménez; obra que forma parte de un proyecto mayor, llamado El Guesa Errante, un largo poema panamericanista, a la altura de el Canto General de Neruda o, por qué no, de Hojas de hierba de Whitman, en el que un personaje indÃgena, El Guesa, una vÃctima propiciatoria, un joven destinado al sacrificio ritual, escapa antes de ser inmolado y recorre el continente americano. Más allá de la temática y del argumento de El Guesa Errante, el Canto X, titulado El infierno de Wall Street, del que aquà se publica, por primera vez, su traducción al español, sorprende por su modernidad: precisa de una lectura sin prejuicios para apreciar tanto el juego de recursos fonéticos y gramaticales, como la acumulación cultural que aúna el indigenismo americanista con las tradición literaria occidental, y que desafÃa tanto el gusto estético y como las normas literarias establecidas en su época.
Sin duda, nos encontramos ante una oportunidad única para descubrir no solo un autor único y conmovedor, sino para entender que la modernidad no es patrimonio estanco de una época o un grupo intelectual sino una actitud atemporal de renovación e insubordinación individual.