Anne Sexton (1928 – 1974) era consciente de que los hermanos Grimm jamás hubieran imaginado un lugar como Brooklyn. Pero nosotros hemos podido hasta pasear sus calles, respirar su contaminación y compartir nuestro tiempo con gente como los protagonistas de la pelÃcula Smoke. De ahà la urgencia, bastante visceral, de actualizar los cuentos que a tantos entretuvieron y que sirvieron, a su vez, para concitar y exorcizar miedos. Porque el miedo es la herramienta sobre la que la poeta trabaja, lee y reescribe, los doce cuentos elegidos en estas Transformaciones, que nos entrega en formato de verso. Será la forma de la poesÃa lo que ayude a involucrar a las corrientes literarias que desde los hermanos Grimm hasta la primera década del siglo XX han tenido lugar, desde el verso libre hasta el surrealismo, desde el modernismo hasta el futurismo, pasando, inevitablemente, por Kafka.
Los cuentos de hadas, o los cuentos infantiles tradicionales, ocultan siempre sucesos muy oscuros. Sexton se ensucia las manos con la parte más siniestra y la trata con una naturalidad que hace revivir a la oscuridad. Puede haber un trasfondo demonÃaco en ese afán por la sangre, por los hombres truncados, por la muerte, por los animales simbólicos, por la belleza como temeridad en los cuentos de hadas. Puede que a él acuda Sexton para descubrir que con esas sensaciones, que ya estudiaron psicoanalistas como Bruno Bettleheim, se construyen hallazgos poéticos, figuras poéticas que resultan muy contemporáneas. La rana es el escroto de un padre, por ejemplo. O esta descripción de una relación sexual, que deslumbra, en el cuento de Rapunzel: “Pero él la deslumbró con su palo danzante. / Se tumbaron juntos sobre los hilos amarillos, / nadaron entre ellosâ€. Por no hablar de cómo entiende el final clásico de los cuentos y a qué deberÃa traducirse: “y asà pasaron sus dÃas / viviendo felices para siempre…, / una especie de féretro, / una especie de miedo azul. / ¿No es asÃ?â€
Blancanieves comerá siete hÃgados de pollo cuando entre en la casa de los enanitos, en un relato que comienza asegurando que “Tengas la vida que tengas / una virgen es una muñeca agradableâ€. Una muñeca agradable que come hÃgados de pollo y que termina sus dÃas, o al menos los dÃas que cuentan para el relato permaneciendo en palacio, “abriendo y cerrando sus ojos azul esmalte, / y hablando de vez en cuando con su espejo, / como hacen las mujeresâ€. El sexo y la realidad, a la que se enfrenta con un simbolismo que nos remite a Kafka y, por qué no, a Poeta en Nueva York o a ciertas obras de Silvia Plath, con quien compartÃa la depresión suicida, serán ejes sobre los que circule una voz narrativa muy libre, que encuentra asociaciones sorprendentes y efectos de humor. La preocupación por la figura femenina y, sobre todo, una brutal sinceridad, serán dos connotaciones que nos estén recordando sobre qué estamos leyendo: cuentos morales a los que se les priva de moralidad tradicional, aquella con la que se pretendÃa aleccionar a los niños. Asà va componiendo unas interpelaciones al lector que nos golpean con mucha fuerza, pues no cesan de ser sorprendentes.
¿Qué es la realidad? Nos preguntamos durante la lectura, con una potencia semejante a la que nos sacude cuando leemos las novelas de Kafka. Hay un extrañamiento que en esta edición se suaviza gracias a unas ilustraciones tan limpias como sugerentes. La edición, a la que acompaña el texto original en inglés, no puede ser más cuidada. La única realidad de la que podemos dar fe es la del amor por los libros y el amor por la literatura, la de siempre y la que todavÃa requiere de mucha imaginación, que aquà se ve muy bien traducida por MarÃa Ramos.
Antes de terminar una advertencia: “Aquel que mata a su padre / y gana tres veces a su madre / deshace el hechizoâ€. Las interpretaciones son tan inquietantes como múltiples.