Cabaret Voltaire publica El paÃs de los otros, primera entrega de una saga, escrita por Leila Slimani, de quien ya editaron sus anteriores novelas, El jardÃn del ogro, Canción dulce, y su ensayo Sexo y mentiras. Una obra ambiciosa que puede ser la primera pieza de un proyecto de gran relevancia.
El paÃs de los otros comienza en 1945 y termina en 1955; las dos siguientes partes, a priori, abarcarán de 1971 a 1981 y de 2005 a 2015. Para esta primera pieza, Slimani se aleja de los espacios contemporáneos de sus anteriores novelas y se basa en historias y recuerdos que contaba su abuela, quien, como Mathilde, la protagonista de la novela, abandonó su paÃs y marcho a Meknes para vivir con su marido marroquÃ. Un punto de partida para componer una obra que se mueve entre lo individual y lo colectivo, entre la Historia y la historia familiar, entre el relato realista y la fabulación onÃrica, y que dialoga con los grandes relatos y las novelas rÃo en busca de establecer una mirada singular sobre elementos narrativos que más o menos pueden resultar reconocibles. Porque en El paÃs de los otros anida esa ambición literaria de construir una ficción que se adentre en el pasado para relatarlo a través de historias individuales que resulten cercanas y a través de las cuales ir conformando un marco contextual muy particular, en este caso, el perÃodo que va desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta las revueltas de Marruecos que acabaron en 1956 con la consecución de su independencia polÃtica.

Unos años cruciales para el paÃs que Slimani sitúa como fondo para la historia de la joven alsaciana Mathilde, quien en 1944 se enamora de un marroquÃ, AmÃn Belhaj, que ha luchado con el ejército francés durante la guerra. Tras el fin de la contienda regresa a Meknes, en Marruecos, donde se instalará en una granja en el campo. A partir de su llegada, Mathilde deberá cumplir y adaptarse a diferentes costumbres, cultura, religión, geografÃa y clima; deberá relacionarse con su nueva familia polÃtica, pero también establecer, sobre todo con su hermana, una relación a distancia que tiene su paÃs como un horizonte muy lejano.
“Su estatura, su piel tan blanca, su condición de extranjera, la mantenÃan alejada del centro de las cosas, de ese silencio que te confirma que estás en tu casaâ€.
Slimani crea una historia de diez años que, a pesar de las fugas narrativas a modo de flashbacks, avanza con elipsis constantes a través de un elaborado trabajo literario con el que logra que aquello que no explicita se cuele entre las páginas de manera sutil. Hay concreción cuando es necesario, pero también pasajes en los que la escritora se detiene para introducirnos en largas conversaciones o pasajes que, a priori, parecen intrascendentes y que, sin embargo, contienen la esencia de una historia abierta a diferentes lugares. Porque si bien Mathilde es el personaje alrededor del cual gravita la historia y el resto de los personajes, también estos surgen como formas imprescindibles de una historia en la que la épica de lo individual, de lo Ãntimo e, incluso, de lo aparentemente banal, explica el contexto y se relaciona de tal manera que Slimani explica lo general mostrando cómo afecta a lo singular.
“TemÃa que algún dÃa, al envejecer en esta tierra extranjera, no poseyera nada, no hubiera realizado nada en la vidaâ€.
Mathilde se encuentra en un paÃs que poco a poco va desarrollando una lucha de resistencia contra el colono, a quien ella representa. Es la otra para ellos; y ellos son los otros para ella. En medio de un proceso de independencia y descolonización, y a pesar de su vida más o menos cómoda, deviene en desarraigada: cuando regresa a su paÃs tras la muerte de su padre se encuentra tan fuera de lugar como lo está en el paÃs que la ha acogido. Slimani introduce a Mathilde en un proceso de pérdida de identidad en busca, precisamente, de conseguir una, a la par que Marruecos lucha por desligarse de quienes colonizan sus tierras para asentar su identidad nacional. Dos procesos que confluyen de manera magistral en las páginas de Slimani hasta conseguir, avanzada la historia, que seamos testigos de varios procesos de enajenación, tanto explÃcitos como sugeridos, que son producto de esa ausencia de claridad hacia la concepción del yo. Además, Mathilde debe luchar con su lugar en su nueva familia y sociedad en tanto a mujer, otro proceso que hará que llegue a sentirse extraña en su interior.
“Ella le demostró que guardaba dentro algo inasible, algo sucio, y que él no era quien lo habÃa ensuciado. Una negrura de la que ella era dueña y que él nunca entenderÃaâ€.
El paÃs de los otros pone en el centro de su relato la cuestión identitaria a través de la raza, el género, la nacionalidad y la religión como forma de mostrar un proceso de autoconocimiento mucho más profundo. A través de una reflexión sobre estos aspectos, Slimani se cuestiona sobre qué es lo que hace que seamos quiénes somos, tanto para nosotros como para los demás; sobre cómo nos construimos como sujetos en un contexto de zozobra y de lucha; si somos producto de una historia, de un paÃs y de unas tradiciones o, por el contrario, si estas en realidad son herencias de las que podemos deshacernos sin que importe realmente la impronta que nos han dejado; si estamos sujetos a una constante interpretación de unos roles asignados que hacemos propios y de los que no queremos deshacernos por comodidad, por sentirnos seguros; y, finalmente, qué es en verdad aquello que nos hace libres como sujetos, es decir, qué hace en verdad que podamos decidir nuestro sino sin que nuestras decisiones estén condicionadas y contaminadas por constructos y sin dañar a los demás. Slimani logra que todas estas cuestiones surjan en una novela de una enorme profundidad que puede ser tan etérea como árida, tan sensual como violenta, tan bella en su mirada como hiriente en sus conclusiones. Porque, como sucedÃa en sus anteriores obras, ninguno de sus personajes tiene una sola cara: el mundo es siempre poliforme y complejo. Y todo es tan aparentemente amable en su forma y violento en su fondo. Y a la inversa.