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Philippe Claudel: «Hemos olvidado que nuestro ser se construye sobre valores profundos»

Los cuentos que componen 'Inhumanos', de Philippe Claudel, presentan un catálogo de maldades atravesadas por un afilado humor negro y una profunda crítica social | Foto: Thierry Caro, WikiMedia Commons

El último libro de Philippe Claudel (Nancy, 1962) exige una palangana durante su lectura. Para la náusea. De lo que se trata es de ir avanzando relato tras relato mientras intentamos contener las arcadas frente a tanta inhumanidad. En estos veinticinco cortísimos cuentos, Philippe Claudel nos muestra al monstruo en que nos hemos convertido, el mismo que asoma sonriente y sin escrúpulos en un video de Tik Tok. Y en Inhumanos (Bunker Books, 2021) observamos los diferentes rostros de la criatura: una familia a la que le encanta salir al mar con su barco y disfruta volcando las frágiles pateras de los inmigrantes, unos familiares que devoran los cadáveres de sus ancianos, una familia que espera a Santa Claus para torturarlo, un marido que le regala tres hombres a su mujer para gozo de ella, un hombre que pierde su sexo, etc. Un catálogo de maldades, perversiones y terror. Unos relatos durísimos, certeros y sin concesiones. Solo cuando nos reconocemos en ese monstruo, alcanzamos la palangana y aparece el vómito. Como si fuera este el último atisbo de humanidad en el lector, la última garantía.

En muchos de sus libros usted se ha puesto en la piel de quienes sufren. Pero en Inhumanos ha radiografiado a una serie de individuos que infringen dolor. ¿Qué ha descubierto en el interior de estas criaturas?

Siempre hay un interés, incluso un placer, en ponerse en el lugar de otro, incluso del ser más despreciable: por ejemplo, ¡habría sido realmente interesante, a nivel psicológico y cognitivo, poder estar durante unos momentos en la cabeza de Hitler! ¿Qué pasaba por el cerebro de alguien tan desquiciado como él? Para los personajes de Inhumanos, me metí en ellos como si fuera un actor que interpreta un papel. Me despojé de toda sensibilidad y traté de describir las reacciones de criaturas que ya no tienen moral ni sentimientos.

Y esa ausencia de moral y de afectos, ¿solo podía transmitirse con una prosa tan áspera y seca, tan árida?

Para cada uno de mis libros intento encontrar la música adecuada para escribir. Me pareció que, para este libro de relatos, el lenguaje debía ser lo más seco y pobre posible, casi robótico. Una escritura de máquina, de programa de ordenador. Una escritura no humana.

Usted explica que Inhumanos nació de la necesidad de cuestionar el siglo en el que vivimos. ¿Hemos llegado a un punto de no retorno? ¿Estamos tan lejos ya de la esfera de la humanidad?

BunkerBooks

Lamentablemente, creo que sí. Todo apunta a ello. Es el egoísmo, la inutilidad, el interés propio y la locura lo que gobierna el mundo y las personas. Esto es válido tanto para los destinos individuales como para los proyectos nacionales: el ejemplo de Putin es elocuente hoy en día: un loco está a la cabeza de un gran país y desarrolla argumentos aberrantes para permitir que se aplique su locura. Y lo peor es que intentamos discutir con él para hacerle cambiar de opinión. ¡Pero no se puede discutir con un loco!

Resulta trágico, sí. De hecho, la frase inicial de Kofi Annan que abre el libro es muy sugerente: «Ser humano es un riesgo que hay que asumir». ¿Por qué lo eligió?

Esta frase me ha parecido extraordinariamente inteligente, concisa y lúcida: lo dice todo. El hombre es un peligro para el hombre, pero no podemos prescindir de él. Tenemos que hacer frente a este peligro.

¿Y por qué cree que se perdió ese espacio común, ese nosotros?

La evolución de nuestras sociedades desde que era niño es terrible: he visto desaparecer los sueños colectivos, que permitían a millones de ciudadanos habitar un mismo mundo y construir esperanzas, a favor de los deseos individuales que hay que satisfacer lo antes posible. Los proyectos sociales y los sueños comunes ya no existen. Cada individuo sólo se preocupa de sí mismo. Todas las comunidades quieren dividirse. La política se ha devaluado. La gente ya no cree en ella. La sociedad ultraliberal y el consumismo tienen un papel muy importante en todo esto: hemos pasado de una sociedad del deseo a un mundo de posesión. Ya no somos ciudadanos, sólo consumidores.

En ese sentido, las criaturas de estos relatos son piezas de un mundo corporativo. Viven en la oficina, como una prolongación más de ese universo. ¿Cree que la realidad supera la ficción?

En cualquier caso, creo que esta ficción se acerca mucho a la realidad y esta siempre llega a superar a la ficción. La realidad tiene mucha más imaginación -en el peor de los casos- que nosotros los escritores.

Estos personajes de Inhumanos practican sexo en grupo, mutilan y se devoran. El horror que producen nace, en parte, por los valores a los que apelan.

De hecho, son personajes que se aburren. El aburrimiento se ha convertido en su principal característica, y se han vuelto incapaces de encontrar fuentes de alegría, placer, esperanza o emoción. Están bañados en un inmenso vacío metafísico. En estas condiciones, ¿qué sentido tiene vivir?

Prácticamente, ninguno. ¿Cree que hemos confundido la palabra libertad con la ausencia de límites?

Sí, pensábamos que nuestra libertad dependía de nuestra capacidad de poseer, y de poseer inmediatamente. Al menos eso es lo que nos han hecho creer: la sociedad del espectáculo, del consumo, de Internet. Hemos terminado por olvidar que nuestro ser se construye sobre valores profundos que nada tienen que ver con la adquisición de objetos, y que nuestra felicidad no depende de actividades superficiales y fugaces, del número de likes, de seguidores, de historias publicadas en Instagram, del número de «amigos» digitales. Hemos abdicado de nuestra libertad al aceptar una dependencia de las fuentes digitales que salpican cada minuto de nuestra vida cotidiana, y de las que la mayoría de nosotros ya no puede prescindir. Nos sometemos voluntariamente a un bombardeo de información vacía que bebemos como un narcótico, y que nos impide tanto vivir como pensar.

Suena duro, contundente. Inhumanos son unos relatos controvertidos. De hecho, su editor habitual en España ha tenido miedo del libro y la editorial Bunker Books ha sido valiente y ha apostado por estas historias. Esta polémica pone de relieve la cuestión de lo políticamente correcto, como si pareciera que hay temor a hablar de temas incómodos. ¿Cómo lo valora usted?

Hay formas de humor que se están volviendo inaceptables para algunas personas. Con el pretexto de tener cuidado de no herir la sensibilidad de los demás, nos prohibimos reírnos de todo y de todos. Para mí, esta censura es una forma muy peligrosa de retroceso en la historia del pensamiento. Con el pretexto del «wokismo» y la «cultura de la cancelación», nos prohibimos el ejercicio del pensamiento crítico y contradictorio, y negamos la Historia. Si seguimos así, nos dirigimos directamente a una nueva forma de totalitarismo del pensamiento correcto, ¡que sólo es correcto para quienes lo promueven!

Una última pregunta: ¿inaugura Inhumanos el tipo de literatura que se necesita en la era digital?

El libro pretende ser una especie de electroshock. Invita al lector a reflexionar sobre lo que estamos haciendo. Cuando escribes, siempre esperas hacer reaccionar a tus lectores.

Chema Seglers

Chema Seglers (Manresa, 1980) es periodista y profesor. Colabora en CRÍTIC y CataluñaPlural, entre otros medios. Licenciado en Filología Hispánica y posgrado en Periodismo literario y Comunicación por la UAB, le interesa la frontera entre periodismo y literatura.

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