De nostalgia y antÃdotos
TenÃas el boceto de una crónica encima de la mesa: el pulso de Madrid, escribiste en primer lugar. EntendÃas perfectamente lo que quiso expresar Virginia Woolf cuando afirmó que «lo más agradable de Londres era que siempre ofrecÃa algo nuevo que mirar, algo fresco de lo que hablar». Otra ciudad con pulso infatigable. Ese sà que es un asunto para sumergirse sin dobladillo en los pantalones, desde los tobillos hasta el cuello, pensaste. Y, sin embargo, diez minutos después ya habÃas decidido adentrarte en, al menos, un puñado de lugares que hacÃan de Viena un lugar para recorrer con los ojos dispuestos a aventurarse más de lo conveniente, dispuesta a corroborar que no es sólo música y grandiosidad esta ciudad donde el invierno se instala durante meses y la primavera se celebra con gestos comedidos y sonrisas cálidas. O que sentirte extranjero es también un despliegue de atención, una ventana abierta en un cuarto sin cortinas.
Viena rebosa librerÃas con encanto, incluso para los hispano y luso parlantes, que podrán encontrar en La librerÃa (Gentgasse 120, 1180) un antÃdoto infalible para eso que los ingleses denominan homesickness y los gallegos describen con un elocuente y tierno tener morriña. Los anticuarios, las pequeñas librerÃas con su cajita de gangas en libros de segundo mano o la inmensa ristra de mesas plagadas de novelas, cómics, disertaciones filosóficas o poemarios, que cada sábado puedes encontrar en Naschmarkt, dan buena cuenta de la afición de los austrÃacos por la lectura. Y si lo que estás buscando son ediciones cuidadas o estantes salpicados de obras alérgicas a la indiferencia, quizá Leoporello -a apenas unos metros de la emblemática Stephansdom- tenga algo para ti.
Pickwick’s (Marc-Aurelstr. 10-12, 1010), es otro de esos sitios que uno agradece visitar si tiene tiempo para descubrir Viena sin las obligaciones de un turista ocupado y cumplidor. Un lugar para charlar, leer alguno de los libros que cubren las paredes del local, picotear o simplemente beber una cerveza o un café más que aceptables. Aviso a navegantes: el precio del café en Viena se ajusta pocas veces a nuestra idea de barato pero si además tienes que pagar cuatro euros por un vasito de agua con color, la cosa se pone un poco más seria y, afortunadamente, no es el caso de este acogedor café-bar. Además, es común escuchar inglés en Pickwick’s, asà que si el alemán aún te provoca más de un quebradero de cabeza no tienes excusa para no dejarte caer por allÃ.
Para llenar los ojos
La oferta cultural de Viena es amplia es muchos aspectos: conciertos, exposiciones en pinacotecas, estrenos teatrales, actividades culturales para niños y adultos, lecturas, encuentros en cafés… y, para los cinéfilos, se erige también como un pequeño paraÃso: no sólo es llamativa la gran cantidad de cines que alberga y, sobre todo, lo especiales que resultan algunos de ellos. Bellaria Kino (Museumstraße 3 1070) es, sin duda, uno de ellos. Asistir allà puede resultar a veces un verdadero viaje en el tiempo, su público más fiel está formado en gran parte por personas ancianas, muchas de ellas engalanadas con mimo para la ocasión (aunque también rebosa gente de lo más variopinta y de diversas edades), y la propia atmósfera del lugar invita a disfrutar de sus pequeñas salas con la ilusión de Totó, el entrañable niño enamorado del cine que nos muestra Cinema Paradiso. O con la devoción con la que Ana MarÃa Matute narra en ParaÃso inhabitado qué sensaciones inundaban a la pequeña Adriana cuando entraba el cine:
«(…) El cine estaba en una suave penumbra, y el acomodador, con su linterna, parecÃa el cómplice de alguna aventura a punto de producirse (…), puro misterio, puro enigma; la tierra donde a mà me gustaba vivir, avanzar, imaginar; el mar donde deseaba sumergirme, al borde siempre de un descubrimiento «.
Si, como Totó o Adriana, no podrÃas vivir sin sentirte extasiado frente a la pantalla de un cine, hay otros dos sitios que deberÃas conocer en Viena: Top Kino y Filmmuseum. Ambos tienen una oferta cuidada, si bien, ese uno de los pocos puntos que tienen en común, pues sus caracterÃsticas albergan escasas similitudes.
Top Kino (Rahlgasse,1060) es un lugar acogedor y moderno, situado en una de las zonas más céntricas de Viena (a solo unos minutos de MuseumQuartier) pero, sobre todo, un espacio muy peculiar. Esta dividido en dos partes, una de ellas cuenta con una zona de bar y una terraza, y otra con dos salas de cine. Las entradas se compran en la propia barra del bar y, además, a un precio bastante razonable que admite descuento para estudiantes. Destaca por tener una oferta de cine independiente de calidad y se suma de cuando en cuando a la proyección de pelÃculas seleccionadas para festivales de pequeño o medio tamaño en la mayorÃa de los casos. Desde documentales, a producciones pequeñas, pasando por pelÃculas estrenadas con anterioridad, los films se proyectan en versión original. Filmmuseum se encuentra junto a las escaleras de entrada al Museo Albertina, muy cerca de la ópera. Todos los meses se realiza una retrospectiva sobre la obra de un director en concreto, un estilo o una temática concretos, una etapa en la historia del cine… ¡y toda su oferta gira en torno a ello!
Si bien es cierto que Viena se puede vivir con los cinco sentidos, con la vista y el oÃdo tenemos para descubrir y redescubrir esta hermosa ciudad unas cuantas veces… Y, si acabamos exhaustos, podemos seguir el consejo de Marcel Schwob: «Todas las noches se levantaba y, como Morgana, tiraba contra los cántaros granos de arena para despertar los misterios. Y los sueños siempre dormÃan».
Lidia Gómez Pérez (Madrid, 1992) es estudiante de Periodismo e Historia. Ha publicado dos poemas en el periódico MásGetafe y actualmente está finalizando su poemario Apoptosis. Ha realizado esta crónica en el marco de las actividades del Curso de Periodismo Cultural de Escuela de Letras. Su blog: dijocasiopea.blogspot.com. En Twitter: @casiopea92
Te traslada a esta preciosa ciudad. Espero seguir leyendo cosas tuyas por aqui. Enhorabuena!