Hora es de llamar a las cosas por su nombre. En la literatura como en tantas otras cuestiones de la vida existe un momento en que hay que decir, ¡basta ya! Hasta ahora la poesÃa española parece obedecer a un solo canon, o, mejor dicho, a un solo gurú, tan poderoso, que nadie se atreve a oponerse a él, a contradecirlo en lo más mÃnimo, porque ¡ay de aquél que ose a enfrentársele! El silencio será la condena y ya nunca más podrá vivir de sus migajas. Ocurre ahora lo mismo que con aquella eclosión mercantilista y efÃmera que allá por los años 60 se llamó NovÃsimos y que silenció a otro elenco de poetas de gran calidad y diferencia estética notable.
En nuestros dÃas, y aún después de un momento que parecÃa que otra “poesÃa era posible†con aquella “rebelión de los diferentesâ€, que luego vino en llamarse poesÃa “De la Diferencia†y que bien por sus luchas internas o por la hegemonÃa de la llamada poesÃa “De la Experienciaâ€, que aún cuenta con el poder mediático, junto a las grandes editoriales, digo, poco ha cambiado la situación, y sin embargo, a raÃz de la publicación de La otra mirada y El unicornio en el Café Libertad, ambos autorÃa del también poeta, profesor universitario y ensayista Pedro RodrÃguez Pacheco (Sevilla, 1941), parece que vuelve a estar vigente el argumentario que sostuvo a “La Diferencia†y con el que, posiblemente, muchos poetas actuales estarÃan de acuerdo.
Salvando la distancia del tiempo, en aquella diatriba de “NovÃsimos†y “Poetas del Lenguaje†o “Promoción del 60†como se la llamó también, en la actualidad, se dan parecidas circunstancias entre seguidores de una “poesÃa de la Experiencia†(¿acaso puede entenderse la creación poética ajena a la experiencia?) y el resto de poetas tan ajenos a este movimiento, como diferentes en su concepción de la poesÃa. Dicho lo cual, es de una oportunÃsima aparición El unicornio en el Café Libertad. 25 años después. AntologÃa. No es este un libro más, un texto pretencioso y oportunista, todo lo contrario. Tras el paso de los años, con una mirada serena y respetuosa, sabiendo que sólo los argumentos y el análisis son los aliados del investigador o ensayista, también de la justicia poética, se puede vislumbrar el hecho histórico que supuso aquella “rebelión de los diferentesâ€, poetas todos en el más puro sentido de la palabra, como lo demuestran las diferentes poéticas de cada uno de ellos, pero siempre bajo el paraguas de la PoesÃa.
Si ya en La otra mirada, RodrÃguez Pacheco expuso ampliamente el devenir “De la Diferenciaâ€, sus orÃgenes, sus causas y objetivos o metas, con El unicornio en el Café Libertad, de una manera resumida aporta su particular visión, al tiempo que analiza pormenorizadamente las poéticas de cada uno de los vates antologados y que fueron artÃfices de aquella rebelión: Manuel Jurado López, Pedro J. de la Peña, Ricardo Bellveser, Antonio Enrique, MarÃa Antonia Ortega, José Lupiáñez, Concha GarcÃa, Antonio RodrÃguez Jiménez y Fernando de Villena. Es, pues, de agradecer que, con absoluta libertad, su autor, Pedro RodrÃguez Pacheco, se haya desnudado y presentado, con la honestidad que le caracteriza y el conocimiento experiencial adquirido también por su relación con aquella propuesta “De la Diferenciaâ€, ante el lector, a sabiendas que muchos serán, todavÃa, sus detractores.
Con todo, es de reconocer que pocos son los que se atreven a “enfrentarse†dialécticamente al contrario, siempre desde el respeto. Y todo ello lo demuestra cuando, desde un sentido crÃtico, analiza la obra de cada uno de estos poetas. RodrÃguez Pacheco toma como sÃmbolo al Unicornio y lo hace presente en el Café Libertad donde aquellos poetas se reunieron para rebelarse contra el sistema; el Unicornio: “Un animal fabuloso…, con figura de caballo, que lleva un solo cuerno muy puntiagudo sobre su frente. Es veloz y muy valeroso. Según la leyenda nadie podÃa cazarlo por la fuerzaâ€. En su recorrido por la poesÃa de estos autores, RodrÃguez Pacheco no ceja en su empeño por demostrar la vitalidad de aquella rebelión en el marco de la poesÃa española del siglo XX. De Manuel Jurado López, el primero de los poetas seleccionados, RodrÃguez Pacheco dice: “Jurado López es un cóndor sobre las altas cimas de la poesÃa: andaluza hasta la médula ha sabido asumir ese “rÃo interior†y dejarse llevar por su corriente hacia otros mares de civilización y plenitudes fraternasâ€. De Poemas de Ginebra, estos versos:
“Soy hombre y mujer al mismo tiempo porque ya estás / en mà igual que la palabra que pronuncio / para que la oigas tú y caiga en mÃ, muy honda, / como en un pozo.â€.
Escribe RodrÃguez Pacheco sobre el siguiente antologado: «La poesÃa de Pedro J. de la Peña se mueve entre dos polos que, sin ser antagónicos, distinguen dos poéticas, y aunque con carácter oposicional para que el sistema funcione, el poeta intenta que sus universos, los Ãntimos y los exteriores, es decir, los de la vida y su experiencia y los de la cultura (los paisajes del sueño y los de deseo) encajen en esa caja china de múltiples registros». De El soplo de los Dioses, estos versos:
“Cuando un amor se pierde es asunto sabido / que los débiles buscan desamores livianos / que ayuden a ahuyentarlo.â€.
El siguiente perfil trata del poeta valenciano Ricardo Bellveser, de quien escribe RodrÃguez Pacheco: “La poesÃa de R. Bellveser se nutre de urgentes afirmaciones y, seguidamente, de sus refutaciones; es una tensión en la que el sujeto poético vive su sinvivirâ€. De su poesÃa seleccionamos estos versos:
“El tiempo tenaz todo lo ha cambiado: / el techo no es tan grande, ni tan alto, / ni tan misterioso, ni me acongoja. / La cama, sólo es un campo de plumas / que el tiempo con la muerte ha desolado.â€.
Del perfil poético de Antonio Enrique, escribe asà RodrÃguez Pacheco: “Antonio Enrique, como poeta, en su esencialidad como poeta, es un mÃstico humanista…Esa rehumanización que compromete a toda la Naturaleza, es el hallazgo diferencial de Antonio Enriqueâ€. De La palabra muda, estos versos:
“No me importa morir / porque he conocido a la mujer / que ha sido mi madre, mi hermana, / mi amante y mi amiga: / El todo mi ser.â€.
Nos descubre ahora RodrÃguez Pacheco el perfil poético de MarÃa Antonia Ortega: “En toda su obra se detecta un profundo ardor, un fuego, un magma volcánico que cuando entra en fase eruptiva y se derrama libre por las laderas de su universo, nos deja esas ascuas incandescentes que son sus poemas, sus revelaciones, sus iluminaciones…â€. De El emparrado, sean estos versos:
“Mi alma es antigua / y ya no volverá a reencarnarse; / por eso necesito el desierto / y los dÃas de luz interminables, / igual que antes la proximidad / de los cuerposâ€.
José Lupiáñez, para RodrÃguez Pacheco es ese inmenso poeta proclive “a dos grandes movimientos que vertebraron -y para algunos aún vertebran- el universo de la creación literaria: el Barroco, como tiempo de violenta aceleración temporal y, más acusadamente, el Modernismoâ€. En su sabidurÃa, capacidad de creación y emoción confÃa el antólogo; de su poesÃa estos versos que la ilustran:
“Mis manos acarician la piedra / en esta inmensa grita del mundo. / Hasta hoy fue el desierto, / con su aliento de fuego, azotándonos / sin misericordia, y la arena en los ojos / o los labios cuarteados por la sedâ€.
La poeta cordobesa afincada en Barcelona, Concha GarcÃa es, para nuestro antólogo, otro de los perfiles elegidos y de ella habla asÃ: “Concha GarcÃa habÃa montado su insurrección heterodoxa ejerciendo una especie de violencia en el lenguaje normativo que era de uso canónico en las hegemonÃas…â€. Aquà una breve muestra de sus versos:
“…Tú me amas. / La hermosa nada que recupero / me pasea en automóvilâ€.
Si hay un poeta que, por su vitalismo, “La Diferencia†irrumpió en el panorama poético español con fuerza inusitada, ese es Antonio RodrÃguez Jiménez. “El “yo†poético de RodrÃguez Jiménez -nos dice R. Pacheco- lo es blindado por seres mitológicos, intuiciones fantásticas, espectros que se reparten lo benéfico y lo malignoâ€, y añade: “RodrÃguez Jiménez es prototipo del paroxismo visionario, lleno de intuiciones y de frenesÃes fantasmalesâ€. De su poema inédito Escala primera tomamos estos versos:
«Las escalas indican el momento vivido, / el pasado de humo, el presente / de plástico y el futuro de goma, como un alambre que se derrite / una y otra vez hasta que chorrea como un lÃquido más ligero que / el agua».
De Fernando de Villena, último poeta antologado, R. Pacheco escribe: “El proyecto poético de Fernando de Villena lo es en constante erupción: todo lo incita, todo lo provoca. Hay, principalmente, cuatro elementos conformadores o incitadores en su poesÃa: el amor, el tiempo, las creencias y los paisajes del mundo con sus consanguÃneos: la alta cultura, sus sÃmbolos y mitosâ€. Reflejo de su humana condición, sean estos versos pertenecientes al poema Vacilaciones de la fe:
“No sé si de verdad existes, / pero ahora quisiera / que de verdad existieses / para sanar tanta pena, / para colmar tanta esperanzaâ€.
Esta ha sido una pequeña muestra de lo que significó, y creo que convendrÃa decir, lo que aún significa hoy “La Diferenciaâ€, conscientemente silenciada por quienes todavÃa mantienen la hegemonÃa poética en España, tan alejada de la calidad que requiere toda creación que se precie.
Es muy hermosa!
¡Estoy listo para leer esto constantemente!
Gracias