Nora Ephron desarrolló una actividad multidisciplinar: periodista, cineasta, guionista y escritora tanto de ficción como de ensayo. Todo lo anterior se encuentra reflejado en No me acuerdo de nada (Libros del Asteroide, 2022), publicado originalmente en 2012, poco antes de la muerte de Ephron. A partir de veintitrés ensayos breves, algunos mucho, la escritora ofrece una serie de textos que, con cariz memorÃstico, aunque algunos de ellos bien podrÃan ser relatos de ficción por su composición, dan cuenta no tanto de una vida, sino de una mirada hacia el mundo y, sobre todo, de un momento muy particular.
Aunque los textos que componen el libro no tienen una continuidad ni lógica ni temática, sà posee todo el conjunto, sea casual o no, una suerte de hilo conceptual que confiere a su lectura, más allá del humor, la naturalidad y la ligereza -bien entendida- del estilo de Eprhron, de un tono de cierta melancolÃa que arranca con el texto que da tÃtulo al libro y en el que la autora habla sobre la pérdida de la memoria y, por extensión, del envejecimiento. Lo hace con humor, situándose ella de cara, exponiendo situaciones propias; pero bajo esa coraza que otorga la comicidad se percibe una mirada hacia el pasado asumiendo no solo que este no volverá, sino también que puede desaparecer -al menos la vivencia personal, intransferible, más allá de los datos concretos- una vez que no se recuerde. Algo que amplia de alguna manera en el texto La palabra que empieza con v, que va después de La palabra que empieza por d, sobre su divorcio.
Tras ese texto, la lectura del resto, que fueron en algunos casos publicados de manera independiente, resulta diferente debido a la relación que se establece entre ellos a modo de fragmentos memorÃsticos de la autora. En este sentido, destacan los textos Periodismo: una historia de amor (sobre su comienzo como periodista); La leyenda (relato con su madre como protagonista, con sus luces y sus sombras); Mi vida como heredera (relato cómico sobre una posible herencia que revela elementos de su familia); Pentimento (narración sobre su relación con Lillian Hellman); o Fracasos, una muy interesante visión sobre la relatividad de lo que es un fracaso.
Junto a ellos, textos más livianos o anecdóticos que, a su vez, ayudan a ampliar el contexto de los anteriores en tanto a que Ephron desvela algunas cotidianidades, desde la preparación de una cena a la adicción a un juego en internet pasando por las seis fases del correo electrónico, que aportan una visión del presente que confronta con esa mirada al pasado. El libro lo cierran dos listas: Cosas que no echaré de menos y Cosas que echaré de menos. No son textos y, sin embargo, en su sencillez expositiva, desvelan mucho de Ephron y del momento en el que recopila los textos -más allá de cuándo han sido escritos cada uno de ellos- y sobre aquello a lo que se enfrenta y a cómo se siente ante ello. Ephron muestra un estilo personal muy elaborado, a pesar de su aparente sencillez, para hablar de temas serios y, a veces, trascendentales, a través de un prisma humorÃstico e irónico que no rebaja la importancia de lo que habla, pero sà lo sitúa en un lugar que evidencia lo sabido: el pasado nunca volverá, pero se puede recuperar, testimoniar, mediante la escritura como forma de que permanezca en el futuro. Y la nostalgia por aquello vivido, no puede sino venir acompañada de humor.