«Winston Niles Rumfoord habÃa conducido su nave espacial privada hasta el corazón de un infundibulum crono-sinclástico inexplorado, situado dos dÃas más allá de Marte. Sólo un perro lo habÃa acompañado. Ahora Rumfoord y el perro Kazak existÃan como fenómeno ondulatorio, al parecer vibrando en una espiral torcida que empezaba en el sol y concluÃa en Betelgeuse.»
Este es el punto de partida de Las sirenas de Titán (The Sirens of Titan, 1959), la segunda novela de Kurt Vonnegut, el periplo de un viajero en el tiempo que, en sus estancias periódicas en la Tierra, exactamente cada 59 dÃas, interviene con la ventaja de conocer el pasado y el futuro, un porvenir que no incluye augurios demasiado favorables para ciertas personas con las que le une una estrecha relación.
Segunda novela, decÃa, pero enteramente Vonnegut. En sus personajes como Malachi Constant, un multimillonario descendiente de un especulador bursátil que realiza sus inversiones guiándose por la Biblia. En los giros de la trama -que, como siempre y con posterioridad, se escurre por momentos simulando una digresión para no volver sino para encontrársela con posterioridad-, increÃbles, que retuercen la acción abriendo las puertas a reorientaciones de la trama; la inventiva de KV Junior parece no tener lÃmites, como ese caso de la Iglesia del Dios Absolutamente Indiferente, cuyo atributo mejor valorado es la ApatÃa. La irrevocabilidad del destino, guiado por el azar e indiferente a los deseos humanos, a sus aspiraciones o a sus reparos, enfilado por una mano invisible que ordena el despliegue del futuro. Referencias concretas a su propia experiencia: tal vez el episodio con el ejército de Marte, tremendamente anti-militarista, tenga algo que ver con la época que él mismo pasó en la milicia, y la referencia al control mental de los soldados, aquà mediante un dispositivo y unas antenas instaladas en el cráneo.
«El gran lÃo con los estúpidos de mierda es que son demasiado estúpidos para creer que se puede ser inteligente.»
La originalidad de la trama no se encuentra tanto, que también, en el planteamiento inicial como en los constantes giros que tienen lugar y que ,disimulada bajo la forma de novela de ciencia ficción, se encuentra una profunda y certera reflexión acerca de la Humanidad, de su futuro y de la absurdidad de gran parte de sus preocupaciones.
«Lo único que he aprendido es que algunos tienen suerte y otros no.»
Cuando se tiende a considerar un mérito el hecho de que un novelista sea capaz de «crear mundos» con y en los que se desenvuelven sus novelas, KV Jr. deberÃa ser considerado un modelo de la máxima expresión de esa capacidad. Vonnegut no es solamente un optimista enfermizo, es también un escritor inteligente que hace más inteligentes a sus lectores.
«No hay razón para que el bien no pueda triunfar con tanta frecuencia como el mal. El triunfo de algo es cuestión de organización. Si existen lo que se llama ángeles, espero que estén organizados siguiendo los métodos de la Mafia.»