Revelaciones y magias
Miguel Ãngel Zapata
Ediciones Traspiés, 2009
Pásame el escalpelo, por Esteban Gutiérrez Gómez
En el género narrativo breve, a la búsqueda extrema de la concisión y el minimalismo fundamental, el microrrelato se muestra como el más difÃcil todavÃa.
No son muchos los autores que se ciñen casi exclusivamente a este arte, explorando todas sus posibilidades creativas. Miguel Ãngel Zapata es uno de ellos. En su anterior libro, Baúl de prodigios, nos demostró lo aparentemente fácil que es evadirse y hacer llegar al lector a mundos onÃricos en pocas lÃneas. Aparentemente, claro, porque este arte mÃnimo, requiere la utilización de una innumerable lista de técnicas de escritura especÃficas, amén de la elección de tonos narrativos adecuados y puntos de vista únicos en cada una de las propuestas.
Aquel Baúl de prodigios reunÃa alrededor de 150 microrrelatos, divididos en 5 libros-partes, pero que mostraban un amplio abanico de lo que puede entenderse por microcuento. En todos, como hasta ahora ha sido tradición, Miguel Ãngel Zapata (en lo sucesivo, MAZ, Señor de los Micros) utilizaba el tÃtulo como parte de cada una de esas propuestas narrativas; parte importante, definitiva. Pero eso era antes, porque uno de los elementos que sorprenderán al lector al abrir Revelaciones y magias, es que eso ya no es importante.
Este es un ejemplo de la constante experimentación y evolución que hace MAZ de su prosa. Buscador infatigable de los lÃmites, divide su nuevo libro en dos partes completamente diferentes: Magias y Revelaciones.
Magias contiene su propuesta más novedosa de microrrelatos. Con las dos o tres narraciones primeras, ya tiene al lector asombrado por aquel mundo onÃrico y surrealista en el que situaciones disparatadas y personajes increÃbles, se hacen realidad. Pasan por los ojos del lector, a tÃtulo de ejemplo: muñecas que envejecen, fantasmas que se encuentran con sus fantasmas, hombres diminutos, ciudades habitadas sólo por médicos, un pequeño trozo de nada en medio del salón.
La imaginación de MAZ para dar la vuelta a la realidad de las cosas, es portentosa, inagotable. Pero eso no serÃa suficiente si no añadiese a muchas de las breves historias una gota de ironÃa, un bis de cachondeo, una mueca de sonrisa.
Esa mirada diferente de la realidad, continuadora de aquel Baúl de hace dos años, es el tema común de sus narraciones breves.
Pero todo serÃa nada si el punto de vista elegido fuese otro u otro fuese el tono narrativo. Todo quedarÃa olvidado si no colocase la lupa en su ojo izquierdo y con las pinzas (léase técnicas literarias, sapiencia) diese vida al reloj.
Y ya lo anticipaba. Un paso más allá, casi definitivo, desafiante. MAZ no titula ni uno sólo de estos micros. Pierde el referente, renuncia al bombazo de la relectura por el lector (normalmente cuando uno acaba de leer un micro que no ha llegado a explotar en la mente, casi por instinto vuelve a leer el tÃtulo y, en muchas ocasiones, el tÃtulo activa la mecha que inmediatamente conduce a la explosión). Pues MAZ no quiere segundas oportunidades. Su apuesta, quizá penúltima (nunca se debe decir nunca jamás), es lúdica y extremada, original y satisfactoria.
Para terminar el análisis de esta primera parte del libro, recomiendo leer y marcar aquellos micros que en la lectura nos hayan producido alguna sensación. No serán todos, claro. Pasados unos dÃas (el libro un tiempo en la nevera) volver a releerlos y volver a marcar los micros que nos digan algo. Verán que sorpresa.
Revelaciones es, en palabras del autor, “una micronovelaâ€. Una micronovela, entiendo yo después de su lectura, es un conjunto de microrrelatos ofrecidos al lector a modo de fichas de un puzzle, para que componga la historia que se cuenta.
¿Y qué se cuenta? Él y Ella. Principalmente Ella, Priscilla, y Él. Dos almas en pena, a la deriva, en una relación de pareja que se hunde. Ese es el tema, pero lo importante, lo sorprendente, la demiurgia de estos textos, es el modo en el que MAZ nos cuenta la trama, la estructura que la soporta.
Ignoro de cuál de los demonios que habitan a MAZ ha surgido esta concepción, pero habrá que tenerle presente en el futuro; porque el futuro, supongo, no acaba aquÃ.
Por último, no perderse la introducción y el juego con Houdini al inicio de cada parte del libro. Genial ironÃa la suya.
© Esteban Gutiérrez Gómez, 2009
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