«La Casa de la Infancia», de Marie Luise Kaschnitz | Revista de Letras
Customize Consent Preferences

We use cookies to help you navigate efficiently and perform certain functions. You will find detailed information about all cookies under each consent category below.

The cookies that are categorized as "Necessary" are stored on your browser as they are essential for enabling the basic functionalities of the site. ... 

Always Active

Necessary cookies are required to enable the basic features of this site, such as providing secure log-in or adjusting your consent preferences. These cookies do not store any personally identifiable data.

No cookies to display.

Functional cookies help perform certain functionalities like sharing the content of the website on social media platforms, collecting feedback, and other third-party features.

No cookies to display.

Analytical cookies are used to understand how visitors interact with the website. These cookies help provide information on metrics such as the number of visitors, bounce rate, traffic source, etc.

No cookies to display.

Performance cookies are used to understand and analyze the key performance indexes of the website which helps in delivering a better user experience for the visitors.

No cookies to display.

Advertisement cookies are used to provide visitors with customized advertisements based on the pages you visited previously and to analyze the effectiveness of the ad campaigns.

No cookies to display.

«La Casa de la Infancia», de Marie Luise Kaschnitz

La Casa de la Infancia. Marie Luise Kaschnitz
Traducción de Rosa Pilar Blanco
Posfacio de Cecilia Dreymüller
Editorial Minúscula (Barcelona, 2009)

Hay quien ve la infancia como un agujero negro al que le resulta difícil regresar en su etapa adulta. Precisamente, Marie Luise Kaschnitz hizo de esa etapa vital un motivo para buena parte de su producción literaria. Los resortes que activan y modifican la memoria; el espacio moldeable y maleable de una habitación, una casa, una cafetería, una calle; el viaje iniciático que conlleva cualquier experiencia vivida (no digamos cuando se trata del propio viaje) llega al paroxismo en La Casa de la Infancia (1956), una de sus piezas más complejas, elaboradas y reflexivas.

Estamos a mitad de la década de 1950. Periodo de posguerra en alguna ciudad europea. Un desconocido pregunta a la escritora protagonista si conoce la Casa de la Infancia. Nunca ha oído hablar de ella. El azar le conduce, a los pocos minutos, ante la misma puerta. Parece un lugar en obras. No sabe si se trata de un museo, un centro para niños, una guardería… Tampoco le presta mayor interés y sigue su camino. Pero no puede dejar de pensar en la Cedeí (tal es el nombre que le llega a dar). La curiosidad le puede. Tras varios intentos, descubre la manera de entrar y conocer qué se esconde detrás de ese edificio que parece transformarse constantemente. Tres bedeles, uno de ellos ciego, le conducirán a lo largo de varias sesiones durante semanas, en las que nuestra heroína contemplará imágenes de una infancia que podría ser la suya, pequeñas películas proyectadas en espejos deformantes. Las visitas le generan tal adicción que ocupará las horas en un bar cercano y dejará de relacionarse con sus amigos e, incluso, con Carl, su pareja. En esa infancia recreada vivirá experiencias sorprendentes, incluyendo un primer amor.

A través de una narración obsesiva en primera persona, el personaje principal recurre al diario personal (e incluso hace referencia a otro diario del que nunca conoceremos el contenido exacto) para reflexionar en voz alta sobre todo lo que concierne a las pruebas que va realizando en la Cedeí. En sus visiones de ese pasado reproducido a modo de visiones, reconocemos su negativa actitud hacia toda interiorización (las imágenes, casi dalinianas, y objetos con los que se encuentra, son reconocidas como ajenas, pero asumibles como propias). Que la joven haya decidido olvidar su niñez, presuntamente debido a un disgusto que la dejó sin recuerdos, conlleva a un conflicto en el que la Casa de la Infancia vendría a ser una especie de País de las Maravillas y la narradora una suerte de Alicia en curiosa búsqueda de su pasado. No en vano, al comienzo del libro, una amiga le habla de la necesidad de ocuparse de su infancia en algún momento de la vida.

Kaschnitz aprovecha el relato para embarcarse en sinuosos caminos simbólicos en los que intervienen elementos críticos con el ser humano, como la creación de la energía atómica o, incluso, haciendo gala de cierta facultad visionaria, la proclamación de «Un Solo Mundo» el 1 de enero del año 2000. Respecto a su interpretación del viaje como experiencia trascendental, no incluyó a la ligera alguna referencia a Nils Holgersson, el famoso personaje creado por la autora sueca Selma Lagerlöf. Revisitar la Cedeí puede ofrecer diferentes lecturas y, a buen seguro, nuevas claves que nos hagan entender la compleja historia infantil de la protagonista.

José A. Muñoz

José A. Muñoz

José A. Muñoz (Badalona, 1970), periodista cultural. Licenciado en Ciencias de la Información, ha colaborado en varias emisoras de radio locales, realizando programas de cine y magazines culturales y literarios. Ha sido Jefe de Comunicación de Casa del Llibre y de diversas editoriales.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Previous Story

«Kanikosen. El pesquero», de Takiji Kobayashi

Next Story

«Función en el colegio», de Orio Vergani

Latest from Críticas

La memoria cercana

En 'La estratagema', Miguel Herráez construye una trama de intriga que une las dictaduras española y

Adiós por ahora

Eterna cadencia publica 'Sopa de ciruela', volumen que recupera los escritos personales de Katherine Mansfield