Alexander Bruno, jugador profesional de backgammon, supuestamente telépata, acude a la convocatoria de una partida en la ciudad de BerlÃn que espera le sirva para resarcirse de una mala racha sufrida en Singapur que le acarreó grandes pérdidas. Afectado por una mancha que le impide acceder a la totalidad de su campo visual -y cuya emergencia coincidió con el principio de sus pérdidas en el juego-, sufre, en medio de la partida, de una indisposición que le lleva al ingreso en el hospital; el diagnóstico concluye que padece de un tumor maligno en la práctica inoperable; a pesar de contactar con un cirujano que se presta a intervenirle mediante una técnica tan revolucionaria como arriesgada, la situación de Bruno es todo menos halagüeña: sin haber recuperado ni un céntimo de sus pérdidas de Singapur, se encuentra perdido y solo en BerlÃn, enfermo y sin dinero.
Jonathan Lethem abre el abanico de los personajes que, a medida que avanza la trama, intervienen en la acción por su relación con el protagonista: entre los principales, Behringer, el neurocirujano excéntrico y audaz, casi mesiánico, que le extirpa el meningioma, el individuo que le desmontará el rostro, realizará la operación y lo volverá a componer; Madchen, la misteriosa alemana que aparece en los momentos clave de los episodios más desconcertantes de la vida de Bruno; y Stolarsky, un compañero de instituto de inesperadas  reacciones.
Atrapado en la telaraña de los acontecimientos, Bruno acumula experiencias negativas que van minando su idea de la persona que fue e incrementando sus niveles de indefensión. La extracción del tumor, el hecho central de la novela, ha cambiado ligeramente su fisonomÃa, pero Bruno experimenta un cambio más profundo, como si la cirugÃa hubiese liberado una identidad que permanecÃa agazapada en su interior ante la que no está seguro si sabrá reaccionar, con miedo incluso de que le traicione; una nueva fisonomÃa de la que necesita protegerse, una disociación que debe corregir hasta que ambos Bruno coincidan como antes. La solución, presumiblemente temporal, es ocultar el nuevo rostro, omnipresente e inefable, tras una máscara; pero el cambio no se limita a su cara: como si esta configurara por entero su personalidad, y ahora manteniéndola oculta tras un antifaz, pudiera permitirse una especie de renacimiento libre de las constricciones de su vida anterior; o, incluso, de que de tratara de una sustitución, otro Alexander Bruno, que hubiera heredado algunos trazos del  carácter y la personalidad del antiguo, pero fuera un individuo diferente. En definitiva, una identidad debajo de la identidad.
La literatura de Lethem es una de las voces narrativas que, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, ha mantenido una coherencia estilÃstica y unos presupuestos argumentales inamovibles -excepto algunos experimentos que confirman la consistencia de su propuesta- a lo largo de su carrera: la huida de los aspavientos formales y la solidez de sus tramas, verdaderas obras de relojerÃa que avanzan paso a paso sin artificios, a un ritmo calculado y sin la participación de falsos recursos que añadan tensión narrativa artificial al margen de la mera sucesión de los hechos. Como en otros de sus trabajos, AnatomÃa de un jugador (A Gambler’s Anatomy, 2016) pespuntea una trama ficticia con referencias culturales emblemáticas y reconocibles -y de una Ãndole que permanece inalterable a lo largo de su obra, con independencia de la trama principal- que prestan verosimilitud a los hechos que narra.
Jonathan Lethem escribe bien, pero lo que más lo acerca a este lector es que escribe distinto.