Rafael Saravia | Foto: Elisa Juguera | WikiMedia Commons

El abrazo contrario

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Rafael Saravia | Foto: Elisa Juguera | WikiMedia Commons

En el último libro de Rafael Saravia, el muy recomendable El abrazo contrario (Bartleby Editores 2017), se nos propone una poesía orgullosamente cívica, confesamente combativa. Lo importante, sin embargo, es que la propuesta no cae en las limitaciones expresivas de lo que durante décadas se ha venido denominando poesía social, en sus obviedades y en sus torpezas. Resulta apasionante asistir a los esfuerzos de algunos autores por, como es el caso, hacen coincidir la conciencia cívica con el trabajo formal y el rigor estilístico. ¿Por qué la poesía concienciada habría de ir asociada a la ramplonería de la consigna, a estas alturas de la historia?, parece preguntarse este poemario y ofrecernos, al mismo tiempo, una plausible respuesta en forma de alternativa a tal tradición.

Bartleby Editores

A menudo, más que como un arma arrojadiza, la poesía comparece aquí como una suerte de flujo subterráneo y subversivo que nutre la vida cotidiana, y en ese reconocimiento creo percibir el sentido revolucionario último de estos versos: “un hombre / jamás escribirá cartas // si no se supone poema”. Toda verdadera revolución pasa por una revolución del lenguaje, nunca podrá venir de la mano de un discurso adocenado o normativo. Solo con una escritura autoconsciente se conseguirá remover conciencias en profundidad, más allá del impacto momentáneo y estéril al que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación. ¿Se pueden aprovechar los recursos del juego verbal, de la exploración formal, sin que nuestro supuesto mensaje cívico pierda credibilidad? Por supuesto que sí; es más: estas herramientas habrían de servir para hacer más memorables sus hallazgos y alejarlos de la amenaza de lo coyuntural.

Pero además de hurgar en la conciencia de nuestro tiempo, el poemario también transita otros territorios, en especial el amoroso; se trata de un amor, en cualquier caso, “sin apellidos”, general y concreto a la vez, persistente pero cristalizado en la intensidad del momento; un “idioma sin quebranto”. Hay por último un tercer eje temático, que el propio autor reconoce novedoso en su producción, y que vale la pena considerar: la preocupación por la naturaleza, una conciencia ecológica que, como ocurría con la cuestión cívica, se articula de modo estrictamente poético, sin soflamas, y que en ocasiones orilla hacia una atracción por el paisaje que hace vibrar la historia que esconde ese paisaje. El libro, de hecho, se articula en tres partes (Barrios de sal, Tejer fronteras y Derramas de luz) que más o menos coinciden con estos tres grandes bloques temáticos, a pesar de algunas permeabilidades.

Estamos asimismo frente a una poesía que, a pesar de resultar, como se ha dicho, exigente en lo formal, de contar con una considerable riqueza de recursos entre los que destacan el creativo uso de la imagen y la querencia por la paradoja, nunca pierde de vista el ansia de comunicación, una claridad expresiva esencial. Y es en esa exigente tensión donde considero que El abrazo contrario encuentra su definitiva razón de ser.

Juan Vico

Juan Vico (Badalona, 1975) es autor, entre otros títulos, de las novelas 'Los bosques imantados' (Seix Barral, 2016) y 'El animal más triste' (Seix Barral, 2019), y de los poemarios 'La balada de Molly Sinclair' (Origami, 2014) y 'Condición de los amantes' (La Isla de Siltolá, 2021). Su libro más reciente es el ensayo 'La fábrica de espectros' (Wunderkammer, 2022).

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