Ossos de borboleta, de Régis Bonvicino. Sao Paulo: alforja 1996
Página órfa, de Régis Bonvicino. Sao Paulo: Martins 2007
Ego es el poema con el que Régis Bonvicino (Sao Paulo, 1955) abrió sus Huesos de mariposa (Ossos de borboleta), publicado en 1996: «Ego despega / sirena y calavera // Narciso / de un yo // impreciso Bosch / a la altura de la clavÃcula // Especie de cogito / del signo incógnito // Hombre sin sombra // En la piel, / cuerpo en torno del casi nada». La recopilación mexicana Poemas, recoge la producción de este poeta brasileño, discÃpulo de Joâo Cabral de Melo, que va del año 1990 al 2004. Además de inéditos, el lector encontrará sus poemarios Lamento del cosmos (de haber venido al sol), Cielo-eclipse, Huesos de mariposa y 33 poemas. A Régis Bonvicino, lobo estepario, le interesa lo actual, o más que interesarle, es un espejo profundo y radical de lo actual. Renovador de la poesÃa, es uno de los mejores poetas brasileños de los últimos tiempos. Y asalta el poema a cuchilladas: lo destripa, le da la vuelta, lo piensa, lo calcula, lo reformula y lo expulsa. Parece como si al escribir se le desprendiera parte del cuerpo, de la cabeza, y eso quedara fijado en papel. La carnalidad, el descarnamiento, más que cualquier otro concepto, se palpa en su escritura. Y para practicar los cortes no utiliza cuchillos de sÃlex, sino cuchillos marca Müller-Germany, Zwilling J.A. Henckels, permanentemente afilados. Como escribe Eduardo Milán en su presentación del poemario: «Arisca, a veces violenta, desgarrada e impiadosa con el yo que la emite, la poesÃa de Bonvicino participa de la convulsión de un mundo en estado de convulsión». Asà es. Bonvicino bombardea con cada palabra, y siembra las calles que uno transita habitualmente. Pero esas bombas no hieren, no dañan fÃsicamente (sà espiritualmente, como debe hacer toda buena poesÃa). Son cargas de profundidad que socavan el pensamiento, que lo revuelve, que lo agita de tal forma que la realidad, desnuda, muestra al iniciado por primera vez sus huesos de mariposa. Si quieren su poesÃa más inmediata, visiten su libro Página órfa, allà “Um semáforo / nao cabe num parágrafoâ€.
Más intaliteratura, dedicatoria fragmentada para Régis Bonvicino. Extractos de mi propio, e impersonal Tractat para el lobo-escritor:
Harry Haller se quitó el abrigo mojado, se sentó en la butaca y se puso las gafas. En el folleto de feria que tenÃa en sus manos, un tÃtulo: Tractat del lobo estepario. No para cualquiera. Y con esos dos elementos: Haller y el tratado, Herman Hesse sigue escribiendo en la zona oscura su Lobo estepario. Pero mientras tanto, Harry Haller, que desea ser escritor y manifiesta cierta disconformidad con el autor (aunque no la revela de forma expresa), se pregunta por la imagen. ¿Tendrá Harry un bigotito de escritor? Ese bigotito del que Hesse no ha dicho nada y que todo aquél (preferiblemente hombre) se deja cuando ya ha publicado unos cuántos libros en editoriales sin nombre. Y se dice que esta vez sà y que va a ser el gran libro, que ya han pasado otros tiempos y que todo escritor necesita progresar en la escritura como todo labio de intelectual necesita su bigotito. “Hacia atrás no conduce, en suma, ninguna senda, ni hacia el lobo ni hacia el niño (¿quizás hacia los huesos de la mariposa?)â€, escribe el redactor del Tractat. Harry, que a todas ya es nuestro escritor, saca la libreta y especula desde su butaca con las siguientes notas:
Tractat del lobo-escritor.
A.
Para trascender y aspirar a la inmortalidad hay que sumarse a la idea del blog y de la metaliteratura, es decir, de la absoluta contemporaneidad. Pues, ¿qué hace en la vida un lobo estepario que pretende ser escritor sin su porción de rebeldÃa aparente? Las matemáticas ayudan. Traza unos cuántos números para suponer que si su nombre crece en la red a un ritmo de diez entradas diarias, y eso a la vez supone que genere al dÃa siguiente diez más y veinte más diez al otro y asÃ, en breve podrá buscar su nombre en el Google sin pudor alguno. Eludirá entonces la invisibilidad. La literatura electrónica la deja al borde, para informáticos.
-Jamás fui a la guerra pero soy capaz de resolver estas cuestiones sin problema- se convence para sÃ.
Y luego el asunto de la extra e intraliteratura, cómo lo escribe dentro de la propia novela, o panfleto, o quizás poema pero con imagen de narración, o de huevo frito. Progresar a las formas, deformar, construir la seña de identidad. He ahà la modernidad más actual. Aunque quizás deberÃa rechazar este último punto, en base al apartado F que más tarde desarrollará.
B.
El lobo debe garabatear con rabia, y tiene que procurar que la novedad se le pegue a la suela del zapato, caminar a su ritmo. Harry sabe que unir todas las disciplinas posibles hará al lobo más fuerte, veloz, sus dientes podrán presumirse entre las portadas de los libros venideros. ¿Pero eso hará al escritor más famoso? Seguir viviendo, pero con las dos naturalezas, la humana y la lobuna. Ya sabe que Hesse cree que todo hombre es hijo de la divinidad, y por lo tanto inmortal, y más aún si el punto A, como bien ha escrito nuestro Haller, se lleva a cabo con todas las consecuencias. Pero nadar y guardar la ropa, escribe en mayúsculas.
F.
En literatura no hay nada escrito. Lo sabe porque se documentó en el decálogo de Monterrosso para escribir el suyo. Asà es más fácil partir de cero. Si no hay nada escrito nadie le impide escribir El Quijote, Madame Bovary o Ulises, o quizás algunos poemas del brasileño Régis Bonvicino. Rechaza esa conclusión. Hoy en dÃa ni una ni otra obra serÃa publicable. ¿Y quién habla de presentarse con esas lápidas a un premio literario? Asà que tendrá que invertir en un agente literario, que tenga o no obra le parece secundario, pues sabe que un buen negociante puede conseguirlo todo. Incluso publicar novelas planas, que son las que luego se venderán. Al lobo-hombre-escritor que quiera trascender se le recomienda tratar a los demás como idiotas, siempre se ha mantenido que superan de forma desproporcionada a los otros, los casi idiotas.
G.
Se lanza al vacÃo:
“Harry Haller se quitó el abrigo mojado, se sentó en la butaca y se puso las gafas. En el folleto de feria que tenÃa en sus manos, un tÃtulo: Tractat del lobo estepario. No para cualquiera. Y con esos dos elementos: Haller y el tratado, Herman Hesse sigue escribiendo en la zona oscura su Lobo esteparioâ€. Y asÃ.
-¿Y tú, el que escribe ahora, por qué te has dejado ese bigotito? –pregunta Haller levantando la cabeza.
-Pura metaliteratura*.
*Donde “metaliteratura†es un término inventado por los crÃticos (amantes de lo clásico y encorsetado) para denostar más que para construir huesos de mariposa, que es donde se encuentra la verdadera palabra.