Visiones centroeuropeas (I): «El rey de las Dos Sicilias», de Andrzej Kusniewicz | Revista de Letras
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Pero el protagonista es Emil y la jornada de la explosión. 28 de junio de 1914. El narrador entiende que para llegar a un punto hay que pararse en varias estaciones para obtener coherencia. Por eso los retales de la existencia de Emil, en tercera persona y en su diario personal, exprimen las causas de la consecuencia, la ácida espada que clava poco a poco su punta para perjudicar al hombre que la empuña, un joven que, por gracia novelÃstica, se erige en estilete de un punto y final previo a la contienda que sellará la tumba austrohúngara y mitificará su grandeza.
Será entonces cuando Emil R. dirá en voz alta lo que ya ha pensado muchas veces: que ellos dos, subtenientes de la reserva arrojados aquà por un curioso azar, arrancados de la vida normal, participan de manera pasiva en un acontecimiento sumamente importante; que, a pesar de las apariencias, no es el estallido de la Guerra con Serbia, ni siquiera una al parecer inminente guerra con Rusia, ni tal vez una guerra mundial, ya que Francia, seguramente Inglaterra, y quizá Italia…no se trata de eso, existe un problema mucho más importante: y es que, aquÃ, en esta pequeña estación de Banar, son testigos del fin del siglo XIX.
Cuando los oficiales suban al vagón que reduce su destino al de marionetas teledirigidas por superiores, la melodÃa sinfónica concluirá en un doble sentido, histórico y literario. Guardaremos el libro en la estanterÃa, escribiremos esta crÃtica y la cerraremos con dos vocablos que usamos escasamente, sólo en ocasiones especiales. Obra maestra.