Espalda desnuda / Esquena nua. David Castillo
Traducción al castellano de Judit DÃaz Barneda
Ediciones Baile del Sol (Tenerife, 2010)
La realidad sangra, ahora mismo está sangrando. Pero a veces no encontramos el momento de acercanos al reguero rojo que fluye por las calles, por las grietas de los edificios, por los recuerdos; otras, nos faltan medios para fijarnos en él, porque algunos se encargan de maquillarlo de verde y pasar un trapo para dejar reluciente la acera, la fachada o el cerebro. Lo más peligroso es que a veces nosotros mismos nos encargamos de estas tareas. Aunque siempre hay algún disidente, y uno de ellos se llama David Castillo (Barcelona, 1961). Los poemas de este autor son la lupa que nos permite explorar el reguero rojo del que hablaba lÃneas más arriba, que tanto corre por los barrios olvidados de Barcelona (El Carmelo o la Barceloneta) como por los parajes más ocultos de nuestra mente y nuestras relaciones.
Aparece ahora en castellano la traducción de uno de sus últimos poemarios, Esquena nua (Espalda desnuda), cuidadosamente editado por la editorial canaria Baile del Sol, y vertido al castellano por Judit DÃaz Barneda (la traducción, en general, es bastante buena) en el que el poeta rinde cuentas consigo mismo y con su generación, que creció al amparo de los movimientos contraculturales del tardofranquismo (y a la que la heroÃna despedazó brutalmente). Con su mirada áspera, irónica o nostálgica, y en ocasiones con las tres a coro, destila los instantes del amor y del paso del tiempo, en versos como «Traigo las sombras muertas/ de los cuerpos que ya no se tocan» o «tienes que saber que no todo se recupera«. Merecen especial atención los poemas que llevan por tÃtulo algún lugar de Barcelona (como Brisa del Poblenou) pues resultan breves interludios deliciosos en donde vuelve a poner sus ojos en la ciudad que le vio nacer, como hizo en su poemario Game Over; valgan estos versos como ejemplo ( «…escucharé tu cuerpo/ imploraré como un disco rayado/ diciendo sÃ, no quiero sentir/ en los Encantes del sábado al anochecer,/ rotos y sucios, nuestro deseo.«, del poema Encantes viejos).
A pesar de esto, prefiere los espacios tranquilos (una casa, una playa) con los personajes (algunos con reminiscencias bÃblicas, como Jezabel) en plena confesión (y también confusión), envueltos de humo y de alcohol, que dan como resultado versos despojados de toda retórica, directos, sin trampa ni cartón, que se dice, normalmente agrupados en poemas breves, aunque también resultan de buena factura aquellos más extensos en que se combina lo narrativo y lo lÃrico. Puestos a buscar algo que reprocharle al libro, podrÃamos decir que, dada la extensión del libro, algunos de los poemas se nos pueden antojar un poco repetitivos y ciertas imágenes, algo manidas, aunque estas apreciaciones no afecten apenas a la impresión general que deja una vez finalizada la lectura, pues las imágenes sugerentes ganan por goleada, y estas dos citas dan fe de ello («Tú ya lo sabÃas cuando te instalaste a mi lado,/ que incluso pagarÃamos por nuestras buenas horas.» o «Dios no vive en las rectas más rutinarias de la vida,/ se aparta del tedio como nosotros nos hundimos en él».).
Sólo me queda, para concluir, recomendar la lectura de este poemario con entusiasmo y que sigan la trayectoria de David Castillo, que también ha cultivado el género novelÃstico con éxito y que tiene a sus espaldas, además, una sólida carrera como activista cultural y periodista (dirige desde hace años el suplemento cultural del periódico Avui, por ejemplo). Celebro que se traduzcan a escritores catalanes para que puedan ser conocidos por lectores de otras lenguas, y más si se trata de autores tan válidos y contrastados como él, cuyos versos pueden ser una buena puerta de entrada a la poesÃa catalana de finales del siglo XX y principios del XXI; una poesÃa que sangra, que ahora mismo está sangrando, y que nos regala libros como este.
Rafael Banegas Cordero
http://arsspoetica-rafa.blogspot.com
encuentro la poesÃa del señor Castillo un tanto desabrida, ñoña y falta de audacia. quizá el tiempo dote a su escritura de ése toque de emoción del que ahora carece.
Innovador… Estilo, paz…… Saludos!!