«Función en el colegio», de Orio Vergani

Función en el colegio. Orio Vergani
Traducción de Ángel M. Bécquer
Prólogo de Francisco Rico
Libros del Silencio  (Barcelona, 2010)

Siempre me han gustado las historias que recrean la época del colegio con sus aventuras, las grandes amistades que, en la mayoría de ocasiones, acaban cuando aparece la chica o el chico de turno, los novillos y las competiciones tipo » a ver quien llega más lejos». Tom Sawyer, Huckleberry Finn o los chavales de la inolvidable La guerra de los botones, de Louis Pergaud, forman parte de mis personajes más queridos. Ahora tengo que añadir a mi lista de héroes a Mario Rondani, protagonista de Función en el colegio, una maravillosa novela de Orio Vergani que acaba de publicar en España la nuevísima editorial Libros del Silencio.

Orio Vergani fue un reconocido periodista, colaborador indispensable del Corriere della Sera, crítico y dramaturgo. Como recuerda Francisco Rico en el prólogo que acompaña a esta edición, no suele figurar entre las grandes plumas de la época, pero su trascendencia como articulista le pone a la altura de personalidades como Francisco Umbral o Josep Pla, citados en dicho prólogo a modo de referencias.

Mario es un chico huérfano que, a sus quince años, vive con su tacaño tío, a quien cada noche le sisa unas monedas. Forma parte de una pandilla, dedicándose a hacer trapicheos, hasta que un día entabla amistad con Giorgo, el hijo de un acaudalado patrono del pueblo, gigoló, presumido y que cae mal a todos los amigos de Mario. Esa amistad es puramente interesada, ya que Mario pretende cobrarle con cigarrillos por hacerle los deberes de latín, pero provoca una crisis en la pandilla. Un día, Giorgo le invita a asistir a una función de teatro en las Ursulinas, el colegio de niñas en el que estudia Emilia, la hermana de éste e hija ilegítima de quien no se conoce la identidad del padre. Nada más verla interpretando al patricio Clodio, Mario se enamora perdidamente y arrastrará su pena al ser consciente de que será difícil volver a ver a la joven de la que ni siquiera recordará el rostro. Mientras, dos de sus amigos de pandilla se disputan el amor de una chica y uno de ellos, Serafini, acabará en un correccional por motivos que no conviene explicar. En el último tramo del libro, a pesar de su desánimo,  el protagonista accede a participar con Giorgo en el carnaval, vistiéndose con las ropas de Emilia y gastando bromas por las calles, lo que no dejará de ver como una apropiación de la persona a la que idolatra (y de paso, ofrecer el autor un interesante juego de espejos en el que Mario y la joven por la que se siente atraído se trasvisten).

Función en el colegio es una novela triste. Tristísima. Mario Rondani pasa por algunas de las experiencias más acongojantes que un joven adolescente puede vivir: la penuria económica, la pérdida de la amistad y, para rematarlo, el amor incondicional y conscientemente imposible. Cuando, solitario, va por la calle y se detiene para decir «estoy enamorado», se aflige.  No hay mayor demostración de su lamentable estado anímico. La amargura que pesa sobre él le inmoviliza («Soy más tonto que un niño. No puedo hacer nada, no puedo pensar nada, no puedo soñar nada»). ¿Quién no se ha sentido así alguna vez? Contrasta esa visión angelical con las manifestaciones del insoportable y «chulo piscinas» de Giorgo («Las mujeres no se han hecho para uno solo», «No es posible imaginarse lo estúpidas que son las mujeres») y con el juego que Cora, la otra hermana de Giorgo, mantiene desde un segundo plano, claramente atraída hacia Mario. Los juegos de miradas pícaras de las mujeres que se le cruzan despiertan su imaginación hasta que ve a Emilia, lo que le hace pensar en otras leídas en novelas o admiradas en obras pictóricas, deteniéndose en la joven de La fuente, de Ingres, a la que le gustaría besar.

Relato costumbrista, de iniciación, reflejo de la sociedad proletaria italiana de los años ’50, Función en el colegio llega al corazón por la nobleza y sinceridad de los personajes, la hábil narrativa de Vergani, que fluye sin dificultad y la inevitable identificación con la tan difícil y, a la vez, añorada adolescencia que todos hemos vivido.

José A. Muñoz

José A. Muñoz

José A. Muñoz (Badalona, 1970), periodista cultural. Licenciado en Ciencias de la Información, ha colaborado en varias emisoras de radio locales, realizando programas de cine y magazines culturales y literarios. Ha sido Jefe de Comunicación de Casa del Llibre y de diversas editoriales.

5 Comentarios

  1. ¿Cuál es el título original del este libro???
    Me gustaría leerlo en italiano pero no lo encuentro.

    Gracias

  2. Hola, María José.
    El título original de la obra es «Recita in collegio».
    Un saludo afectuoso.

  3. Buenas,

    Acabo de leerme el libro.

    Me parece interesante como el autor mezcla en esta historia dos maneras de entender la vida, la del «ingeniero» i la del «asalariado». La camaredería, la amistad, el trabajo, el amor auténtico de uno se contraponen a una construcción familiar basada en el engaño. Los vicios de carácter que una vida acomodada conlleva chocan con otra forma de ser en la que el amor auténtico es su estandarte y la austeridad y el trabajo normas.

    Permitidme una interpretación más personal. Su lectura me recordó una cena en Boloña con un empleado de correos (encargado de disenyar las nuevas oficinas) procedente del sur de Itàlia, de Potenza, concretamente, en la que criticaba a los tipos del norte. En aquella charla defendia «La vera Italia» la del sur, la que trabaja y mantiene el país y criticaba a la Italia del capataz, de la imagen i las aperiencias, la del norte.

  4. Suena estupendo y me vendrá genial leerlo después de uno malísimo (El Alumno de Patrick Redmond) que me compré precisamente porque me encanta leer este tipo de historias sobre adolescencia y la época del colegio/instituto.

  5. Parece buena idea leerlo en original, porque la traducción de Ángel M. Becquer se publicó en español en 1942, (y por tanto pasó durísima censura), con el título Festival en el colegio. Novela juvenil. La edición en la Colección Gacela incluye además ilustraciones del gran Jaume Pla (firmando Jaime Pla, claro).

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