En la era del oculocentrismo, es decir, del privilegio de la vista por encima de todos los demás sentidos al que nos tiene acostumbrados nuestra cultura occidental desde el principio de los tiempos, no deja de llamar la atención un ensayo sobre el tacto o lo háptico, un recorrido por la literatura que privilegia las cosas del tocar.
Pablo Maurette (Buenos Aires, 1979), escritor, guionista cinematográfico y profesor de literatura en la Universidad de Chicago, nos trae El sentido olvidado: ensayos sobre el tacto de la mano de Mardulce, con prólogo de José Emilio Burucúa, que complementa con representaciones pictóricas aquello que viene a decirnos el autor: el sentido del tacto es “la única forma del sentir que el ser humano no puede perderâ€; también “la única variedad del sentir que no está localizada en un punto u órgano especÃfico del cuerpoâ€, y “el único sentido que se desdoblaâ€, pues “cuando nos tocamos estamos a la vez tocando y siendo tocadosâ€.
Lo háptico se refiere a lo táctil, a la piel, a las sensaciones exteriores de temperatura y percepciones espaciales y de movimiento, pero también a las sensaciones interiores del cuerpo, de los órganos, al dolor y al placer, además de a aquellas que a primera vista parecen más intangibles como la imaginación, la fantasÃa, el sueño y los conceptos:
“Términos como concepto (del latÃn concipio y capio, asir, agarrar) y su equivalente alemán Begriff (del verbo begreifen, concebir y, a su vez, de greifen, que significa asir o agarrar) ponen de relieve la afinidad metafórica entre el entendimiento y la mano, que ya habÃa señalado Aristóteles.â€
De modo que es bastante difÃcil olvidar el tacto, a pesar del tÃtulo del libro, pues tacto es prácticamente todo lo que percibimos, o más bien: si nos referimos a los cinco sentidos, enseguida nos damos cuenta de que el tacto participa en cada uno de ellos como complemento de percepción. Tacto es también la cualidad del texto, su textura, y las sensaciones que la literatura provoca en nosotros: las emociones que despiertan las palabras, el movimiento que nos producen.
AsÃ, desde Homero o Lucrecio, pasando por un estudio del beso erótico, siguiendo con un pormenorizado análisis del interés en Francia (por encima de cualquier otra tradición filosófico-literaria) hacia el tacto y desembocando en la textura de las palabras a partir de la Carta a lord Chandos de Hugo von Hofmannsthal o en el interés del futurismo por privilegiar el tacto como nueva manera de comunicación, Maurette nos descubre las tendencias placenteras de la literatura del tocar con ironÃa y profusa erudición, y destapa toda una tradición sobre la que apenas se ha enfocado el discurso ensayÃstico, a pesar de estas palabras de James Joyce:
 “Uno podrÃa incluso decir que el hombre moderno tiene epidermis en lugar de almaâ€.