La novela El espÃritu de la escalera (Ediciones Universidad Diego Portales, 2016) es una historia personal a partir de lo colectivo:
“El presente se desdobla, eso sÃ. Pero a cada ida y vuelta modificamos el futuro y el pasado. Es la razón por la cual el pasado y el futuro nos parecen siempre hipotéticosâ€.
Se aborda en ella el arte de la ficción, el surrealismo, los precipicios que configuran la estructura de nuestro mundo:
“Llamo “lluvia falsaria†a esa especialidad local, esa lluvia a la que tanto le gusta esconder los secretos que ella misma modela. Llamo “modelar los secretos†a esa maldad hipócrita que impone el rumor prestadoâ€.
Publicada originalmente en francés, se vierte al castellano una narración que abarca generaciones enteras de escritores, cientÃficos y pintores de los siglos XVIII y XIX (Nerval, Gautier, Saint-Hilaire o Camille Flers, entre otros) y se ocupa de temas como la oportunidad, la identidad, la manipulación, la personalidad múltiple, motivos que se repiten en la filmografÃa de su autor y que aluden a la obra de Jorge LuÃs Borges y Gabriel GarcÃa Márquez (dos escritores latinoamericanos que éste admiró en vida). Como Italo Calvino, está fascinado por el acto mismo de narrar, algo que evoca a figuras como Dickens, Balzac, Hugo y Dumas, con un toque posmoderno.
“Me ocurre a menudo que me siento solo en el mundo. Aun ahora, después de todos estos años de errancia en los territorios del crepúsculoâ€.
El espÃritu es un calidoscopio que novela la vida de su hacedor y sus percepciones del tiempo, la memoria, el amor, los celos y la ambición. La trama avanza de atrás hacia delante y al revés. Catálogo multimedia, supone un diálogo lúdico a través de cortometrajes literarios que giran en torno a preocupaciones históricas, pasiones e ideas. Cada ficción es pieza de un tablero de ajedrez virtual, juego que funciona en la superficie al igual que bajo un laberÃntico mundo de ilusiones, alusiones y espejos que configuran la esencia del espacio que el autor crea para su disfrute y el nuestro.
Pocos cineastas capaces de escribir una novela asÃ. Raúl Ruiz (Puerto Montt, Chile, 1941 – ParÃs, Francia, 2011) dirigió más de 100 pelÃculas. Abandonó su Chile natal tras el golpe de Pinochet en 1973 y se instaló en Francia para convertirse en uno de los más prolÃficos y singulares cineastas. Filmó adaptaciones literarias (su pelÃcula de 1998 Proust, el tiempo recobrado, con Emmanuelle Béart y Vincent Perez), pelÃculas de vampiros (Nucingen, 2008), pelÃculas de vÃdeo, de bajo presupuesto, experimentales, series de televisión, pelÃculas biográficas (Klimt, 2006), comedias y thrillers comerciales (Un libro cerrado, 2010, con Tom Conti y Daryl Hannah). El escritor chileno no es, sin embargo, un nombre familiar para el lector en castellano. Sólo es conocido en cÃrculos limitados: aquellos capaces de acompañarlo a través de sus viajes trascendentales en torno a su imaginación.
“Me pierdo en esta palabrerÃa que amuebla la ultratumba. Esta ultratumba, claro. Porque hay otras. Aún no las he afrontado, pero siento su presenciaâ€.
Se nos advierte en el prólogo que Ruiz revisó el manuscrito poco antes de morir. Es decir, el libro se escribe casi desde el más allá. El escritor narra su vida, pero no es una autobiografÃa, sino la vida de un fantasma, uno más en este libro, diálogo de espectros, con un elemento adicional oculto: el crÃptico mensaje que tiene que ser descifrado. En El espÃritu, lo perdido constituye una narrativa que queda atrapada no sólo entre las páginas, sino entre las lÃneas que dividen, que unen, la ficción y la realidad.