Solo un nombre a veces es suficiente para regresarte al origen, a ese lugar oscuro y lÃquido que cobija el silencio en toda su inmensidad. Solo un nombre, una palabra que nace viva y libre, un monosÃlabo para definir y describir cuanto el hombre necesita saber de sà mismo. El todo y la nada de un laberinto creciente, que deja su luz en las cosas sencillas y cotidianas, que no necesita sino de la soledad y el silencio para florecer, para espigarse en el espacio y el tiempo vividos. Raquel Lanseros declara que para ella:
«La poesÃa es un territorio de libertad, también de resistencia y de investigación de lo individual y colectivo, una herramienta efectiva para luchar contra el paso del tiempo, la fugacidad de la vida. Por eso entiende que la poesÃa ha de estar alimentada de sinceridad, de autenticidad suficiente para crear e interpretar el mundo».
Y, ciertamente, en Matria, último libro de la jerezana, hallamos sinceridad, resistencia y libertad, tres elementos fundamentales a la hora de aplicar una hermenéutica conforme a la idea conceptual que de la poesÃa tiene su autora. Por estas y otras razones Matria, a juicio del jurado del Premio de la CrÃtica 2019 ha merecido ser distinguido y galardonado con dicho premio por considerar que:
«Es un poemario original que destaca en tres planos: realidad trascendida dentro de un territorio Ãntimo, culturas perfectamente asimiladas por la autora y una imaginación transmutadora y desbordada que desarrolla un universo poético propio y original que define a una poeta cuya honda personalidad está ya asentada con fuerza en las letras española».
Y yo añadirÃa que es un texto envolvente, que se aleja y mucho de la influencia de corrientes y tendencias poéticas actuales, hasta el punto de considerar que su autora, en creciente madurez, ha creado una estética propia, consecuencia directa de la interrelación de la más rica tradición lirÃca española y la interiorización conceptual de la realidad apremiante en la que vive, de tal manera que partiendo de un lenguaje preciso y renovado, desde la preeminencia de valores tales como la libertad, resistencia y sinceridad, construye un sólido discurso de una otra realidad que interpreta y muestra con sencillez suprema y que provoca en el lector una sensación embriagadora de plenitud. Matria es el gran monumento a la palabra, a la lengua (otras lenguas como la inglesa, la francesa o las Ãndigenas americanas) por ser hija del mestizaje («Nacà en el sur de Europa, donde todos los pueblos se quedaron. / Soy hija del camino, el azar y la distancia. / Amo el decir callado de los que piensan hondo / y el tintineo feliz de quienes sueñan. / En cada surco encuentro una nueva llanura / en cada madrugada semillas del crepúsculo.»), a la poesÃa, con la que dialoga constantemente en este libro:
«Bendito sea el dÃa, el mes, el año / y la estación, el tiempo, la hora, el punto / en que nació: PoesÃa / que sabe hablar con Dios y nunca muere.»
Lanseros bucea en el lenguaje como fuente natural de inspiración y creatividad, desde un trabajo Ãmprobo por descubrir tonalidades y matices que distingan su quehacer poético y provoque al mismo tiempo en el lector ese temblor, ese chispazo tan necesario para vislumbrar el camino que ha de llevarnos al fin a la meta propuesta o soñada. Matria es un viaje al origen de toda humanidad, al nacimiento biológico y conceptual de vida, y por eso se dedica el texto al hijo («Laten dentro de mà dos corazones. / Uno lleva conmigo cuántos años…// El otro es breve y frágil / apenas perceptible / aún cuenta por semanas su presente»), y por eso es también el territorio de los sÃmbolos y los afectos desde la feminidad más sincera de “España†como matria y no patria, en un canto general que asume y establece la poeta en un diálogo continuo con la realidad cercana de una Europa tan segada como las palabras que conforman los versos del poema del mismo tÃtulo («amo la europa del siglo veintiu no / por lo mucho que separe ce a mà / des / membrada y co sida…»), con el pasado aciago de su historia («Fue en España donde mi generación aprendió / que una guerra también puede perderse / mucho antes de nacer.») y el devenir futuro en la traslación de un humanismo solidario tan necesario como oportuno en este tiempo de incertidumbres y desaliento, y que solo el amor puede anunciarlo, incluso desde la perspectiva predestinada de la muerte («Amo todas las manos. / ¿Qué són? ¿Qué pueden solas? / Son otras manos las que mueven los trenes / otras las que conectan las bombillas / otras las que abastecen los bazares. // Y serán otras manos / tal vez aún no nacidas / las que caven la tierra que me habrá de cubrir»). Tal vez sea la vuelta a los orÃgenes, a la Matria la razón existencial que mueve el pensamiento y la emoción que anidan en las páginas de este libro y que podrÃa resumirse en esencia en estos versos:
«Nos llamamos memoria, sol, infancia. / Nos llamamos semilla. / Nuestro nombre es la casa / donde nace la madre.»
Y asà un dÃa nació la palabra libre y sincera de la mujer y poeta, y viceversa, que es Raquel Lanseros, una de las voces más sólidas del panorama poético español.