
El Medos es un tren de caza que recorre el Mar de Hierro, una extensa zona que linda con el Ãrtico recorrida por miles de vÃas de ferrocarril. La tripulación, contratada de acuerdo con el objetivo del convoy, la forman una colectividad dedicada a la caza y al aprovechamiento de la fauna de la zona y al rescate de restos de naufragios, de trenes abandonados o perdidos, objetivos que comparte con trenes transportistas de bienes de una isla a otra, cazatesoros en busca de todo lo aprovechable de restos de trenes accidentados, especialmente tecnologÃa alienÃgena, y piratas dispuestos a hacer descarrilar los convoyes para aprovecharse de su carga, incluso del propio tren.
China Miéville recrea en El Mar de Hierro (Railsea, 2012) la atmósfera y los escenarios de las novelas marÃtimas, reproduce la rigidez de la jerarquÃa a bordo y la dirección hacia un objeto en concreto —la referencia a Moby Dick es tan explÃcita como conveniente, y no es la única: el hallazgo de tecnologÃas desconocidas para los protagonistas provoca unas cuantas referencias a Picnic al borde del camino y a sus autores— que, con el tiempo, se ha convertido en la obsesión de la capitana —en este caso, un «toporrible» gigantesco de color claro—.
Como en la mayorÃa de sus obras, Miéville recrea un mundo con resonancias fantásticas basado en la exacerbación de escogidos elementos del mundo real, con cambios, a veces insólitos, en los rangos de las especies animales y con la creación de nuevas especies con un imponente carácter depredador, acentuando los rasgos salvajes y, con frecuencia, mortales para los seres humanos.

Todo ello ubicado temporalmente en un futuro lejano, en una Tierra devastada por sucesivas invasiones alienÃgenas y guerras mundiales en las que ha desaparecido la tecnologÃa avanzada y han quedado algunas aplicaciones aisladas de una ciencia en retroceso, como en una nueva edad media cuyos avances parecen, en realidad, anacronismos: el terreno del clásico steampunk refundado en la New Weird Fiction. La sociedad se ha convertido en un conjunto de comunidades hÃbridas, aisladas entre sÃ, en la que conviven animales extintos con otros procedentes de quién sabe qué mutaciones genéticas accidentales, seres humanos de vieja factura, y aparatos tecnológicos avanzados cuya utilidad hace tiempo que se olvidó con objetos anacrónicos y sin embargo útiles procedentes de las primeras etapas de la humanidad.
El Mar de Hierro es un mundo autorreferente, encerrado en sà mismo, de extensión incalculable, que parece dar forma a la totalidad del mundo conocido; no parece existir un más allá de ese caótico pero controlado desorden ni parecen cartografÃas que lo trasciendan: sencillamente, el exterior es inconcebible porque su existencia representarÃa una alternativa a la que nadie puede hacerse una idea, es decir, implicarÃa unos parámetros que sobrepasarÃan la inteligibilidad. Tampoco se conoce su origen, que suele atribuirse a los dioses o a unos antepasados mÃticos cuyo rastro se perdió siglos atrás, aunque existe la idea de que se originó debido a una pugna entre antiguas compañÃas ferroviarias por conseguir mercado y extender sus dominios hasta los lugares más remotos, unas compañÃas que dejaron de existir pero que legaron la red viaria omnipresente por puro y simple abandono.
Literatura de pura evasión, más que digna, original y con un subliminal mensaje social gamberro e izquierdoso. Quién sabe si la novela popular no tendrá una parte que ahora se le niega entre los cÃrculos de exquisitos en la salvación de la literatura…